El capítulo que les debía de hoy.... disfrútenlo!
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Me quedo un par de horas más en la oficina. Hace un rato me decidí en llamar a Liz, ella me informó lo que sabe hasta el momento sobre el atentado, pero no ha podido tomar la declaración de la investigadora. Al parecer es más que una simple investigadora, pues me relató, que según testigos, la chica respondió al fuego, hiriendo a uno de los atacantes.
Valiente la mujer.
Ya está oscureciendo, cuando le mando por correo electrónico la nueva información sobre el caso a Matt, sé que me citará mañana a primera hora, para hablar cara a cara. Le agrego una copia a Mendoza, Omar y otra más a Liz, me guardo mis sospechas sobre el atentado, ya habrá tiempo de averiguarlo, por ahora, quiero ir al hospital.
Me quedo un buen rato en la sala de espera. Me niegan el acceso a la habitación de la novia de Omar, al parecer ella está bien, el que se debate entre la vida y la muerte es su jefe, está en cirugía ahora.
Estoy sentado cerca de donde está la familia Sánchez, la esposa, una mujer mayor llora desconsolada, mientras, supongo, que sus hijos, se turnan para tranquilizarla. Junto a ellos un par de jóvenes más, una mujer de lentes, que llora silenciosamente y un joven moreno y algo bajito, que la abraza contra su pecho, no tengo idea si estarán relacionados con los otros, pero no parecen compartir ningún rasgo familiar, mucho menos el acento cubano de los otros tres.
-¡Villalba! ¿Tú aquí?- la voz de Liz me distrae de la dolorosa escena a mi lado.
-Vine a ver si podía ser de utilidad, pero no me dejaron subir- le explico. -¿Ya tomaste la declaración de la implicada?- le pregunto.
-Así es, quiso declarar lo antes posible para que demos pronto con los responsables- comenta mientras da un vistazo a la familia a un lado de nosotros, un médico se acerca hacia ellos. -La esposa, los hijos y los compañeros de trabajo de...
-¡No!- el grito desgarrador de la esposa interrumpe lo que Liz estaba diciendo. -¡Dígame que no es cierto!- le exige al médico.
Los hijos se aferran a ella y la sala se llena de gritos. Liz se muestra tensa y yo, me identifico con el dolor que esa pobre mujer puede estar experimentando. Su marido ha muerto, el amor de su vida ha muerto y una familiar sensación de pérdida vuelve a tomar lugar en mi pecho. Me pongo de pie, necesito alejarme de esa escena, porque el aire me empieza a faltar.
-¿Ángel?- escucho que Liz me llama, pero no me detengo hasta que siento el aire fresco en mi rostro. -¿Estás bien?- la escucho a mis espaldas.
-Sí. Lo siento, no me gusta presenciar esas escenas- me disculpo. Ella entrecierra los ojos.
-¿Te recuerda a algo?- me interroga. No quiero responder a eso.
-¡Maldita sea!- escucho la voz de Omar que nos alcanza. Se agarra la cabeza con desesperación. -¿Cómo se lo voy a decir? Casi se volvía loca al enterarse que Tomas estaba delicado, se siente culpable de no haber empezado a disparar antes- agrega.
-¿Está loca? ¿Qué hubiera podido hacer con su .45 contra una AK47?- cuestiona Liz.
-Prometí despertarla en cuanto tuviera noticias, si no lo hago, no me lo perdonará- agrega Omar. Es la primera vez que lo veo cabizbajo, no debe ser fácil darle una mala noticia a la mujer que amas.
-Te acompaño, tal vez sea buena idea que le avises al médico y a la enfermera que estén listos, por si es necesario que intervengan- sugiere ella. -¿Te quedas aquí Villalba?- me pregunta.