(23) Nuestro secreto.

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Con mi arma en mi mano y alerta comencé a caminar, me pareció escuchar una voz, una voz femenina.
Seguí caminando y esta vez escuché muchos rugidos.
Me acerqué al lugar de donde provenía y cuando pude ver que ocurría ví a una chica de pelo rubio, largo y rizado, más o menos de mi edad y de mi altura, quizás un poco más alta.
Estaba rodeada de caminantes e intentaba alejarlos con un bate cubierto de pinchos, también tenía unas cadenas de hierro que asomaban por su pantalón.

Decidí ayudarla, saqué mi arco y desde lejos comencé a matar a los caminantes más cercanos a ella.
Al ver que caían comenzó a matar también a algunos con su bate, la verdad, era buena luchando.
No tardamos mucho en acabar con todos, como no me había visto salí para acercarme a ella.
No me dió tiempo a reaccionar cuando me tiró al suelo, haciendo que me dé un buen golpe.

-¡Hey, que he sido yo la que te ha salvado la vida! -Dije tocando la zona afectada de mi cabeza.

Ella ni se inmutó, iba a decir algo cuando escuchamos un arma.

-Baja tu arma. -Sonó la voz de Carl, estaba apuntando a su cabeza.

La chica se vió obligada a bajar su arma y pude levantarme del suelo.

-Lo siento... -Dijo aquella chica.
-¿Te ha hecho daño? -Me dijo Carl apuntando con firmeza a la chica.
-No, solo me ha tirado al suelo. -Dije.
-No sabía que eras tu la que me había salvado, perdón, enserio. -Dijo.
-¿Que hacías aquí? -Le pregunté.
-Buscar suministros. -Contestó.
-¿Y tu grupo? -Preguntó Carl.
-Murió hace tiempo, estoy sola. -Dijo.

Miré a Carl quien desconfiaba, sé en lo que ambos pensábamos, en si traerla con nosotros o no.

-¿Te puedo hacer tres preguntas? -Le dijo Carl.

La chica asintió.

-¿Cuantos caminantes has matado? -Dijo haciendo la primera pregunta.
-¿Caminantes? -Dijo sin entender.
-Monstruos, seres, muertos vivientes... -Le aclaré.
-Ah, no lo sé ¿Muchos? -Contestó.
-¿Y personas? -Preguntó Carl haciendo la segunda pregunta.
-Creo que solo a una. -Contestó.
-¿Porqué? -Dijo Carl haciendo la tercera y última pregunta.
-Intentó matarme. -Dijo indiferente.

Miré a Carl y asentí, quizás pueda quedarse en Alexandría, obviamente debíamos de hablar con Rick.

-Tenemos un lugar seguro no muy lejos de aquí, quizás puedas venir. -Dije.
-¿Enserio? Muchas gracias. -Dijo la chica. -Ah, y siento mucho lo del empujón. -Me dijo.
-No importa. -Dije con una pequeña sonrisa.

No quedaba mucho para anochecer así que caminamos para Alexandría, íbamos pendientes por aquella chica, no podíamos bajar la guardia aún.

-¿Como te llamas? -Le pregunté.
-Lydia. -Contestó.
-Yo soy Taylor, y él es Carl. -Nos presenté.

Ella puso una sonrisa presentándose a nosotros.
Al rato de caminar llegamos a Alexandría y nos dirigimos a casa de Dianna donde se encontraba Rick.

-Hola chicos. -Nos saludó Dianna.

Nosotros hicimos lo mismo y Dianna y Rick miraron a Lydia.

-Se llama Lydia, no tiene grupo, pensamos que quizás podría quedarase.
-Ya le hice las 3 preguntas. -Dijo Carl.

Rick pareció pensarlo por unos segundos y terminó aceptando al igual que Dianna.

-Genial, en un rato puedo asignarte una casa. -Dijo Dianna.
-Gracias. -Dijo Lydia.

Carl y yo nos marchamos, al parecer el padre Gabriel le pidió a Carl que le enseñara a usar algunas armas así que mientras me dirigí a casa de Enid.

-Hey hola. -Dijo con una sonrisa al verme.
-Hola. -Dije sonriente.

Me ofreció pasar, me senté en el sofá y ella hizo lo mismo.

-¿Has visto a la nueva? -Le pregunté.
-¿Nueva? No, no la he visto. -Me dijo.
-La encontramos Carl y yo, al parecer está sola, le dejamos venir aquí. -Le informé.
-Supongo que eso es bueno. -Dijo.
-Si, además no hay mucha gente de nuestra edad por aquí. -Dije.

Me quedé un rato charlando con Enid.

-Por cierto, ¡No sabes lo que he encontrado! -Dijo entusiasmada.
-¿El que? -Pregunté curiosa.
-Ven. -Dijo dirigiéndose a su cuarto. -Pero debes prometerme que no dirás nada. -Dijo poniendo su dedo meñique.
-Lo prometo. -Dije cruzando mi meñique con el suyo en forma de promesa.

Llegamos a su cuarto y abrió el armario dejando ver una pequeña bola de pelo envuelta en sábanas.

-¡Es un cachorro! -Dije alucinada.

Me acerqué con cuidado a acariciarle, lamió mi mano con dulzura.

-¿Dianna permite esto? -Pregunté.
-Digamos que es un secreto. -Dijo Enid.

El amor no es siempre de sangre. /2ªTemporada 'No es más que un Apocalipsis'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora