Capítulo 35| Datáfono

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Derek fue el causante del accidente automovilístico que tuvo Seth y su familia en Los Ángeles. ¿Cómo tengo esa información? Pues al finalizar nuestras vacaciones en París y volver a la rutinaria vida universitaria, lo primero que Seth me dijo al verme fue eso. Quedé estupefacta. Derek, el chico que de a poco había logrado ganarse mi confianza a pesar de las pestes que hablaban de él, me había decepcionado. Quise golpearlo, por supuesto que quise hacerlo, pero Seth me lo impidió, aseguró que no valía la pena, además él ya se había encargado de reacomodarle la linda carta.

Mientras me dirijo a una de mis clases por los pasillos, me tipo con una presencia poco agradable que me hace maldecir para mis adentros.su cínica sonrisa termina de arruinar mi humor.

—Dylan Parker, escuché por ahí sobre tus vacaciones en París, qué envidia —dice entre dientes—. Aunque claro, las mías fueron en las Islas Griegas —finge observar su perfecta manicura.

— ¿Cómo te limpias el culo con esas uñas? —mi inquietud la hizo sonrojar de la molestia. Pero mi pregunta fue sincera, parece Wolverine con esas garras.

—Es una pregunta imprudente, incluso para ti. Pero no importa, estábamos hablando de tus vacaciones, ¿qué tal, eh? ¿Te acostaste con Tyler?

Su pregunta me hizo atragantarme con mi propia saliva, esa chica no tiene escrúpulos. Varios recuerdos vinieron a mi mente, casi haciéndome sonreír. No, no me había acostado con él, pero sí lo habíamos pasado de maravilla, recorrer París con él fue lo mejor de mis vacaciones.

—Esa sonrisa dice que sí —ríe forzadamente.

—Cierra la boca.

—Ay, ya obtuvo lo que quiso de ti. Aunque creo que ya lo habían hecho antes, en Los Ángeles, no estoy segura. Antes del accidente, tú dime.

Mi instinto asesino sale a relucir ante sus palabras, sabe perfectamente que no tengo demasiados recuerdos de lo ocurrido antes de aquél accidente.

—Uy, cierto que no recuerdas eso, qué mal. Como la vez que nos encontraste en navidad... Ups —cubre su boca, como si lo hubiese dicho sin la mínima intención.

—Definitivamente eres una arpía, bruja, hija de tu...

—Sin malas palabras, Dyl. Solo te estoy ayudando a recordar ¿O algunos de tus amigos te ha dicho la causa real del accidente? —mi rostro debe ser un libro abierto, porque sonríe con suficiencia— lo supuse, les gusta tenerte en la ignorancia.

— ¿Y por qué no me lo dices tú?

—Es más divertido ver tu carita confundida. Aunque te daré una pista: Tyler y Evan. Es todo lo que diré.

Los engranes de mi cabeza empezaron a trabajar a toda marcha intentando buscarle sentido a aquellos dos nombres, pero nada se me ocurría.

—Realmente disfrutas esto, ¿no? —le pregunto— imagino qué tan decepcionante debe ser tu existencia para regodearte de mi ignorancia, qué tan vacía y rota debes estar para sacar algún provecho de esto. Das lástima, Brittany.

Mis palabras parecen haber causado algún efecto, pero de recompone de inmediato, como si una máscara de frialdad de apoderar de ella.

—Mira, preciosa, no digas mucho. No tienes idea de mi vida.

—No debo saber mucho, eres el intento de perfección fallida de padres ricos. Amigas más falsas que las nalgas de las Kardashian, demasiado perra y frívola para querer a alguien que no seas tú misma.

Mis palabras parecen haber tocado un punto débil.

—Cierra la maldita boca, Parker. No tienes una punta idea de lo que hablas, no todos tienen la familia perfecta que tienes, ni a un hermano que siempre esté ahí, o unos amigos como los tuyos. Así que cierra la maldita boca. Tienes todo lo que alguien podría querer, ¿y qué haces? Desperdiciarlo. No mereces nada de eso, pequeña zorra.

Por segunda primera vez [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora