//Reeditando//
Ellos cinco eran tan diferentes como el día de la noche.
La Primera era tímida.
El Segundo era un mujeriego.
El Tercero era demasiado amable.
El Cuarto era un pésimo cantante de rap.
El Quinto era un meticuloso perfeccionista del ord...
Su nombre era Sara y bueno se consideraba una chica normal a la que le gustaban los animes, era una otaku y estaba orgullosa de ello. Era una estudiante universitaria de fotografía, tenía 18 años aunque se veía como una niña de 14 y no solo por su rostro sino también por su tamaño, media 1,64 pero no le molestaba en lo absoluto su estatura, le gustaba ser pequeña, se podía decir que era algo tímida y un poco antisocial, y no es que no le gustara estar con otras personas, simplemente nunca sabia que decir para mantener una conversación trivial, si se trataba de conversaciones importantes aportaba lo justo y necesario, cuando se reunía con sus amigos permanecía la mayoría del tiempo callada escuchándolos hablar y cuando decía algo eran algunas monosílabas o solo asistía y negaba con la cabeza, sus amigos la aceptaban tal y como era y estaba profundamente agradecida con ellos.
Tembló levemente, tenia frío el aire acondicionado del transporte universitario tenia la temperatura muy baja, se estaba congelando, tuvo que sacar su mano derecha del bolsillo de su sudadera para acomodarse el audífono que se le cayó de la oreja, la música sonaba lo más alto que el mp3 permitía, sonrió el opening 16 de One Piece sonó, su opening favorito del anime, amaba esa serie había visto todos los capítulos, los 829 y esperaba ansiosa que llegara el sábado para ver el nuevo capítulo que saldría, incluso había comenzado a leer el manga solo le faltaban tres volúmenes y lo terminaba, estaba obsesionada y lo sabía, considero el hecho de comprar los videojuego y jugarlos, aunque con los trabajo de la universidad no tenía tiempo para casi nada.
Su parada estaba cerca, se levanto del asiento y se coloco su mochila en el hombro derecho, bajo del trasporte sintiendo el radical cambio de temperatura de frío a calor en un santiamén, camino tres cuadras hasta que llego a su departamento, entro y se dirigió al baño quería darse una ducha lo más rápido posible, se sentía sudada y no le gustaba esa sensación.
Después de su merecida ducha, entro a su habitación a cambiarse, se coloco un pantalón de mezclilla roto en las rodillas azul claro y una sudadera color negra con nubes rojas se la puso encima de su brasear sin una camisa abajo, total nunca se quitaba la sudadera porque no le gustaba mostrar sus brazo, bueno en realidad no le gustaba mostrar su cuerpo, se sentía acomplejada y no podía evitar sentirse así, ella era de lo más normal y común, tenia el cabello negro hasta los hombros y ojos marrones, no era fea pero tampoco era la más bonita, los que más destacaba de ella sería el lunar que estaba a la derecha de su nariz.
Se coloco unas converse rojas con trenzas negras, al terminar de vestirse se peino el cabello y lo amarro en una coleta baja, salió del cuarto rumbo a la cocina, abrió el refrigerador buscando algo rico para merendar.
- Miau.
- ¡DIOS! -Grito del susto, giro la cabeza en dirección a la mesa y vio a un Gato negro con el ojo derecho verde esmeralda y el ojo izquierdo azul diamante, ¿¡Qué hacia ese gato en su departamento!? ¡Era el octavo piso! no pudo haber entrado por la ventana era ¡ilógico!- ¿Qué haces aquí pequeño? -susurro con cariño acercándose al minino, estiro la mano lentamente para acariciarle la cabeza justo cuando sus dedos tocaron al felino todo se volvió negro y lo último que recordaba era dos luceros uno verde y el otro azul.
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