Capítulo 31| No han transcurrido diez años

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Por casi cuarenta y ocho horas mis amigos y yo estuvimos buscando a Tyler, preguntándole a chicos de la universidad y llamado a quienes podría saber de su paradero, en todo ese lapso de tiempo no obtuvimos ninguna información relevante. Incluso hablé con uno de sus profesores y, aunque no me ayudó a saber sobre su paradero, sí me proporcionó datos interesantes, como que apenas asiste a sus clases.

Hace un par de horas los chicos salieron a buscarlo e insistieron en que permaneciera en nuestra habitación por si volvía y de paso seguía con las llamadas.

He quedado de pie en medio del lugar cuando Tyler ha aparecido por la puerta, en ningún momento aparta sus ojos de los míos, escrutándome. La tensión incrementa de forma descomunal cuando pasea su mirada entre mi acompañante, quien se encuentra a escasos centímetros de mí.

—Tyler... —su nombre sale de mis labios como un bajo susurro, sin embargo, se encuentra demasiado ocupado examinándose mutuamente con Seth.

La tranquilidad me invade al saber que, al menos, no le ha ocurrido nada malo.

— ¿Dónde estabas? —inquiero, aproximándome hacia él. Sostiene su mochila en su hombro, antes de apenas observarme.

—Por ahí.

La desfachatez con la que dic aquellas palabras me hacen resoplar.

— ¿Por ahí? ¿Solo eso dirás? —insisto.

No responde, lo único que hace es dirigir sus pasos por el pasillo hacia su respectivo dormitorio, dejándome plantada en la sala. Varia ideas cruzan por mi cabeza, pero permanezco inmóvil por un lapso de tiempo prolongado.

—Ve —escucho tras de mí.

— ¿Cómo?

—Ve a hablar con él, Dylan —Seth señala hacia la puerta que acaba de ser cerrada, alentándome.

Lo pienso solo unos segundos antes de hacer lo que me dice, aunque ya tuviese planeado llevarlo a cabo. No me tomo la molestia de tocar o pedir permiso para pasar, solo ingreso.

— ¿Sabes lo preocupados que nos tenías, Tyler? —es lo primero que reclamo, si bien se encuentre de espaldas a mí.

Aunque no quiera sonar quejumbrosa ni reprocharle lo que hizo, no pudo evitarlo. Me preocupaba, demasiado para ser sincera, pero en lugar de demostrárselo, prefiero sonar molesta.

—Pues no lo parece, te vi muy cómoda con Seth —gira a encararme, enarcando una de sus cejas.

—No seas idiota.

— ¿Ves? Ya vas a empezar, contigo no se puede mantener una conversación civilizada —se queja.

— ¿Cómo que conmigo...? —estoy a punto de lanzar un insulto, cuando analizo mejor mis palabras y escojo, por primera vez en mucho tiempo, las correctas. Guardo silencio y medito— No quise sonar así, solo que estábamos demasiado preocupados por ti, y tú vienes y te apareces como si nada.

Desvía la mirada hacia uno de los rincones del dormitorio.

— ¿Por qué faltas a clases? —mi pregunta parece haberlo tomad con la guardia baja, ya que sus facciones se muestran confundidas y desconcertadas.

— ¿Qué?

—No finjas, sé que llegas días sin pasarte por un salón de clases. ¿Qué tramas, Tyler? No quiero reprocharte por nada, pero no me gusta que te estés perjudicando. Lo entiendes, ¿cierto? —intento hablar de forma calmada.

Veo como despeina su cabello varias veces, antes de posar su mirada en mí.

— ¿Sabes cuál es mi pasión?

Por segunda primera vez [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora