Capítulo 40| Desastres

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Les dejo una canción que necesitarán en el desarrollo de este capítulo, ustedes sabrán cuándo escucharla.

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No sé si alguien más alguna vez se ha sentido fuera de sí mismo, como si la vida que llevara no le perteneciera. De esa forma me he sentido desde el momento en que desperté en una cama de hospital rodeada de personas que decían conocerme y ser mi familia, aunque no las reconocía ni siquiera un poco. Fue cuando descubrí que gracias a un accidente automovilístico perdí la consciencia y mi cuerpo quedó en coma, fueron un par de meses en los que estuve muerta en vida, pero al fin de cuentas logré despertar de aquella agonía, pero ya no era yo. Ya no era esa Dylan Parker que los demás conocían, porque ya no poseías aquellos recuerdas que marcaron mi vida, aquellas decisiones que me formaron como personas. Sin embargo, con terapia y la ayuda de mis seres queridos pude, poco a poco, recuperar mis memorias y algunos recuerdos lejanos, asimismo la movilidad de mi cuerpo.

No obstante, ellos me ocultaron trozos de información que, según lo que puedo suponer, me habrían derrumbado por completo. Uno de ellos fue aquello que desencadenó mi accidente, el por qué de esa noche. Cuando Brittany me envió un video de no tan larga duración en el cual mantenía relaciones sexuales con Tyler Wirthman, el chico del que estaba jodidamente enamorada. Y lo peor de todo es que me enamoró dos veces. Mi mente parece un torbellino de ideas revueltas, pero la mayor parte de recuerdos sueltos han vuelto de cierta forma.

Lo que hasta ahora me ha afectado más es el hecho de que todos los que me rodeaban me hubiesen mentido, sabían perfectamente las respuestas a cada una de mis preguntas, pero ninguno tuvo la decencia de ser sincero conmigo, sino que prefieren dejarme presa de la ignorancia y permitieron de volviera a enamorarme del mismo imbécil. La noche en que tuve una crisis de ansiedad fui llevada al hospital, mis padres tomaron el primer vuelo que encontraron para poder visitarme. Estuve molesta con ellos un par de horas, pero al final de día rompí en llanto en sus brazos. Los doctores dijeron que no fue nada grave, solo tuve un par de cortadas superficiales debido a que clavé con tanta fuerza las uñas en mis palmas, que dejaron un par de cicatrices que no tardarían en sanar. Mi madre no quería que me diesen el alta médica, estaba preocupada por mi salud mental, sin embargo, luego de algunos estudios y chequeos, todo quedó descartado. Eso sí, pero esperaban un par de citas mensuales con el psicólogo, para prevenir cualquier eventualidad.

Cuando por fin pude salir del hospital no me apetecía volver a la universidad, y como lo último que querían mis padres era dejarme sola en un hotel, me permitieron pasar la noche con Glenis, la recepcionista y hermana de Gladis en su casa.

—Dyl, cariño, tienes visita —escucho la voz de aquella amable mujer.

¿Visita? Mis padres acaban de volver a Los Ángeles, así que no se me ocurre quién pudo haber venido.

Mis pasos se dirigen hacia la entrada, pero me detengo en seco al observar a la persona sentada en el sofá.

—Largo de aquí —digo entre dientes, sin siquiera permitirle al chico rubio decir una sola palabra.

—Dylan...

—Dije que te fueras, ¿o acaso no escuchaste?

— ¿Al menos puedes escucharme? —pide, acercándose a mí.

—Tienes dos segundos.

—Quiero...

—Uno... dos... ahora largo de aquí, Derek.

—Quiero disculparme —ignora mi petición de que se marchase.

—Oh, ¿disculparte porque casi muero en un accidente por tu culpa? ¿Por haber ayudado a Brittany en todo lo que te pedía en mi contra? ¿O por ser un hijo de perra? Y créeme, la lista sigue.

Por segunda primera vez [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora