¿Cómo puede un hombre sentirse normal una vez que deja salir el monstruo que lleva en su interior?
-Vámonos detrás de ese camión- le ordeno a Chino.
-¿Patrón?- me pregunta él confundido. Meño me mira del mismo modo.
-Solo hazlo, avísales a los demás- le ordeno a Meño.
Aunque no entienden nada, obedecen. No les pago para que me cuestionen y saben que no me gusta que lo hagan.
Hermosa asustadiza. ¿Te llevo o no te llevo conmigo?
La imagen que vino a mi mente, donde la besaba, se repite una y otra vez.
Sí, sí me la llevo.
Pero se miraba tan frágil, tan delicada. Quizás no sea de buena madera para este tipo de vida.
Lo mismo pensé de Lety, y nos ha sorprendido a todos. Claro que con ella fue distinto, nunca despertó en mí este deseo que experimenté con esta chica. Con Lety fue más un instinto de protección, además a ella le di la opción de elegir este tipo de vida.
No, no podría hacerle eso a esta muchacha.
Pero se miraba tan hermosa y la manera en que me miró. Como si hubiéramos hecho una conexión. Cierro los ojos y la miro masajeando sus caderas, solo que esta vez, yo le ayudó, ella dirige mis manos sobre su piel desnuda. Hermosa, simplemente hermosa.
Me la llevo.
Estás pendejo Ángel, si no es un perrito en una veterinaria. Es una vida que tal vez arruines para siempre.
No, no tengo derecho. Mi vida es una mierda y a veces quisiera huir de ella.
Cómo voy a arruinar los planes de una joven como ella. Tan llena de vida, con tantas cosas por delante. No puedo arriesgarla a ser el blanco de mis enemigos.
No, no soy digno, ni de ella, ni de ninguna mujer. Estoy mejor solo, de verdad que sí.
-Vámonos a casa Chino, avísales a los otros- le ordeno.
De nuevo me miran como si no entendieran lo que está pasando. No me entiendo ni yo.
-¡Písale cabrón!- le ordeno.
Lo único que sé es que me tengo que alejar de aquí, porque si no lo hago, voy a terminar cometiendo una estupidez.
¡Te salvaste de un monstruo como yo hermosa!