-Prepárate Fuentes, nos vamos a San Diego- le digo, cuando llego a la oficina.
Hace poco más de tres semanas que llegué aquí, así que ya me siento un poco más confiado con él, aunque no ganaríamos precisamente el premio a los mejores compañeros de trabajo.
-¿Por cuantos días?- me pregunta.
-No lo sé- respondo, no me molesto en preguntar si tiene un problema para viajar, supongo que no le agrada separarse de su novia, pero el deber llama.
-¿Hay alguna novedad de la cual no esté enterado?- pregunta de nuevo.
-Vengo de la DEA, nos acaban de autorizar un equipo de vigilancia, otro más de asalto y confirmaron que los cabecillas cruzaron la frontera hace unas horas- le explico.
-¿A qué hora nos vamos?- su tono suena más animado, bien, me gusta esa disposición.
-En cuanto estemos listos para partir- respondo.
-Te veo en una hora aquí- dice al cerrar su portátil y levantarse para tomar su chaqueta.
Al igual que él, me voy a casa a preparar una maleta con ropa.
Según el equipo de investigaciones, que por fin nos autorizaron, Olvera recibió una fuerte cantidad de droga, que planea distribuir entre hoy y mañana. Checo y Vargas decidieron venir a supervisar tanto la entrega, como algunos asuntos pendientes, por lo que les seguiremos el rastro de cerca, esperamos reunir suficientes evidencias como para arrestarlos, aunque no me muestro tan optimista, sería demasiado fácil y ellos no se caracterizan por ser descuidados, supongo que Vargas me aprendió, inconvenientemente, más de lo que debería.
Cuando regreso a la oficina, Fuentes ya me está esperando, lo escucho hablar por teléfono.
-El caso nos lleva allá. En cuanto vuelva, voy a pasar un día entero contigo- hace una pausa para escuchar, supongo que habla con su novia. -Claro que sí amor, te mando un beso- no suena muy contento. Tal como a mí no me gustaba separarme de Emma.
Entro a mi oficina, para tomar algunos documentos que pueda necesitar y mi portátil.
-Ya supéralo, solo será un par de días- lo consuela Liz.
-Lo sé, pero no he tenido mucho tiempo esta semana para verla y no la escucho muy animada, sé que algo le anda rondando la cabeza, pero es tan terca y obstinada. Me gustaría que se apoyara más en mí- le explica Omar.
Al parecer hay problemas en el paraíso.
-Está acostumbrada a estar sola, no esperes que eso cambie pronto- le responde Liz.
-¿Nos vamos?- interrumpo. Omar asiente. -Te quedas a cargo Liz, cualquier cosa, avísame- le pido. Siento una punzada de dolor al recordar que esto le decía a Lety cuando salíamos del rancho.
-¡Villalba!- me llama ella. Me giro para observarla. -¿Me vas a extrañar?- pregunta con una sonrisa pícara y sin importarle que todos en el lugar la escuchen.
Le doy una mirada de desaprobación, a Omar parece divertirle la acción de ella, al igual que al resto de los oficiales alrededor.
-Compórtate Liz, el acoso está prohibido en esta institución- le recuerdo. Ella suelta una risa traviesa que contagia al resto de los compañeros.
-Discúlpala, ella es extrovertida- comenta Omar.
-Me doy cuenta- menciono solamente.
-¿Nos vamos cada uno en su coche o en el mío o cómo?- pregunta.