Capítulo 16

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Todo esto que aquella señora acaba de decirnos es científicamente imposible, apostaría mi cabello a que jamás en la vida había visto a Nate, en mi mente no hay ni una pequeña pizca de lograr recordarlo.

Un rostro cómo él que tiene es como un tatuaje en mi mente, puedo intentar una y otra vez pero jamás podré borrarlo por mi misma. Es absurdo, además si lo que ella dice fuera verdad porque mis padres no me dijeron nada, Nate ha ido mi casa un par de veces y ellos no hicieron nada para darme un empujón para recordar algo, al contrario, me mintieron creando otra historia.

No existe un diminuto recuerdo de Nate en mi antes de verlo por primera vez en aquella cafetería,  él al igual que yo sólo permanece en silencio haciendo un esfuerzo de una pregunta sin respuesta.

—Es tan divertido ver como ni siquiera se recuerdan —habló la abuela de Nate con una pequeña sonrisa antes de llevar la taza de café a sus labios, ella por su parte disfruta en tenernos en una clase de pelea mental.

Cómo lo dije antes, Nate estaba mirando el suelo hundido en sus pensamientos hasta que después regresó a la realidad.

—¿Nos das un segundo? Necesito procesar esto—dijo Nate levantándose del sillón para después tomar mi mano, salimos al enorme patio detrás de casa dónde ambos fuimos capaces de liberar nuestros pulmones.

—¿Estás bien?—pregunté cuando lo ví detenerse, él soltó mi mano y se giró a verme.

—¿Tú lo estás? —preguntó pasando sus manos por su oscuro cabello —Eso fue raro.

—Claramente no tengo idea de cómo debería sentirme —me encogí en hombros, él me dio una leve sonrisa —Ha sido interesante saber que ya nos conocíamos desde antes. Ha estado bastante bien, además, tu abuela me ha dejado algo bastante claro.

—¿Qué cosa? —él frunció el ceño en cuestión de segundos.

—Fingías que no te agradaba cuando en realidad estabas bastante interesado en mí —sonreí burlona alzando una ceja, él resopló —Y según dijo tu abuela, "soy la chica más hermosa que has visto ¿Eh?"

Mencioné haciendo comillas con mis dedos.

—Estás alucinando Sophia, no deberías creer lo que dice la abuela —Negó, continúe sonriendo—No me digas que le creíste.

—Te fascino, acéptalo —respondí guiñándole un ojo haciéndolo sonreír.

—Un poco —Sonríe ampliamente, lo miré unos cortos segundos, era muy guapo.

—Yo creo que mucho.

—Estás loca, Sophia, definitivamente —me sonrió, dio un paso hacia mí hasta que una voz lo detuvo.

—Lo veo y no lo creo ¿Nate Harrington?—un chico castaño apareció detrás de la espalda de Nate haciéndome voltear, el chico sostenía en sus manos un balón de baloncesto y de su hombro colgaba una pequeña toalla, a un lado de él se encontraba un agradable chica que me sonreía, ambos vestían una camisa de manga larga bastante ligera mientras yo usaba muchas prendas y aún así continuaba muriendo de frío.

Qué cosas ¿No? Una aquí congelándose en vida y estos chicos paseándose por la casa sin casi nada de ropa. Supongo que era la costumbre de vivir en este país, a Nate tampoco parecía afectarle el clima mientras que yo estaba casi segura de haber perdido la sensibilidad de los pulgares.

—¿Allen? —preguntó Nate al verlo, dio unos cuantos pasos hacia él y lo abrazó —Creí que te había tragado la tierra, no has venido muy seguido últimamente.

La chica que venía a acompañada de ese chico se dedicó a mirarme para después sonreírme amablemente, ella tenía unas lindas pecas.

—Ese eres tú, sabes que estoy todo el día en la oficina de tu padre y tú cómo siempre, acostumbras a no ir —Respondió el chico dando unas palmadas en la espalda de Nate.

Sin ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora