-Emma, amor, él es el agente de la DEA con el que estoy trabajando- Omar me presenta con ella. Su rostro denota confusión y la entiendo perfectamente, para ella soy un asqueroso narcotraficante.
-Mucho gusto Emma, soy Ángel Villalba- trato de sonar tranquilo y ruego al cielo porque ella no me descubra delante del par de detectives, que me siga la corriente. Clavo mi mirada en sus ojos, como si con eso quisiera transmitirle lo que pasa por mi mente.
-Mu...mucho gusto- me tranquilizo un poco al ver que ha captado mi intención y me extiende su mano, dudosa. Busca algo en mi rostro, quizás es la incredulidad que yo también experimenté por algunos segundos al verla ahí, en la cama.
¿Cómo hacerle saber sin palabras que soy yo? ¿Qué sigo siendo Ángel, el hombre que la ama endemoniadamente?
Lo único que puedo hacer es apretar ligeramente su mano, y acariciarla con mi pulgar, esperando que eso sea suficiente para que lo entienda. Espero que esta sensación de electricidad que siento al tocar de nuevo su piel, no le pase desapercibida.
-Tenemos que hablar en privado- interviene Omar.
No puedo hacerlo, no en este momento en que lo único que quiero hacer es sacar a Emma de aquí y explicarnos tantas cosas que tenemos pendientes.
No sé exactamente qué está pasando por su mente. Pero su expresión de sorpresa y confusión desaparece para dar paso a una furiosa, la conozco demasiado bien, para saber cuándo está enojada y tengo la terrible sensación de que está mal interpretando las cosas.
Quizás esperaba que yo actuara de un modo más efusivo al reencontrarme, quizás debí hacerlo y mandar a la mierda todo lo demás, finalmente, ella es lo único importante que tengo en mi vida, aunque esté con otro hombre, aunque ya no me ame del mismo modo que yo a ella.
-Tengo que irme- dice resueltamente y sin esperar respuesta, empieza a caminar hacia la salida.
-Emma, te llevo- le ofrece su novio.
-No, no te preocupes, tienes mucho que hacer- responde sin detenerse ni siquiera para mirarlo. Va furiosa, lo sé.
-No creo que sea buena idea que vayas sola- participa Liz.
-Puedo cuidarme sola- responde.
Sé que puede hacerlo, pero no pienso permitírselo, no voy a perderla de vista.
-Tengo una emergencia. Necesito que pongas a Liz al día con todo lo que tenemos sobre el Nuevo Control, solo a ella, sean discretos. García, pon a Fuentes al día con toda la información sobre el asesinato de Sánchez. Tengo que irme- les digo y al igual que Emma, no espero respuesta alguna, salgo apresurado del recinto.
Dejando las puertas de cristal detrás de mí, busco con la mirada a donde pueda estar. La ubico caminando por el estacionamiento, por primera vez y exceptuando la vez que la rescaté de ese horrible lugar, la miro en un vestido, debo agregar que se mira hermosa. Pero este no es momento para eso, corro en la dirección en la que ella se aleja a paso apresurado.
¿Cómo puede huir así de mí? ¿Por qué?
La respuesta que mi cerebro me lanza, me lastima y enfurece al mismo tiempo. Ya no me ama, por eso tiene la urgencia de alejarse de mí, ahora a quien ama es a Omar. La alcanzo con facilidad, justo cuando va pasando detrás de mi auto.
-¡Ven conmigo!- no espero su respuesta, la tomo del brazo izquierdo y la dirijo a la camioneta.
-¡Suéltame!- exige tratando de zafarse de mí sin exito. -¡Qué me sueltes!- grita furiosa. Las muchas veces en que peleamos mientras estábamos juntos en el rancho, se vienen a mi mente.