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Tomad vuestra ración de Hyunmin.

Seungmin agarró la manga de Jisung, impidiendo que este se moviera. Conocía lo suficiente a su compañero como para saber que iba a ir corriendo a consolar a Félix en cuanto tuviera oportunidad. Pero si lo hacia, sería mucho peor para los dos. Al parecer, Jisung captó el mensaje, pues tiempo después sintió como caminaba detrás suyo.

Seungmin identificó a Changbin entre todo el gentío. Miraba al pecoso con una mueca de preocupación en su rostro. Vio como Minho se acercaba a él y tiraba levemente de su manga, justo como Kim había hecho segundos antes con Jisung. Mirando una última vez a Félix, Changbin salió de la capilla.

Antes de salir por completo de la capilla, los ojos de Seungmin se enfocaron en un pelinegro, Hyunjin. La mirada de ambos se encontró y pese a estar separados por varios metros, Seungmin musitó un pequeño "hola". Sintió como una agradable presión se instauraba en su pecho en cuanto Hyunjin correspondió aquello con una sonrisa. Pasaron los segundos y ambos seguían mirándose entre ellos, sin decir nada y sin hacer nada. Los alumnos pasaban entre ellos, pero eso parecía importarles, ya que siempre encontraban un pequeño hueco donde podían verse.

Y por fin, con una pequeña sonrisa, Hyunjin rompió el contacto visual con él. Con confusión, Seungmin observó como el mayor caminaba en dirección contraria a las aulas, concretamente hacia la capilla. O eso pensaba él, pues al final Hyunjin terminó entrando en una puerta contigua a la capilla, la de emergencias.

Aquella puerta daba de nuevo a la capilla, pero constaba de un largo pasillo para llegar a ella. Seungmin conocía a la perfección ese pasillo. Solía ser uno de los lugares de encuentro con Hyunjin. Y además, fue el lugar donde hablaron por primera vez. Pero, ¿porque Hyunjin se dirigía hacia aquel lugar? No podía evitar que le pícara la curiosidad, así que poco a poco (y cuando ya casi no quedaba nadie) se dirigió hacia aquella puerta. Primero, asomó su cabeza, pero todo estaba oscuro.

— ¿Hyunjin? — preguntó en un murmuro. No quería ser descubierto por ningún profesor, así que lentamente entró en el pasillo. ¿Donde narices se había metido?

Soltó un pequeño bufido y se dio la vuelta, listo para volver a su clase. Antes de abrir la puerta, sintió como alguien le rodeaba la cadera y tiraba de él, impidiendo que saliera. En el preciso instante que su espalda chocó con el pecho del contrario sintió como la colonia de Hyunjin nublaba todos sus pensamientos. Sonará cursi, pero en la mente de Kim aquel perfume le transmitía una grata sensación de seguridad y (aunque le costara admitirlo) excitación cada vez que lo olía.

— Aquí estoy.— respondió suavemente el mayor. Soltó la cadera de Kim y procedió a encender las luces del pasillo, iluminando por completo la estancia. Seungmina iba a reprochar aquel acto, pero Hyunjin se le adelantó.— Ya lo he comprobado, no hay nadie.

Aquella frase la acompañó rodando los ojos. Seungmin sonrió tiernamente ante aquello y sin darse cuenta, comenzó a caminar hacia la capilla, siguiendo a Hyunjin. Durante todo el camino, ninguno dijo nada, tan solo se miraban de vez en cuando, soltando pequeñas risas o sonriendo. Una vez allí, Seungmin fue el primero que se sentó en uno de los bancos y Hyunjin se sentó justo a su lado.

— Y bien, ¿cómo es que me has seguido? — preguntó con diversión Hyunjin, al mismo tiempo que alzaba una ceja.

El menor imitó el gesto del contrario, y agregó la cruzada brazos. Antes de contestarle, pensó que iba a decir. ¿Acaso tenía una razón por haberle seguido? La respuesta era simple: no. Lo había hecho por puro impulso. Pero claro, no iba a responderle aquello.

— Te recuerdo que soy el presidente, Hwang.— comenzó a hablar, intentando permanecer lo más serio posible.— Y he visto que te ibas a saltar las clases, así que venia para impedirlo.

Bad boys; stray kids.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora