CAPÍTULO UNO

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No es lo mismo sentir la primavera una vez al año que sentirla constantemente dentro de ti, llevo sesenta días sintiéndola en cada parte de mi cuerpo como si ya fuera parte de mí. A veces, siente como mis huesos se congelan y todo es blanco a mi alrededor sin un atisbo de color. Intentar dejar errores en el pasado es una de las cosas más difíciles que me he propuesto, más cuando ese error, tiene mi corazón en sus manos.

Hoy era el primer día de mi segundo año en la universidad, los nervios recorrían cada parte de mi cuerpo. Mientras que manejaba con mi mano derecha iba mordiendo las uñas de mi mano izquierda con la vista perdida en el camino y todo mi cuerpo temblando. El tiempo me paso volando a pesar de la mediana distancia que había desde mi apartamento hasta la universidad, cuando menos quieres llegar a un sitio, simplemente el tiempo vuela como queriendo hacerte sufrir, llevarte la contraria, aumentar las ansias.

Baje del auto y todo me parecía tan igual que antes a pesar del gran vacío que llevaba en mi pecho, ver a los de primer año me hace recordar mi llegada hace un año a lo que sería mi inicio a un futuro que había planificado toda mi vida. Era una chica segura, con una sonrisa para todos los que se me acercaban, siempre vestida con lo último en moda y con las ganas de empezar a vivir mi vida universitaria.

Sentí un dolor en mi pecho de esos que te dejan sin aliento, las lágrimas amenazaron con salir pero tomé una respiración profunda y me dije a mí misma que no podía decaer a pesar de que todas las miradas estaban puestas en mí, expectantes por lo que pudiera hacer. Escuchaba las pequeñas expresiones de las personas que pasaban a mi lado "es ella" "no parece" "se ve destruída" "debe ser fuerte lo que paso" "me da un poco de lástima" y cada una de ellas daban una punzada en mi pecho y revolvían mi estómago, este año sería largo.

Lo malo de conocer a muchas personas en la universidad es que todos siempre van a saber cada paso que das, cada cosa que haces y con quien hablas o no; y esa era mi condena. Miradas despectivas, cuchicheos a mis espaldas, miradas de lástima y hasta personas que se quitaban de la acera mientras yo pasaba caminando.

¿Cómo después de ser adorada ahora era la chica que daba lástima? ¿Cómo después de ser la chica de tacones impecables y vestimenta perfecta pase a ser la chica de botas obreras, pantalones rasgados y chaquetas gigantes?

Mientras caminaba hacía la entrada con mi cabeza baja, todos los recuerdos pasaban como pequeños pestañeos en mi mente, haciéndome encoger el corazón mientras que un nudo se formaba en mi garganta.

Mi teléfono vibro sacándome abruptamente de mis pensamientos, saque el artefacto de mi bolsillo y leí el mensaje de Hoseok.

Hoseok: 

"Sube la cabeza que se te cae la corona."

Hanna: 

"Idiota."

Subí la mirada y estaba mi mejor amigo con su sonrisa tan deslumbrante como siempre. Lo conocí hace un año, justo en mi primer día de clases, me encantaba su buena vibra y su manera tan alocada de ver el mundo, se convirtió en mi mejor amigo ese mismo día que lo conocí.

Camino hacia él mientras le regalo una sonrisa de lado, me abraza y puedo sentir esa sensación de hogar que sentía perdida desde hace tiempo, ya era inevitable poder aguantar las lágrimas que tanto había intentado no botar desde que llegue.

Solté el primer sollozo y sentí como sus brazos se apretaban más a mi alrededor. Dolía, quemaba, ardía ese sentimiento de falta en mi pecho. Culpabilidad, remordimiento, impotencia, tristeza, dolor, era como se podía describir la llegada de los recuerdos del pasado año a mi mente.

