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Pov. Leo

Su nombre era Leo y algo que amaba era la sonrisa de las personas, el trabajaba a medio tiempo en el restaurante familiar, y le llenaba de alegría ver a las personas disfrutar de los platillos que con mucho esfuerzo hacia. Le gustaba aprender día a día nuevas recetas en la universidad, pero lo que más le gustaba era experimentar ¿¡Qué sucedería si mezclo este ingrediente con este otro!? ó ¿¡Qué sabor tendrá este ingrediente si hago esto!? Era un mundo de posibilidades.

Su última clase dio fin con el sonido de la campana, salió como todos los demás del salón de clase, se despidió de sus amigos y se dirigió a el estacionamiento específicamente al área de bicicletas, su familia era estable económicamente y podían facilitarle un auto, cuando su madre le planteo eso se rehusó  no quería contaminar el medio ambiente más de lo que ya estaba, además le gustaba andar en bicicleta, era bueno para su salud y fortalecía su resistencia, trabajar en un restauran no era tarea fácil, tareas como cocinar, lavar los platos o el simple hecho de ser mesero eran agotadores, pero a pesar de todo le gustaba lo que hacía.

Recorrió en su bicicleta varias carreteras, calles y cuadras hasta que llego a su casa con vista al mar, el mar desde pequeño siempre lo cautivo, el olor a sal, el sonido de las olas rompiendo contra la costa y los fascinantes amaneceres y atardeceres no tenían precio. Entro a sus casa y no se extraño de no encontrar a nadie, seguro su madre estaba atendiendo el restaurante, el tenía que ir a trabajar y su turno comenzaría en una hora más o menos, lo suficiente para darse un relajante baño. Salió de la ducha con una toalla alrededor de su cintura y camino a su armario, suspiro ya iba a comenzar una de las cosas más tediosas que tenía que hace, escoger su ropa, su madre siempre le decía que parecía una mujer porque nunca sabía que ponerse y siempre terminaba con toda su ropa tirada por absolutamente toda su habitación.

Después de cuarenta minutos pudo escoger algo unos zapatos deportivos naranjas, un pantalón de cuero negro, una camisa mangas largas naranja claro con la palabra YES estampada y una chaqueta negra con detalles en gris, se acerco al espejo para poder peinar su cabello, el cual era rubio y sus ojos eran de un azul cielo, terminado de cambiarse comenzó a guardar toda la ropa tirada; ¡cuando consiguió una camisa que había estado buscando! era negra y tenia estampada una Jolly Roger con un sombrero de paja, esa prenda era de colección. El era un Otaku, veía animes en su tiempo libre, aunque lo que más veía últimamente era One Piece se enamoro de la serie desde el primer momento en que la vio, a veces soñaba en que estaba en el anime y era parte de la tripulación de Luffy.

– Miau.

Dejo de ver a la camisa y subió la mirada al balcón, se sorprendió bastante al ver un gato negro sentado en la baranda, en vez de preguntarse ¿¡Qué hacia una gato en su casa!? Se asusto porque al otro lado de la baranda estaba un acantilado y si por un error el minino caía no viviría para ver otro día, se acerco cautelosamente.

– Ven aquí pequeño –Le dijo, al cercase lo pudo detallar mejor, y vio sus singulares ojos uno verde y el otro azul– Que lindos ojos –Susurro al tiempo que lo tomaba con las manos, claro que no espero que todo se volviera oscuro.

– Ven aquí pequeño –Le dijo, al cercase lo pudo detallar mejor, y vio sus singulares ojos uno verde y el otro azul– Que lindos ojos –Susurro al tiempo que lo tomaba con las manos, claro que no espero que todo se volviera oscuro

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Una Gran Aventura en One PieceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora