Capítulo 33| Promesa

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¡Volví! No, no morí ni nada por el estilo, tampoco he muerto.

Disfruten el capítulo y les dejo una pequeña información al final.

 ***

Desde el momento en el que acepté ingresar al equipo de animadoras, aunque haya sido por llevarle la contraria a los chicos, supe que sería un error. Confirmé mi teoría en los entrenamientos y, si bien la mayor parte del tiempo lo hacíamos en el gimnasio y bajo techo, había otras en las que entrenábamos en el campo de futbol. Era ahí cuando las burlas empeoraban, los chicos no perdían la oportunidad de ir a carcajearse a costilla de mis caídas o malas caras y comentarios hirientes. Puede que sea flexible, pero eso no significa que sea una buena animadora. Además, he faltado a una gran parte de los entrenamientos, bien sea porque estoy ocupada o por simple flojera.

Desde la primera práctica ocurrió algo que me hizo arrepentir: lanzamientos. ¿Y qué sucede cuando eres la chica más bajita de las animadoras? Exacto, te usan de muñeca de trapo para lanzarte por los aires. Me opuse, no me iba a prestar para eso, corría el riesgo de que me dejaran caer y me rompiera una pierna. Sin embargo, luego de demasiada insistencia y demostraciones, acabé aceptando de mala gana. Asimismo, no seré la única en ser lanzada, Brittany también. Esa rutina será presentada el día del partido de los Halcones, que vendría siendo el día que saldremos de vacaciones durante una semana de receso. Y eso dichoso día llegó. No solo me siento nerviosa por el hecho de ser lanzada por los aires a la vista de un mar de personas, sino por nuestro viaje.

En mi cumpleaños número diecisiete mis padres nos obsequiaron a mi hermano y a mí un par de boletos con destino a París, además de haberse puesto de acuerdo con los padres de los chicos para que nos acompañaran a esa aventura. No habíamos tenido la oportunidad de viajar, ya que no podíamos hacerlo estando en la universidad. Ahora, sin embargo, se presentó la oportunidad perfecta para liberarnos de todo el estrés ocasionado. Una de las condiciones impuestas por mi madre fue que, si llegábamos a ir, debíamos avisarles con tiempo y un adulto responsable nos acompañaría. Conseguimos ese adulto: Glenis, la hermana de Gladis. Resulta que la mujer pasaría sus vacaciones en su departamento viendo películas, por lo que le propusimos salir a despejarse, ayudándole entre todos con los gastos del pasaje. Aceptó gustosa, y mi madre no tuvo por qué replicar u oponerse, iríamos con un adulto.

—Debes recogerte el cabello, no quieres que se te meta en la boca en medio de la presentación —Brittany no ha terminado de dar sus órdenes cuando ya tengo sus manos en mi cabello, jaloneándolo.

— ¡Ay! ¡Suelta, me dejas calva! —me quejo con mala cara, intentando apartarla.

— ¿Acaso has usado un cepillo alguna vez en tu vida? ¡Mira estos nudos! —tira de mi cabello con más fuerza, desenredándolo.

Unos minutos más tarde, cuando una bola de pelos ya ha ido a parar al cesto de basura, me observo en el espejo. Dos coletas.

—Pareces la huérfana —dice una voz tras de mí. Enfoco a la persona que aparece junto a mí en el espejo, Tyler sostiene su casco a un lado de su cuerpo mientras me regala una sonrisa burlona.

—Cállate, o serás mi próxima víctima.

—No te veía con dos coletas desde... creo que fue una sola vez, antes de que las jalaras tan fuerte que casi quedas sin cabello —su risa no tarda en escucharse.

—Por si no lo notas, estás en el vestidor de mujeres —le recuerdo, haciendo el amago de quitarme uno de los lazos de mi cabeza, pero su mano me lo impide.

Por segunda primera vez [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora