Capítulo 39| Memorias

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La vida de las personas que conozco últimamente ha estado tan desequilibrada, que al parecer no soy la única que pasa por situaciones que me hacen desesperar. Por un lado tenemos a Seth, quien por fin pudo conocer la historia de sus padres biológicos y, aunque su madre se haya muerto, tiene a su padre. Porque sí, lograron hacer la prueba de ADN que tanto necesitaban para corroborar lo que ya sabían. Según lo que Seth me había contado, tenía sentimientos encontrados sobre esta noticia. Estaba eufórico por haber encontrado, después de tantos años de búsqueda, a su padre biológico, pero también se sentía confuso, como si no encajara.

Por otro lado tenemos a Dave, un hombre con un matrimonio de más de dos décadas que ahora es consciente que tiene un nuevo hijo, no tan nuevo, con su amor de años de universidad, actualmente muerta. También está Tyler, quien debe lidiar tanto con sus problemas de inasistencia a las clases, como con el hecho de un medio hermano que apenas conocer. Y si a eso le sumamos los tira y afloja que han tenido Jane y Nick, los problemas de Daniel y Marissa (la gemela amargada), los de Will y Clarissa (la gemela rara), no terminaríamos jamás de quejarnos de nuestra existencia.

¿Y mis problemas? Pues extrañamente me ha ido bien en mis clases, no he discutido ni le he roto el brazo a nadie, todo ha transcurrido en una calma sospechosa. Y si ignoramos el hecho de que mi único problema ha sido el tinte rosa de mi cabello que he tenido que retocar, podría decir que mi semana ha sido buena.

Mientras reviso las últimas fotografías que he tomado, la puerta de mi dormitorio es tocada un par de veces.

— ¡No estoy! —exclamó, ni siquiera me digno a abrirla o levantar la mirada de mi cámara.

— ¿Podrías ser tan amable y abrir tu puerta, Dylan Parker? —las voz de Derek suena del otro lado.

—Jamás he sido amable.

—Solo abre la puerta.

—Está abierta, ¿o quieres una clase personalizada de cómo abrirla?

Derek ingresa al dormitorio con mala cara, mientras me burlo de su expresión.

— ¿En qué andas?

—Jugando fútbol, ¿acaso no se nota? —digo con sarcasmo, enseñándole la cámara entre mis manos.

—Tan gentil como siempre la niña.

Lo ignoro, siguiendo con lo mío.

—Dyl...

—Dime —no lo observó directamente.

— ¿Y cómo van tus investigaciones sobre lo del accidente? Ya sabes, tu vida antes de eso.

Sus palabras atraen mi atención, no sólo por el hecho de haberlas mencionado así, de la nada, sin previo aviso. A decir verdad, mi investigación se encuentra estancada en un punto sin retorno, donde no encuentro un solo hilo del cual tirar. Seth se halla demasiado ocupado y conmocionado como para pedirle ayuda. Lo único que sé, es que la historia de mi accidente tiene inconsistencias cada vez que le pregunto a uno de los chicos, incluso han llegado a contradecirse. Además, hubo una ocasión en la cual Brittany falsificó las noticias de un periódico de Los Ángeles para confundirme. Jamás supe la razón de aquello, quizá fue una simple jugarreta suya, algo para despistarme.

—A decir verdad, estoy estancada.

—Deberíamos hablar de eso, sabes que te conocí de antes. Podrías preguntarme las dudas que tengas —parece nervioso.

—Tengo muchas dudas, a decir verdad.

Cuando me dispongo a decirle algo más, somos interrumpidos por un mini pig y un Daniel que ingresan a toda velocidad y deciden quedarse a hacernos compañía. Sonrío inconscientemente al ver a la pequeña bola rosada correr por todo el dormitorio, derribando algunas cosas a su paso. Es increíble que los directivos no se hayan percatado del animal que mantenemos como nuestra mascota.

Por segunda primera vez [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora