Pov. Sebastián
La posición en la que se encontraba era incomoda con la cara contra el duro suelo, abrió los ojos, una luz muy deslumbrante fue con lo que se topo entre cerró los ojos, aunque al final tuvo que parpadear para acostumbrarse. Se levanto poco a poco, ya de pie empezó a sacudirse cualquier suciedad que tuviera encima, al culminar su tarea dirigió su atención a la mesa que estaba al lado de él en ella había un frutero, levanto una ceja incrédulo más que frutas parecían ¿¡Akumas no Mi!? Eso no era posible, pero la realidad era que cada una tenia remolinos y un color no propio de la fruta ¡Eso tenía que ser una broma! Saco de su bolsillo un pañuelo y con él en la mano izquierda tomo lo que parecía una manzana naranja con remolinos, lo peor del caso era que parecían ¡Reales!
Dejo la fruta en su lugar y negó con la cabeza, ¡Las Akumas no Mi no existían! se dio la vuelta y se recostó en la mesa, el lugar en el que se encontraba era un cuarto en blanco, a la vista no había ventanas o puertas, además de la mesa en la que estaba apoyado no había otros objetos, aparte de el había otras cuatro personas, tres hombres y una mujer, pudo ver que la chica aun estaba dormida y dos de los chico intentaban despertarla, su vista callo en el pelinegro, y una furia lo envolvió, era el maldito de ¡Alex! El mujeriego de la ciudad, el que se había acostado con toda mujer que le llamara su atención, ninguna mujer era un reto para ese sujeto.Lo vio con odio ¡Él! Había seducido y acostado no solo con una sino que con tres de sus hermanas y el desgraciado cuando tuvo lo que quería simplemente se fue diciendo “Fue un buen polvo, pero no me busques más, total ya me diste lo que quería” esa frase se las dijo a cada una de sus hermanas, las tres habían quedado destrozadas y se dejaron de hablar entre sí por culpa de él. Su familia estuvo muy rota en ese tiempo, jamás se lo perdonaría.
– ¿No hay nada de qué preocuparse? No me hagas reír, en mi opinión hay mucho de qué preocuparse ¡Leo! ¡Como el hecho de que estamos atrapados! –esas palabras lo sacaron de su pensamientos y puso toda su atención en la plática, el chico rubio se levanto y se dio la vuelta para encarar a Alex, resulto ser Leo, se sorprendió enormemente al verlo a él también en ese lugar, a Leo lo conocía por que su madre y la de el eran amigas cercanas así que de pequeños jugaban juntos.
–Sería mejor que dejaran de discutir, y nos concentráramos en cómo salir de aquí –dijo deteniendo la discusión– Leo, Alex –se encargo de agregar un tono de desprecio al decir el nombre de Alex.
–Ah Sebastián ¿Tú también estas aquí? –le pregunto Leo, el chico era buena persona y también inteligente pero para algunos caso era un idiota ¿Cómo iba a preguntar eso? ¿Acaso no lo veía?
–Si yo también estoy aquí, en vez de hablar deberíamos buscar una salida entre todos –ambos asistieron con la cabeza dándole la razón.
– ¿¡Pero qué!? –escucho no fue muy alto, si no fuera sido porque todos estaban callados no habría escuchado la voz aguda y casi delicada de la única mujer en la habitación. Se giro a verla, cuando sus ojos se fijaron en ella puedo ver que estaba pálida y que algo se movía dentro de su sudadera.
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Una Gran Aventura en One Piece
Fiksi Penggemar//Reeditando// Ellos cinco eran tan diferentes como el día de la noche. La Primera era tímida. El Segundo era un mujeriego. El Tercero era demasiado amable. El Cuarto era un pésimo cantante de rap. El Quinto era un meticuloso perfeccionista del ord...