Aquí estoy de nuevo.
Ha sido un largas semanas de tareas y trabajos que aún debo entregar en un par de días, me he estresado con mucha facilidad pero eso es algo que no me preocupa porque Nate se ha encargado de hacerme sentir bien, algo que agradezco infinitamente. A veces me he sentido tan abrumada al estar rodeada de tantos problemas y la calidez de Nate me ha transmitido una paz interior que me hace sentir bien. Hoy estuvimos toda la mañana juntos, es sábado, por lo tanto ninguno de los dos hicimos planes, ambos decimos ir a dar un paseo por la cuidad riéndonos de cualquier cosa, no había preocupaciones, sólo disfrutábamos del aire frío que de alguna manera nos hacia sentir en casa.
Cuando dieron las seis de la tarde, terminamos con nuestro paseo así que volvimos, después de unos minutos solté un bufido cuando su auto se detuvo frente a mi casa, si soy sincera no quiero irme, sólo quiero estar un poco más a su lado, regreso a la realidad volteando a mi lado derecho observando sus grises ojos que me encantan a cada segundo.
—Hemos llegado —Sonrió pero no le presté atención, mi mente está enfocada en otra cosa.
Su mirada es tan... ¿Cómo decirlo? ¿Mágica tal vez? Tiene un hermoso tono de gris, alrededor de su iris tiene un tono más oscuro que los hacen lucir más profundos y que a la vez los ayudan a hacerse más notorios cuando cambian su tonalidad con el respectivo color de la vestimenta de Nate, en ocasiones se tornan un bello celeste claro pero cuando se convierten en verdes simplemente me vuelvo loca.
Continúe observándolo por unos segundos más, tiene un hermoso rostro, cada facción de él es tan patéticamente hecha la perfección, amo sus rosados labios y la manera en la que se expresan cada vez que habla, su barba que lo hace lucir tan maduro, la calidez de su piel, la forma en la que sonríe, no hay duda de que este chico me gusta, me gusta mucho.
—¿Quieres dejar de mirarme de esa manera? Me asustas —Dijo bromeando haciendo que dejará mis pensamientos a un lado.
—Soló pensaba algunas cosas —lo miré con picardía subiendo y bajando mis cejas con rapidez haciendo que Nate soltará una carcajada.
—Tu morbosidad puede ser peligrosa —afirmó.
—Si, es mejor que temas—le guiñé un ojo.
—Créeme, lo haré —afirmó, reí.
—Debo irme, fuiste muy amable por traerme—le regalé una sonrisa tranquila, él quitó la llave mirándome de la misma forma —En enserio agradezco que me traigas.
—No hay problema, mientras no me mires de esa extraña manera —escuchar su risa con su rosca voz es como un calmante, tiene ese don de alejar todas mis preocupaciones en cuestión de segundos, me hace sentir viva.
—No te prometo dejar de hacerlo, eres demasiado guapo como para no mirarte e imaginar cosas que no puedo mencionar—hablé abrochando los botones de mi abrigo, la temperatura comienza a bajar cuando la noche está por comenzar —¿Te han dicho lo guapo que eres? Debes ser uno de los favoritos de Dios.
—Qué graciosa — respondió sarcástico.
—De verdad, eres muy guapo —Respondí riendo un poco—Bueno, creo que debo irme —le sonreí y él asintió.
—Si, te veo luego.
—¿Tienes prisa? —pregunté curiosa.
—No en realidad, no tengo a otra parte a dónde ir—respondió encogiéndose en hombros.
—¿Quieres pasar?—pregunté tomando mi bolso que estaba entre mis pies, él asintió.
—No hay problema con tus padres, quizás les extrañe vernos juntos.
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Sin Control
RomanceHay algo en ese chico, algo en el azul grisáceo de sus ojos o en la exquisita fragancia que lo caracteriza, algo que no he logrado descifrar pero que sin embargo continúa arrastrándome directo hacia sus brazos. No sé quién es él, ni lo que busca en...