CAPÍTULO QUINCE

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POV Jimin

El agua corría por mi cuerpo y mi pecho ya se sentía más liviano después del teatro que hice en la iglesia.

Por momentos me reía de como las personas se impresionaban, pero después, caía en cuenta de lo que hice y sentía un gran remordimiento.

Pero necesitaba botar mi ira, sentir que por primera vez podía ser libre y decir lo que quisiera sin que nadie me juzgara. Necesitaba paz, botar el dolor que he llevado conmigo por estos meses.

Hay personas que logran llevar un dolor muy grande por años y aprender a vivir con él, pero yo me negaba; soy tan cobarde que no puedo.

A pesar de tener la valentía de desnudarme en una iglesia y maldecir a Dios miles de veces, era el más grande de los cobardes al no poder aceptar mi dolor y vivir con ello.

Cuando pasaba el jabón por mis piernas me sobresalte y solté un chillido por el roce del jabón con las marcas a carne viva.

Cada vez el dolor era más insoportable, pero no quedaba otra, tal y como el dolor en mi pecho, tenía que aprender a llevarlo.

Por mi mente en ningún paso ese encuentro con Jungkook, recordar cada segundo hacia que mi piel se erizara, mis manos temblaran y un escalofrío recorriera mi espina dorsal.

Aún podía sentir sus toque es mi cuerpo, su respiración agitada, sus manos temblando tras cada azote y sus labios despilfarrando cantidad de cosas sucias en cada embestida.

Mi misión, era que ese dolor reemplazara el dolor de la perdida de Jin, pero no podía engañarme a mí mismo. Los azotes eran cosquillas al lado de eso.

Terminé de ducharme, coloqué la toalla en mi cintura y salí, guarde la ropa que me puso Hanna en el baño y tomé los jeans que use en la mañana, una sudadera y unos botines.

Me paré en el marco de la puerta de mi habitación, di una vista a todo y suspire, sabiendo que estaba en casa.

Agradecía tanto todo lo que hacen por mí, pero como siempre, yo voy por el camino contrario, sin medir las consecuencias de mis actos y miedo es lo que siento con solo pensar que a ellos los pueda perder a causa de mis estupideces.

Vi que Hoseok estaba dormido en el sofá, se veía agotado y todo por mis ataques repentinos de desaparecer sin avisar, pero no volvería a pasar. No podría permitir verlos tan mal como los vi cuando entré al edificio. No me lo perdonaría.

— Quédate — Escuche, era la voz de Hanna.

Volteé hacia el pasillo y vi que Hanna estaba parada en la entrada de la cocina y Yoongi en la puerta viéndola después de lo que la castaña dijo. "Mi pequeña Hanna" pensé, por la ternura de escuchar su pedido y la cara de asombro y a la vez esperanza que Yoongi tenía.

Más le vale cuidarla, o arrancaré sus bolas con mis propias manos.

Si hay alguien que merecía ser feliz, era ella.

Recuerdo cuando la conocí el primer día de clases, con su sonrisa deslumbrante, su falda rosa pálido, maquillaje perfecto; toda una muñeca de porcelana. RM tenía suerte de tenerla, ella lo amaba más allá de los límites que el corazón podía tener, su día a día se basaba en hacerlo feliz y él, por supuesto, cayó enamorado de ella desde que la vió.

Sus palabras fueron claras al momento que vio aquella chica latina bajar de su auto, "Ella será mi novia", decretó; y ese mismo día, ya tenía a Hanna tomando su mano.

Salgo de mi ensimismamiento y veo que el pelinegro no se movía de la puerta y Hanna no emitía palabra, así que intervine, ayudaría a estos dos. Siempre hace falta alguien que de ese pequeño empujón en momentos así.

SPRING NIGHT © | SUGA - BTS. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora