Pov. Sebastián
Una radiante sonrisa estaba en mi rostro al sentir el viento golpear mi rostro, volar era realmente emocionante, mis alas aleteaban permitiéndome uno de los deseos más primitivos del Hombre, Volar, desde el aire todo se veía realmente pequeño, nunca espere esta satisfacción al volar si lo hubiera sabido me hubiera unido a la fuerza aérea en vez que la marina.
— ¡Candyyyy-chaaaan! —Grito un Okama que apareció justo al frente de mí.
—Demonios —Me detuve abruptamente para seguidamente retroceder—. ¿Cómo pudo llegar hasta aquí arriba? No estoy precisamente volando bajo.
Vi la sonrisa del Okama al caer, y en ese momento recordé que estaba en el mundo de One Piece y que casi todo el mundo tenía habilidades especiales, no había pasado ni un minuto cuando un grupo de Okamas salto hasta llegar a donde estaba y comenzaran a atacarme a una gran velocidad y tratar de ponerme vestidos.
Los muy Malnacidos podían mantenerse en el aire por unos cinco segundo tal vez no era mucho pero cada segundo que estaban en el aire eran tres golpes que me lanzaban, podía bloquear la mayoría gracias a mi vista más aguda, mis oídos más sensibles y si por alguna razón traspasaban mi defensa y me golpeaban no me dolía, mi cuerpo recubierto de escamas me protegía.
—Vamos Candy-chan ponte un vestido —Dijo uno con la lengua a fuera viéndose aterradoramente perturbado.
Chille— ¡NUNCA!
Estire mis alas lo más que pude y luego las batí tan fuerte que chocaron entre ellas como si hubiera aplaudido, el efecto fue el deseado todos los Okamas que estaban cerca salieron volando gracias a la ráfaga de viento que cree e incluso alguno recibieron cortadas.
—Jamás me volveré a poner un vestido —Más que palabras trataba de convencerme a mí mismo.
Para mi horror los recuerdo de mis hermanas poniéndome vestidos peinando mi cabello y colocándome maquillaje me llegaron y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
—Qué lindo te vez Candy-chan —Expresó uno aplaudiendo muy orgulloso de su obra de arte.
— ¿Ah? —Mire a mi ropa y con horror me di cuenta que llevaba un vestido rosa ¿En qué momento? —. ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!
Mis manos se volvieron más gruesas y comenzaron a cambiar, escamas rojas con un toque de rosa comenzaron a parecer, mis uñas se volvieron garras, no espere para rasgar el dichoso vestido para seguidamente prenderle fuego, sonreí al verlo cubierto en llamas.
—No, No, No Candy-chan —El mismo Okama me vio reprobatoriamente.
Recibí una poderosa patada en la cabeza que me mando al suelo, la tierra retumbo cuando choque, sorprendentemente no me dolió, me senté en un inmenso cráter y me di cuenta que al momento de romper el bendito vestido también había rasgado mi camisa, mi torso estaba descubierto pero para mi suerte aún conservaba mis pantalones, levante una ceja cuando note lo tonificado que estaba mi torso, esa mañana no estaba así lo recordaría si de así fuera.
—Hasta tableta de chocolate tengo —Murmure en el momento que esquivaba un puñetazo—. Demonios baje la guardia.
Estaba completamente rodeado.
—KYYYYYYAAAAAAAAAAAAAAAAA.
Comenzaron los Okamas asustándome, había algo en sus miradas que me ponía la carne de gallina.
—Quiero tocarlo.
—Yo también.
—Y yo.
—Que sexy.
—Los de lentes me encienden.
Me estremecí de arriba abajo esos Okamas ya no querían corromperme, bueno si aún lo querían pero de una manera muy diferente que al principio, esa mirada en sus ojos gritaban lujuria y hambre, no pude evitar tratar de cubrir mi desnude de esos ojos perversos.
—Candy-chan~ prepárate te enseñaremos los placeres de la vida.
Mi cara se volvió azul cuando se me abalanzaron esta vez no intentaban golpearme, lo que querían era manosearme y arrancarme lo que me quedaba de ropa.
— ¡AAAAAAAHHH!... ¡ALEJENSES!... ¡MI TRASERO DEJENLO!... ¡LOS DENUNCIARÉ A LA MARINA!... ¡NO TOQUEN ALLÍ!... AAH~… ¡NO ME TOQUEN PERVERTIDOOOOOOOS!!!!
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Una Gran Aventura en One Piece
Fanfiction//Reeditando// Ellos cinco eran tan diferentes como el día de la noche. La Primera era tímida. El Segundo era un mujeriego. El Tercero era demasiado amable. El Cuarto era un pésimo cantante de rap. El Quinto era un meticuloso perfeccionista del ord...