Rubén Cortada como Ángel
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-¿Cómo está?- le pregunto a Lety cuando sale de la recamara y cierra la puerta. Estoy sentado afuera en una silla que supongo puso Meño hace rato que estuvo vigilando aquí.
-Ya se quedó dormida. Estaba muy alterada, le tuve que dar algo para dormir- me responde. -Tranquilo, le hablé a Quiroga antes de darle cualquier cosa- me explica cuando mira que estaba a punto de reclamarle. -Dormirá hasta mañana- me informa.
Después de traerla a la habitación estaba furiosa y llorando. Traté de que entendiera que era lo mejor para que estuviera protegida. Pero no se cansaba de acusarme de "bestia aprovechada". Decidí salirme de ahí antes de que se convirtiera en asesina, porque empezó a lanzarme todo lo que se encontraba en su camino. Debo estar agradecido de que no sea zurda, porque todas y cada una de las cosas que me aventó me pasaban tan lejos y eso la hacía enfurecer aún más.
Una vez afuera se me ocurrió que tal vez Lety podría razonar con ella, pero al parecer tampoco funcionó, al menos no la rechazó ni le arrojó nada.
-Te va a perdonar. Dale tiempo, está muy dolida por todo lo que ha pasado, pero es inteligente y noble, te va a perdonar- me dice para tratar de reconfortarme.
-Eso espero. Necesito pedirte algo. Vamos, preparé café- le digo.
Bajamos las escaleras y se sienta en la barra de la cocina. Yo saco un par de tazas y las sirvo, después me siento frente a ella.
-Dime, para que soy buena- pregunta de buen humor.
-Necesito que me localices al desgraciado que se negó a ayudarla y en vez de eso abusó de ella. Lo único que sé es que se llama Adolfo y es rubio. Probablemente viva en Mexicali porque Emma me dijo que iba de dos a tres veces por semana a la cantina- le digo es toda la información que tengo de ese imbécil.
-Veré que puedo hacer- me dice, puedo ver cierta determinación en su expresión.
-Emma me pidió que recuperara sus pertenencias del Hotel- le confieso. -Sus documentos, es lo que más le importa- aclaro.
-¿Quieres que vaya yo?- me pregunta. Yo niego con la cabeza.
-Voy a mandar a Meño y a Beto, porque necesito que se queden un buen rato montando guardia, no quiero correr el riesgo de que la gente de Chegoyo tenga vigilado el lugar.
***
-Buenos días. Emma está tomando un baño. En un momento subo a ponerle la gasa- me avisa Lety, al día siguiente, cuando baja por su taza de café.
-Gracias Lety- le respondo.
Ha pasado una semana desde que le dije a Emma que no podría salir de aquí. Desde entonces no me dirige la palabra. A veces ni siquiera la mirada, cuando llega a hacerlo es para hacerme saber lo mucho que me desprecia.