//Reeditando//
Ellos cinco eran tan diferentes como el día de la noche.
La Primera era tímida.
El Segundo era un mujeriego.
El Tercero era demasiado amable.
El Cuarto era un pésimo cantante de rap.
El Quinto era un meticuloso perfeccionista del ord...
Su nombre era PJ y él era el mejor cantante de Rap de la historia, bueno tal vez exageraba un poquito, o tal vez bastante, lo cierto que algo que lo apasionaba era rapear, la manera de improvisar frases en un tiempo relativamente corto, eso era arte, si fuera por él daría toda su vida al mundo del espectáculo como rapeto, pero, siempre había un pero, a su amada madre no le hacía gracia que su único hijo perdiera su vida de esa manera, palabras de su progenitora no de él. Y él tenía que hacer lo que ella quería al fin y al cabo vivía bajo su techo, al final se dedicaba a estudiar medicina en una buena universidad.
Aunque eso no quería decir que no fuera un rapero más adelante, apenas contaba con 19 años tenía toda una vida para eso, el era de complestura delgada, cabello castaño y ojos miel apenas media 1,69 era bajo y por eso siempre lo molestaban y no solo por su estatura; siempre le decían que nunca podría cumplir sus sueños, no les daba importancia al final solo era unos neandertales, claro pero había un pequeñito detalle que lo sacaba de quicio cuando se burlaban de el por ver animes, eso lo ponía furiosos, como si ellos nunca en su vida hubieran visto uno.
Si él era un Otaku, y amaba el anime tanto como al rap y su madre, su personaje favorito era Killer Bee de Naruto Shippuden, y aunque el Jinchuriki era genial su anime favorito era One Piece, a pesar de que su sueño más secretos es ser parte del mundo de los pitaras, tenía uno aun más imposible y era le hubiera gustado nacer con el color de piel de su madre, ósea ser negro, pero no, ¡tuvo que heredar la piel pálida del desgraciado de su padre!, el muy bastardo había estado jugando con su querida madre y cuando el venia en camino el muy maldito desapareció. Lo odiaba con toda su alma en especial cuando alguien le preguntaba si era adoptado, ¡Por Dios! acaso era imposible ser blanco y tener una madre negra, para mucho eso no era posible.
Termino de vestirse; en dos hora tenía su primera clase de la semana, su vestimenta del día eran unos zapatos deportivos verdes, un pantalón verde manzana, un suéter de algodón negro y algo que no le podía faltar era sus audífonos los cuales descasaban en su cuello, tomo su mochila y se la llevo al hombro, salió de su casa escuchando rap, esa era su rutina escuchar música mientras caminaba hasta la universidad, la cual quedaba relativamente lejos pero le daba igual le gustaba caminar, cuando iba por una zona arbolada pudo ver a un pequeño gato negro en la cima de un árbol, se quito un audífono y pudo escucha perfectamente los maullidos de auxilio.
- Miau, Miau, Miau...
- ¿¡Como demonios hiciste para quedar tan arriba!? -Le pregunto y lo único que recibió de respuesta fueron más maullidos, dejo la mochila en el suelo y comenzó a trepar el árbol, tarea nada fácil para alguien que no hace ejercicio y a eso le sumas delgadez y nula fuerza en los brazos, estaba seguro que estaba haciendo el ridículo, pero no podía ignorar los lamentos del pobre animal, al final había llegado a la rama donde estaba el gato, aunque llego cansado y sudoroso, cuando vio al felino de cerca pudo notar lo curiosos de sus ojos uno verde y otro azul, estiro su brazo para tomarlo pero justo cuando lo toco todo se volvió negro.
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