-Ángel, llamó Plasencia, quiere acordar otra entrega. Que pongas la hora y el lugar- me informa Lety.
-¿Otra? Parece que le está yendo bien. ¿De cuánto estamos hablando?- pregunto.
-El doble de la última vez- contesta ella.
-Eso aumenta el riesgo.
-Está dispuesto a pagar bien. Por moverla no te preocupes, ya hablé con Ortega para que esté listo- me informa, siempre tan eficiente, le sonrío satisfecho.
Cuando la traje a este lugar, nunca imaginé que aprendería el negocio tan rápido, mucho menos que fuera tan eficiente.
-Dile que necesito verme con él o con Gastelum en San Luis. Si no son ellos no hay trato- le ordeno.
-¿Estás seguro? No creo que lo vaya a tomar tan bien- me advierte.
-No voy a arriesgar tanto sin tener a la mano quien me pague los platos rotos. Él sabe cómo funciona esto, si es inteligente aceptará. Dile que la mercancía está lista para cuando él diga. Y llama a la "farmacia", hay que hacer otro pedido- le digo.
-¿No prefieres que eso lo haga yo?- dice Vargas cuando entra a la cocina.
-Déjala, es bueno que se vaya relacionando. Nunca se sabe cuándo la podamos necesitar- respondo.
-Como quieras- me dice de mala gana.
Me importa un carajo que eso no le guste para nada, siempre con sus pinches celos.
-De acuerdo, te informo de lo que me digan- dice Lety y se retira.
-Eres demasiado confiado. Esta vieja tiene apenas unos años aquí y ya prácticamente maneja todo- me reprocha.
-Mira cabrón, no quiero empezar a pelear. Alégrate, Plasencia nos pidió el doble. Así que ve coordinando todo para la entrega- le pido, con la poca paciencia que tengo.
-Está bien, como tú digas- acepta y me deja solo.
A ratos me siento tan harto de esta perra vida. Quisiera mandar todo a la mierda y alejarme de aquí. Pero no tengo más opción que seguir adelante, yo hice mi elección y ahora solo muerto salgo de esto.
Tal vez sería lo mejor, encontrar la muerte, antes de seguir con este pretexto de vida. Ya no siento nada, no creo en nada, no espero nada de nadie. Lo único que escucho en este pinche lugar es: "Sí Ángel" "Como tú digas", me gustaría escuchar otras respuestas de vez en cuando. Alguien que me sorprenda o que me saque de esta perra rutina.
-Otra vez metido en tus pensamientos- me interrumpe Meño. -Lo que necesitas es enamorarte, no es bueno que un hombre de tu edad esté solo- me dice.
-No me hagas reír. Ya me imagino a una mujer queriendo meterse en esto- le digo.
-Hay muchas, más de las que imaginas- responde.
-¿Pero que valgan la pena?- cuestiono.
-Algunos optan por robarse a las muchachas. Deberías considerarlo- me propone
-No digas estupideces cabrón. Nunca condenaría a nadie a esta vida- le digo.
-Solo decía.
-Mejor me voy a dormir, no quiero seguir escuchando tus ocurrencias. Les encargo todo- le digo.
Mi recamara está en el segundo piso. Me doy un baño antes de acostarme. No me gusta mirarme al espejo, ya no me reconozco en él. Por fuera soy el mismo, con unos diez años más, pero por dentro, hasta cierto punto me doy asco.