— Tranquila, aquí estoy, no te dejare sola pequeña gigante — Decía mi mejor amigo mientras acariciaba mi cabeza y mi corazón intentaba volver a recomponerse a pesar de que en el fondo sintiera que eso era imposible.

Sonó el timbre y Hoseok empezó a soltar su agarre, pude sentir ese vacío cuando sus brazos ya no estaban a mi alrededor, tomó mis mejillas en sus manos y me dio un pequeño beso en la nariz.

— Entremos, dame tu mano... — La tomó sin siquiera esperar que pudiera moverme y me halo hasta entrar en el recinto.

Caminábamos a pasos rápidos para poder llegar al salón de clases, la mano de Hoseok asfixiaba la mía de lo fuerte que la mantenía agarrada, pero se sentía bien, él era el creador de las pocas sonrisas que había podido sacar de unos meses para acá.

Al fin llegamos, mi amigo tomó mi bolso colocándolo tras una de las sillas y él colocó su bolso justo en la silla de al lado. Hizo una reverencia para darme paso a mi sitio y él se sentó viéndome con una sonrisa mostrando sus perfectos dientes.

Poco a poco su sonrisa  fue disminuyendo dejando solo una pequeña sonrisa de lado, tomó mi mano y depositó un beso en el torso de esta, me miró a los ojos y sabía que podía leer mis pensamientos.

— Todo estará bien, yo me ocuparé de que sea así... — sonrío y da un beso en mi mejilla. — Al salir de aquí iremos a tu apartamento, cocinaré para ti y veremos películas, es más, me quedaré contigo hoy.

Asentí por fin soltando una sonrisa verdadera.

— Te quiero, Hoseok. — Mi garganta ardió al momento de hablar ya que no había pronunciado palabra en todo el día hasta ese momento.

— Lo sé — Sonrió y volteamos la vista al frente al ver que el profesor había entrado.

Por suerte, era uno de mis profesores favoritos. Estudiábamos Arte, y el profesor Chin se encargaba de darnos "Historia del Arte" en el primer año.

Recuerdos volvieron a mí cabeza, apreté los puños encima de mis piernas y respire profundamente para poco a poco sentir como el nudo en la garganta iba desapareciendo.

*Flashback*

— Me dormiré si esta clase sigue así de aburrida. — Dijo en mi oído, me estremecí por sentir su aliento en mi oído, voltee y pude ver a un chico con el cabello plateado, ojos pequeños y la mirada fija al frente mientras se recostaba de su brazo.

Se dio cuenta de mi mirada y volteo a verme, me regaló una sonrisa y pude ver pequeños hoyuelos formándose en sus mejillas, sonreí por la ternura que me había dado la creación de estos.

El chico era bastante atractivo, su cabello plateado hacia atrás me encantaba, sus ojos pequeños, piel bronceada, linda sonrisa, se vestía muy bien y tenía una voz profunda que hacía que mis hormonas despertaran, era totalmente mi tipo. Extendí mi mano por debajo de la mesa.

— Me llamo Hanna. — Su sonrisa se expandió dejando ver una línea perfecta de dientes. Tomó mi mano y la apretó.

— Yo soy Namjoon, RM para los amigos.

— ¿RM? — Pregunté interesada en porque un apodo nada parecido a su nombre.

— Ven a almorzar conmigo después de clases y te explicaré. — Extendió su teléfono hacia mí para guardar mi número en él.

No era una chica que sufría de nervios, pero sentía pequeñas mariposas en mi estómago, mi corazón latiendo con fuerza y unas grandes ganas de almorzar con este chico de cabello plateado.

Guarde mi número en su celular y se lo entregue.

— Estaré esperando tu llamada. — Mordió su labio y sonrió.

— Me encanta escuchar eso. — Me guiño un ojo haciendo que mis mejillas se sonrojaran, volteó la vista al frente y me decidí a hacer lo mismo para terminar de ver la aburrida clase.

*Fin Flashback*

SPRING NIGHT © | SUGA - BTS. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora