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Aviso: este capítulo continente material sensible. Por favor, si no os gustan las escenas de tortura, saltadlo. 

Con cariño y amor: Ann.

Las clases habían terminado más rápido de lo que Jisung quería. Algo irónico , pues normalmente eso no es lo que los adolescentes quieren. Pero en este caso, Jisung no quería que se terminaran las clases por Félix. Tenía algo de miedo por lo que el profesor podría decirle, aunque el pecoso no parecía estar completamente tranquilo.

Se encontraba recogiendo sus cosas lentamente, mirando cada segundo como el Australiano permanecía en su sitio, tal y como le había indicado el profesor Wang al principio de la clase. Félix no le devolvió la mirada en ninguna ocasión, aunque eso ya se lo esperaba.

— Señor Han, debería darse prisa. No tengo toda la tarde.

Ante aquella voz, Jisung sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Murmurando un pequeño "sí", terminó por recoger las cosas y se dirigió a la salida. Antes de salir, no pudo evitar dar una ultima mirada a Félix. Pero en aquella ocasión, sus ojos chocaron directamente con los de Félix, siendo la primera vez que lo hacían desde la fiesta.

Con mucha fuerza de voluntad, Jisung salió del aula, cerrando la puerta tras él. Dejando a Félix completamente solo. Se quedó unos segundos con la espalda apoyada en la puerta, reflexionando sobre que debía de hacer. ¿Decírselo a Seungmin? ¿A Minho? O tal vez... Tal vez se lo debería de decir a Changbin.

(...)

— Lee, por favor siéntate aquí. — con una cínica sonrisa, el profesor le indicó un sitio en primera fila. Titubeando, el pecoso se dirigió a donde indicaba.

Apartó la silla con su diestra y se sentó en ella. Estaba acercando la silla a la mesa cuando un gran golpe que resonó por toda el aula impactó contra su mejilla, pillándolo completamente desprevenido. No pudo evitar soltar un pequeño gemido de dolor en cuanto el calor comenzó a expandirse por su rostro, aumentando por momentos. Aquel manotazo le había dejado literalmente temblando en el sitio, completamente aturdido.

— Eres muy lento, nenaza.— pronunció la ultima palabra casi con asco, mirando como su alumno comenzaba a derramar algunas lágrimas. Félix tenía la cabeza agachada y se sobaba levemente la mejilla golpeada, intentando no hacer demasiada presión con su mano.— Mírame cuando te hablo, joder.

Tras esas palabras, el profesor dirigió su diestra al pelo del pecoso, y sin contemplaciones tiró de el hacia atrás, haciendo que el menor levantara la cabeza mientras un desgarrador llanto salía de su garganta. Wang vio con satisfacción la expresión de dolor y terror en los ojos de Félix. Ojos que hasta hacia unas horas brillaban con ilusión, pero que en ese momento se encontraban sumergidos en lágrimas. Un nuevo tortazo resonó, aunque esa vez fue en la otra mejilla, provocando un nuevo sollozo por parte de la víctima. Félix había llegado a un punto en el cual no sabía como sentirse. Aquello era tan espontáneo, tan utópico...

A pesar de la ardiente sensación y del agarre en el pelo, el pecoso alzó la mirada. No quería volver a sentir aquel fuerte tirón en el pelo. Fijó sus orbes en los del contrario y tragó saliva. Eran tan oscuros y carentes de sentimientos que sentía como si fueran unos agujeros negros, apunto de acabar con su existencia. El profesor volvió a alzar la mano y por puro reflejo, Félix cerró los ojos. Pero el golpe nunca llegó. Por el contrario, sintió una lleve caricia en su mejilla derecha. Lentamente, abrió los ojos, aún con temor.

— ¿Te he hecho daño?— aquel tono fue bastante más dulce que el que había empleado con el hacia poco tiempo. Las caricias no cesaron, y extrañamente cada vez eran más delicadas. Pero aquello no tranquilizaba al pecoso, tan solo le hacía temblar aún más. Cada fibra de su cuerpo se revolvía con el simple rozo del profesor.— Lo siento...

Bad boys; stray kids.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora