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Notita al final. Al igual que el capitulo anterior, este contiene material sensible.


Félix abrió los ojos por décima vez en cinco minutos. Esperaba que de alguna forma, la luz volviera a aquel cuarto. Pero no ocurrió. Resignado, volvió a cerrarlos. No sabía cuanto tiempo llevaba allí de pie y solo. Lo único que sabía con certeza era que sus piernas temblaban como nunca lo habían hecho, forzadas a mantener todo el peso de su cuerpo. Hacia tiempo que había dejado de sentir el dolor de los pinchos, de alguna forma se había acostumbrado a él.

A pesar de todo, la sangre seguía cayendo por su cuerpo, empapando su camisa blanca. No quería imaginar lo difícil que iba a ser lavar aquello. Si lograba salir vivo de allí, claro está.

— "Félix".

Tan rápido como escuchó esa voz, abrió los ojos. Dio un paso hacia delante, intentando escuchar la procedencia de aquella voz y rasgando su piel aún más, aunque apenas notó el dolor. Todos sus sentidos estaban puestos en la voz.

— "Félix cielo, nos has vuelto a decepcionar."

El pecoso abrió la boca, intentando gritar que no era su intención, pero ningún sonido salió de ella. Sentía como unas zarzas imaginarias se cernían torno a su garganta, oprimiendo primero todo su torso. Sus ojos escocían, pues ya no le quedaban más lagrimas para derramar, pero lo único que quería hacer era llorar.

Ningún castigo físico le había producido antes ese dolor. El dolor que solo las palabras de su madre le podía ocasionar.

Quería gritar a los cuatro vientos que no era su culpa, que el no podía evitar amar a un hombre. Que quería ser tal y como sus padres quería.

— "Te enviamos a un colegio privado. Nos gastamos una cantidad absurda en que vuelvas a ser normal, ¿y así nos lo pagas? Siendo aún más maricón si es posible. Hijo... No, no eres mi hijo. Eres un ser repugnante que yo no he criado.

— Por favor...parad...— musitó quebradizamente ante las duras palabras de su padre.

— "Aprende de tus errores hijo, no dejes que él mal te corrompa. Se que en el fondo sigues siendo mi pequeño angelito, solo que...solo que te has juntado con malas compañías."

Fue tras aquella frase cuando sintió los pinchos alejarse poco a poco y se encendió la luz.


(...)

La campana sonó, indicando el fin de la última clase. Jisung se levantó rápidamente de su sitio y metió desordenadamente las notas que había tomado en clase, sin importar si se doblaban. En esos momentos lo que más le importaba era encontrar a Seungmin cuanto antes.

Recorrió los pasillos en dirección a su cuarto, rezando por que estuviera ahí. Abrió la puerta y al instante la cerró al ver que no había nadie.

Entonces se dirigió hacia su segunda opción: el despacho del consejo de estudiantes. Por suerte para él, estaba a menos de cinco minutos de su cuarto.

En cuanto llegó frente a la puerta, tocó dos veces.

— Adelante.— la voz de Seungmin le invitó a entrar, confirmando la teoría de que estaba.

Entró dentro del cuarto, cerrando la puerta tras él.

— ¿Jisung?

— ¡Jisung!

Dos diferentes voces le nombraron. Seungmin se encontraba desconcertado ante la presencia del su compañero, pues nunca antes le había visitado en el despacho.

Bad boys; stray kids.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora