Capítulo 36| Un grave error

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Para los chicos no hay mejor forma para darle la bienvenida a las clases, que hacer una fiesta. Sería esta noche en casa de un muchacho del equipo Los Halcones, y esta vez me encuentro animada para asistir, Incluso permití que Jane me "arreglara" en el salón de belleza.

— ¿Azul? ¿Tú estás loca? —inquiero, al analizar su sugerencia de tinturar mi cabello, au que sea de mi color preferido.

—Te quedaría genial, mi sueño frustrado es pintarlo de rosa —hace un puchero al observar el suyo.

—Correcto, tú sueño frustrado, no el mío.

—Ay, vamos, Dyl. No seas agua fiestas, un pequeño cambio de look no te vendría mal, ¿desde cuándo no le haces algo diferente a tu cabello?

—A los ocho me pasé la maquina de afeitar de papá en media cabeza, era la más ruda del salón —admito. Tanto del estilista como Jane ponen cara de horror.

—Aparte de tu afeitada.

—No corto mi cabello.

—Por eso tienes esas puntas como alambre de bombril —comenta el estilista con un marcado acento latino.

—Dyl, si dejas esto en mis manos y las de Ricardo, prometo hacer lo que quieras, por favor —súplica con ojos de corderito degollado.

—Tendrás una cita con Nick... Y quiero dos hamburguesas dobles con una malteada.

Su rostro se descompone y está lista para oponerse.

—No me harán nada si no aceptas —a regañadientes lo hace.

Me preparo mentalmente para lo que viene, un cambio de look.

—Si termino rubia patinada, pelirroja,  con corte de honguito, con californianas, permanente o algo parecido, usaré la afeitadora sin pensarlo. Primer aviso —mis palabras hacen reír a los presentes. Y no, no estaba bromeando.

No me permiten observar el proceso de teñido ni cortado, casi lloro cuando los mechones caían a mi lado. Siento que me están dejando calva. Jane es la única que parece disfrutar esto, sin embargo, cuando su mirada se posa en mí su rostro sorprendido, pero intenta ocultarlo.

—Estoy calva, ¿verdad?

—Creo que aplicaron otro color —sonríe con inocencia.

Me levanto de golpe de la silla, retirando las manos de Ricardo de mi cabello.

—Bella, falta poco para terminar, no te alteres.

— ¡Tengo el puto pelo rosado! ¿Por qué mi cabello es rosado? ¡Detesto el rosado, lo quería azul! —me exalto, sosteniendo los mechones de mi cabello. Casi por completo es rosa, solo mis raíces mantienen mi color natural.

—El azul te quedaría bien si lo hubiésemos tinturado de negro con degradado, pero no ibas a aceptar un cambio tan drástico —alega Ricardo, ganándose un resoplido de mi parte.

—Es rosa, y lacio, ¡y rosa! ¿Y mis ondas?

—¿Te refieres a los nudos que tenías y hacían ver ondas en tu cabello? —la ironía de Ricardo me hace quejar.

—Dylan, estás preciosa, y tenemos el mismo color, estamos preciosas. Así que deja de quejarte y mueve tu culo para que Ricardo termine contigo.

Al final dejé de quejarme y me resigné a que este nuevo color, al fin de cuentas no me queda tan mal.

—Me veo fabulosa, FA-BU-LO-SA —repito cada cinco minutos, observándome en cualquier superficie que me refleje.

Jane solo ríe a causa de mi comportamiento, a su cabello sí le dejaron las ondas que le quitaron al mío.

Por segunda primera vez [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora