-¿Dijo ya no puedo seguir perdiendo?- pregunta Liz.
Su cuestionamiento me hace regresar al momento.
-Emma ha sufrido mucho- se limita a responder Omar.
-Dormirá de tres a cuatro horas, después de eso despertará un poco aletargada. No se asuste si eso pasa- le explica a Omar.
Me siento impotente al no poder decirle que es a mí a quien le debe de dar esas explicaciones, que ella es mía, es mi Emma. La boca se me seca al entender que está ahora con Omar.
¿Ahora es suya? ¡No! ¡Nunca!
-Volveremos en una hora para monitorearla- se despide el médico, la enfermera sale detrás de él.
Camino impaciente por la habitación. Tantas preguntas, tantas cosas que necesito saber, deseo que este par desaparezca. ¡Maldita sea! ¿Por qué no llegué antes, para que ella pudiera verme? Para saber ¿Qué rayos pasó? ¿Cómo es que está aquí?
-¿Todo bien Villalba?- la voz de Liz interrumpe mi pensamiento.
-Detective Fuentes- el médico vuelve al cuarto. -Hubo una equivocación, se le administró un medicamento más fuerte que el que ella necesitaba- empieza a explicar.
-¿Eso qué significa?- me gana Omar a preguntar.
-Que se le dio una dosis fuerte y va a tardar varias horas en despertar, probablemente hasta mañana- explica el doctor.
-¿Cómo va a repercutir esto en su salud?- soy yo el que exige una respuesta clara.
-En nada ella solo...tardará más en despertar y cuando lo haga, se sentirá débil por un tiempo- aclara nerviosamente. -La monitorearemos más seguido, para asegurarnos que todo esté bien- responde como si tratara de compensar su negligencia.
-Está bien doctor- acepta Omar. -Quizás sea lo mejor- agrega. Lo fulmino con la mirada, aunque él no me presta atención, su atención está en ella que duerme, se acerca para besar su frente y yo ardo en rabia.
-Creo que lo mejor será que nos vayamos Villalba- interviene García.
No, yo no me muevo de aquí.
-Me quedaré con ella toda la noche y de ser necesario todo el día de mañana- decide Omar.
Deseo decirle que no, que se tiene que presentar a trabajar, pero él no me está pidiendo permiso, me está avisando y para ser honestos, yo no soy su jefe no puedo negarle algo así.
Pero quiero ser yo quien se quede al lado de Emma, quiero ser yo quien sostenga su mano, quien bese su frente, el que esté ahí cuando abra los ojos, es mi derecho.
¡Es mi maldito derecho!
-¿Nos vamos?- insiste Liz.
-Vámonos- respondo no de muy buena gana, pero sabiendo que es lo más inteligente que puedo hacer.
Al menos sé que ella está viva, sé dónde está, que, dentro de lo que cabe, está bien y es solo cuestión de esperar la oportunidad para hablar.
¿Alcanzaría a mirarme antes de caer inconsciente?
Me voy a volver loco.
-¿Todo bien? Te noto algo afectado- observa García mientras bajamos las escaleras.
-Sí, ha sido un largo día- respondo. -Entonces ella es la novia de Fuentes- comento casualmente.
-Sí, Emma, es una linda chica, me cae bien- replica.