-Debes tranquilizarte, te prometo que no dejaré que se acerquen a ti- le digo a Emma.
Ha estado muy inquieta y ansiosa. Me duele verla así, sobre todo por el hecho de que se la pasa pensando en nuestra hija, me parte el corazón su dolor y saber que no soy lo suficiente para mantenerlas a salvo.
-A veces pienso que esto nunca va a acabar- comenta con tristeza.
Hace una semana que la traje a este lugar, una semana de que me confirmaron que los cabrones del Nuevo Control la están buscando específicamente a ella. Cuando logre dar con el desgraciado del topo, que les ha estado pasando toda la información, le haré pagar estos momentos de angustia y cada una de las lágrimas de Emma.
Le entrego su chamarra, una de mis gorras y unas gafas.
-¿Para qué me das esto?- pregunta confundida.
-Póntelo, vamos a salir- es muy arriesgado, pero tal vez tener noticias de nuestra hija, la anime un poco.
En un par de minutos está lista. Me asomo por la ventana y escudriño el exterior, solo cuando estoy totalmente seguro de que no hay nadie alrededor, le permito salir.
Le he conseguido un teléfono prepago, los cuales son más difíciles de rastrear. Pero le he dado la indicación de hacer llamadas cortas, pero para proteger nuestra ubicación, nos alejamos lo suficiente de la casa, en caso de que alguien logre dar con su teléfono, tendrá una ubicación errónea.
-¿Podré llamarle a Omar?- me mira con un gesto, combinación de ansiedad y súplica.
Asiento levemente con la cabeza. No me mata de alegría su urgencia por hablar con él, pero la entiendo. Él ha estado en su vida el último año, es una persona especial para ella y yo tengo que lidiar con eso, aun cuando hubiera preferido que Fuentes hubiera puesto sus ojos en alguien más desde un principio. En Liz, por ejemplo.
Además, tal vez esta llamada, le ayude a él también. Ha estado muy ansioso y distraído, ayer lo tuve que mandar a casa, porque no lograba concentrarse en nada. No hemos tenido muchos avances en el caso, aunque no puedo decir que es culpa de Omar. Lo cierto es que los cabrones de Checo y Vargas, están muy bien escondidos, probablemente ya estén enterados de que sabemos que fueron ellos los que mandaron matar a Tomas Sánchez.
Ya están informadas, las diferentes autoridades, incluso se está corriendo el programa de reconocimiento facial para identificarlos en la frontera, en cuanto entren a este país, el programa los reconocerá y lanzará la alerta, avisando que han entrado a suelo americano, una vez aquí, será más fácil rastrearlos.
Aparco en una calle del centro de Los Angeles, una de las más concurridas, para pasar desapercibidos, enciendo el celular y se lo entrego. Su semblante cambia cuando lo toma entre sus manos y empieza a marcar, primeramente el número de Clara. Me preparo para medir el tiempo de cada llamada.
-Hola Clara ¿Cómo está mi nena?
Sé muy bien que hace un esfuerzo para que su voz no se quiebre, pero sus ojos no se contienen, un par de lágrimas escapan de ellos, mientras la escucho sonreír con "alegría", ante las novedades de Leticia.
-Dale un beso y un abrazo de mi parte, por favor- su voz suena suplicante. –Escucha, necesito hablar con Giovanni...ya sabes lo torpe que soy, se apagó el calentador de agua y no he podido prenderlo- miente tan mal, me pregunto si Clara en verdad le cree lo que acaba de decir.
Le hago una señal para que corte la llamada. Me obedece y vuelve a marcar después de unos segundos. Le pide a Giovanni que esté alerta ante cualquier situación extraña y le da mi número para que se comunique ante una emergencia, finalmente se despide.