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na: esta historia no está completa ni lo va a estar. 

Vuelvo a subir la historia porque mucha gente lo había pedido. Sin embargo, me gustaría aclarar que es una historia con temas sensibles. Me hubiera gustado tratarlos mejor y más extendidos, pero al final ha sido una historia que me ha consumido. 


Félix miró a sus padres con los ojos cristalizados. Se había prometido a si mismo que no volvería llorar, al menos no en frente de su madre. Esta se encontraba secándose las lágrimas con un pañuelo, ignorando la apenada mirada que su hijo le daba. Al lado de su madre estaba su padre. En su caso no se estaba limpiando las lágrimas, pues no tenía. Él solo miraba a su hijo con el rostro nulo, denotando un poco de decepción en el. 

  — Es por tu bien hijo. Realmente nos has decepcionado. —  comenzó a hablar el mayor, apoyando una mano en el hombro del pelinegro. Este se limito a agachar la cabeza. — Pensé que te habíamos inculcado bien los valores, pero veo que me equivoqué. 

Tras decir eso retiró su mano y se dio la vuelta, entrando en su casa. La madre de Félix le siguió, sin despedirse de su hijo. Una punzada de dolor se formó en el pecho de Félix. ¿De verdad había hecho algo tan malo aquella tarde? Por más vueltas que le daba aún no había logrado encontrar en lo que había errado. Sus padres le habían enseñado que Dios es amor y que había que amar al prójimo. Entonces, ¿porqué tanto revuelo cuando aquella tarde su madre le había pillado en la cama con su compañero?

Soltó un suspiro dispersando esos pensamientos de su cabeza. No era momento para pensar en ello. Ahora tan solo tenía que concentrarse en portarse lo mejor posible para salir cuanto antes del internado. Subió al autobús con los ojos aún algo cristalizados y con la cabeza agachada. Se sentó en el único sitio libre, al lado de un pelirrojo.

  —  ¡Bienvenido al autobús del horror! Destino final: la muerte edificada. — exclamó el pelirrojo en cuanto Félix se sentó a su lado. Este esbozó una leve sonrisa, agradeciendo el intento del chico por socializar con el. 

— "Pero menuda forma más rara de hacerlo." —  pensó observándole de reojo. Después de que dijera eso, el chico se quedó callado. Félix se mordió el labio inferior al ver que no decía nada más. Quería tener al menos un amigo, y realmente el chico parecía majo. Dejando de un lado la vergüenza, decidió romper el silencio.—  Soy Félix, por cierto.

Enseguida sintió como su rostro se encendía debido a la vergüenza. ¿Y si aquel chico solo quería hacer esa broma pero no quería hablarle? ¿Y si no quería ser su amigo? ¿Y si sabía su atracción sexual? Esas dudas invadieron su mente, pero no aguantaron mucho tiempo pues el pelirrojo soltó una sonora carcajada que distrajo al pelinegro.

—  No estés tan tenso, Félix. Soy Jisung. —  se presentó, esbozando una amplia sonrisa. — Pensé que la broma te había sentado mal o que habías venido al internado por cuenta propia. 

Félix negó con la cabeza, al final las dudas que tenía se disiparon.

Entre risas y conversaciones los dos desconocidos pronto pasaron a ser amigos. Así el viaje continuó y poco a poco se acercaban a su destino: El Internado Deerfield.

 Así el viaje continuó y poco a poco se acercaban a su destino: El Internado Deerfield

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¡Hola, hola! El día de hoy vengo con el inicio de un fanfic. Llevo mucho tiempo queriendo hacer esto, pero nunca me había venido la inspiración para comenzar. A pesar de haber tardado mucho en hacer el prólogo, no me gusta mucho como ha quedado, pero prometo que iré mejorando. Espero que os guste esta historia, y como toda autora, me gustaría que comentarais que os parece, sea para bien o para mal.

Bad boys; stray kids.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora