El segundo y último capítulo de hoy...disfrútenlo!
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Cuando llegamos al rancho la tormenta arrecia. Entro a la casa y me encuentro a Lety en la cocina. Pasa de medianoche y por su cara, puedo notar que no le fue nada bien con la resaca.
-¿Se resolvió todo?- me pregunta en cuanto me ve.
Yo niego con la cabeza, pero no le doy más detalles, no quiero pensar en nada que tenga que ver con la organización.
-¿Quieres algo de tomar?- me pregunta. De nuevo muevo la cabeza de un lado a otro.
-¿Cómo pasó el día Emma?- le pregunto.
-Tranquila, con un poco de resaca, pero Meño le dio su remedio milagroso- me informa.
-¿Comió algo?- pregunto, ella niega con la cabeza.
-Me platicó de la serenata. Estaba muy emocionada por eso- me comenta con una sonrisa pícara.
-Entonces sí la escuchó- afirmo.
-Estuvimos hablando de ti. Emma está confundida, lo pude ver en su rostro- me confiesa. -Me estuvo haciendo muchas preguntas sobre ti- agrega.
-Confundida ¿en qué sentido?- le pregunto. Empiezo a ver un poco de esperanza.
-Creo que le gustas tú, pero no tu mundo- me dice. Suelto una risita amarga.
-Que se una el club- le digo, al recordar el día de perros que tuve hoy.
-¿Crees que esté dormida? Necesito sacar algo de ropa y no tengo ganas de pelear con ella hoy- la verdad es que estoy rendido.
-Probablemente, aunque con estos estruendos quien sabe- me dice.
Bien, me asomaré, al fin y al cabo, ya se me ha hecho costumbre, ir a visitarla antes de dormir.
-Buenas noches Lety- me despido.
Cuando llego a la habitación, abro con cuidado. Emma está profundamente dormida. Así que entro y busco un pantalón para dormir. Decido darme un baño, de nuevo uno rápido para no despertarla. Al salir me acerco a ella, duerme tan plácidamente y se mira hermosa. Me alegro que no le asusten las tormentas, me inclino para darle un beso en la mejilla.
¿Será cierto lo que me dijo Lety? ¿Será que toda esa actitud se deba a que tiene miedo de mi mundo? ¿Qué pasaría si le pudiera prometer que puedo dejar esto? ¿Me daría una oportunidad de intentar hacerla feliz? La habitación se cimbra con el estruendo de un rayo. Ella se encoge, pero no despierta. Probablemente sí le tenga miedo a las tormentas.
-Emma- la llamo con mis labios en su oído, me acomodo a su lado. Ella estira sus manos y toca mi rostro. -¿Me extrañaste?- le pregunto en tono de broma.
Casi estoy esperando que abra los ojos y ahora sí me arroje con la lámpara. Al parecer es su defensa favorita.
-Ajá- responde para mi sorpresa.
-¿Sí?- le pregunto realmente sorprendido. Deslizo mis labios por su rostro hasta ponerlos sobre los de ella. -¿Mucho?- le pregunto. Ella asiente con la cabeza.
¡Ah, felicidad! Sí existes después de todo.
-Ya estoy aquí nena- le digo y la beso con pasión, como hace mucho tengo ganas de hacerlo.
Para ser exacto, desde que la vi en el punto de San Luis y me imagine masajeando sus caderas. El solo recordar esa imagen, hace que un calor recorra todo mi cuerpo. Entonces ella pasa sus brazos por mi cuello y me acerca a su cuerpo.