Capítulo 11

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—¡SOPHIA!—escuché el molesto gritó de mamá lo que me llevó a soltar mi libro de golpe y así que me dirigí a ella dando fuertes pisadas, odio ser interrumpida cuando estoy leyendo.

Creo que muchas personas lectoras estarán de acuerdo conmigo, detesto que eso pase y sólo para que mamá no me ocupe para algo muy importante, ¿Cuál es la necesidad de ocuparme sólo a mí?.

—¿Qué quieres mamá? —bufé bajando las escaleras hasta llegar donde ella se encontraba.

Rápidamente me dio una mirada de desaprobación.

—Se dice mande, igualada—me apuntó, resoplé.

—¿Mande mamá? —resoplé girando mis ojos.

—Necesito que lleves esto a la madre de Nate, debo salir con urgencia con tu padre —ordenó entregándome una cacerola de vidrio —Le dices a la Sra. Harrington que puede utilizarla el tiempo que quiera, ten, llévate mi auto.

Me estira las llaves del auto.

¿A la casa de Nate? No, no.

—¿Qué? ¿Por qué no lo haces tú? No quiero encontrarme con... Ellos —digo de mala manera.

—No me discutas niña, es una orden, además no te entiendo, a cualquier chica de tu edad de hormonas alteradas hubiera aceptado sin dudarlo con tal de ver a ese tal Nate — Dijo sonriendo con picardía.

—Si, bueno, yo tengo novio ¿Recuerdas?.

—Como digas, por lo tanto, lleva eso —Respondió apuntando la cosa esta que tengo entre mis manos.

Maldición, ¿Por qué yo? Y ¿Por qué a la casa de Nate? Rezaré para no encontrármelo lo que es difícil tomando en cuenta que es su casa y posiblemente que se encuentre ahí jugando videojuegos o lo que sea que hagan los chicos mientras estén en casa, por otra parte, espero correr con un poco de suerte.

Me entregó las llaves, me di la vuelta para salir, subí al auto poniendo la cacerola en el asiento del copiloto, mamá me había dicho donde vive Nate y sé que puedo llegar, ojalá Dios se apiade de mí y no ponga a Nate en mi camino.

No lo he visto en los últimos tres días pero no es suficiente, necesito más descanso de sus grises ojos o su escultural cuerpo que me hace temblar de sólo pensar en él.

Después de un rato de ver nombres de la calles y un par de canciones finalmente llegué a mi destino, me bajé del auto junto a la cosa esa de mamá en mis manos.

Me acerqué a aquella casa grande frente a mí, era muy linda, me acerqué y toqué el timbre.

Esperé unos segundos hasta que la puerta se abrió, detrás de ella apareció un lindo chico de azulados ojos y gruesas cejas, tengo la certeza que jamás lo había visto en mi vida y lo sé porque son de esos tipo de chicos que no importa si solo lo ves una vez en la vida, son imposibles de olvidar.

Por favor díganme que no me equivoque de casa, no quiero pasar la vergüenza de mi vida con un chico así. A pesar del frío que habita en este lugar la mayoría del tiempo, él está usando unos shorts y una sudadera acompañada de una pequeña toalla colgada alrededor de su cuello para limpiar las gotas de sudor que desprenden de su cuerpo, su cabello está despeinado y húmedo, sin embargo, sus ojos son tan azules que llaman demasiado la atención de mi cerebro.

—¿Hola? —ese chico levantó una de sus cejas, se le veía confuso —¿Puedo ayudarte?.

—¿Aquí vive la Sra. Harrington? Por favor dime que si porque pasaría la vergüenza de mi vida si me dices que me he equivocado de casa —hablé tan rápido que estoy segura que no logró entender nada de lo que le dije.

Sin ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora