Por segunda primera vez [#2]

Capítulo 25| Un beso es cosa de dos

Durante la mayor parte del trayecto de vuelta al campus no hice más que observar por la ventanilla. Estaba segura de haber leído bien el nombre escrito en el screenshot tomado por Catherine, y más segura todavía de saber quién es esa persona. Sin embargo, incluso sabiendo que debo ser sincera con Seth con respecto a mis sospechas, no se lo dije de inmediato. Es la hora y no le he confesado, porque son solo eso, sospechas y teorías sin fundamento. Por lo mismo, solo le hemos informado sobre el lugar en el cual fue recogido, uno que visitaremos cuando nuestras clases no sean tan pesadas como ahora y tengamos algo de tiempo libre.

Por ahora, me concentraré en organizar mi dormitorio. No he lavado nada de ropa, esta mañana me di cuenta que apenas tengo prendas de vestir. Me mantengo con una cesta en la mano, rebosada de ropa sin lavar. En algunos lugares del sitio, como la cama o el suelo, recojo camisetas o sostenes.

—Soy una asquerosa —digo para mí misma.

Continúo con mi ardua labor. En una de las esquinas del dormitorio, oculto ante la vista, logra apreciarse una camiseta. No demoro en ir a recogerla, sin embargo, enarco una ceja al tomarme con algo más. Una chaqueta. Debo hacer memoria, pronto descubro por qué se me hacía conocida. Tanto la blusa blanca como los jeans junto a ella fueron usados por mí hace un par de días. La noche de la fiesta de cumpleaños de Tyler, para ser específica. No obstante, la chaqueta no es mía. No solo lo digo por el olor a perfume que emana, ni por el gran tamaño de ella, sino por la distinción que tiene. Es una chaqueta de los Halcones.

La sostengo entre mis manos, dejando completamente olvidada la cesta de ropa sucia. Me atrevo a llevarla a mi nariz, olfateándola.

Una oleada de imágenes inundan mi cabeza, primero borrosas, indistinguible. Pronto van tomando nitidez, sonidos lejanos, acompañados de música y luces fluorescentes. Estaba siendo llevada de la mano escaleras arriba, pronto la música se volvía ajena a lo que ocurre. Lo siguiente fueron las sensaciones que se apoderaron de mí, el aire frío golpeando en mi rostro, mis cabellos moviéndose. El aroma a ese perfume peculiar. Él me observaba con fijeza, de a poco comenzaba a invadir mi espacio personal, hasta que unió nuestros labios por completo.

Abro los ojos abruptamente, un jadeo escapa de boca. Por acto de reflejo llevo mis dedos a mis labios. ¿Qué demonios hice en esa fiesta?

—Lo besé —apenas logro pronunciar aquellas palabras.

Cuando la conmoción ha pasado, lo único que me apetece hacer es encontrar las respuestas. Cómo llegué a esa situación de besar a Tyler en un tejado. Olvido por completo la ropa sucia, ya habrá tiempo para lavarla. Con la chaqueta empuñada en una de mis manos, abandono el dormitorio. Al estar frente a su puerta, la número 7-04, golpeo con fuerza y sin detenerme, así varias veces hasta no obtener respuesta.

—Niña, tumba la puerta —Daniel ha llegado hasta donde me encuentro, reprendiéndome por el alboroto.

—Lo siento. ¿Y Tyler?

—Hola, ¿cómo estás? Bien, gracias por preguntar —ironiza, a lo que chasqueo la lengua—. Campo de futbol.

—Gracias.

No espero que responda nada más, ya que salgo como una bala del lugar. Atravieso varios pasillos y bajo escaleras, hasta por fin encontrarme fuera del edificio de habitaciones. Recorriendo los alrededores con la mirada me dispongo a correr hacia donde Daniel me ha explicado que Tyler se encuentra. Por como tengo entendido, hoy no es día de entrenamientos, o si no tuviese que ir con las animadoras. Agh, tengo pensado retirarme lo más pronto posible.

Estando cada vez más cerca, mi corazón comienza a acelerarse y mi pulso a ir más de prisa. Prefiero culpar al hecho de estar corriendo y no otra cosa. Ni siquiera estoy segura de qué le diré, pero hizo un trato conmigo. Si lo dejaba acompañarme al orfanato Giesler, él me relataría todo lo ocurrido durante su fiesta de cumpleaños, cosa que, hasta ahora, no ha cumplido.