𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐏𝐎𝐃𝐄𝐑𝐎𝐒𝐀 |𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐚𝐧 𝐀𝐦𝐞𝐫𝐢𝐜𝐚|

06

Lucy miraba con asombro cada edificio o a las personas que pasaban cerca de ella, el planeta tierra se le hacía un mundo asombroso y lleno de alegría a comparación de su planeta.

— Stark logrará salirse con la suya como siempre — Dijo un hombre quien pasaba cerca de Lucy causando que su hombro chocará con el de ella —. Lo siento.

Pero la chica estaba tan concentrada en su entusiasmo que ni se percató que alguien había chocado con su hombro. Lucy continuo con su camino hasta llegar a un parque cercano donde vio una escena que llamo su atención, una madre con su niño se acercaban a un hombre quien vendía algodón de azúcar y entre otras cosas dulces que llamaban toda la atención de los niños.

— Que disfruten de su algodón de azúcar — Dijo el hombre cuando el niño y su madre se despidieron del vendedor.

— Algodón de azúcar — Pronunció Lucy al conocer su nombre.

Con una sonrisa se acercó al sujeto y miró los algodones de azúcar con ilusión, el hombre al sentir la presencia de la chica volteó y la miro con una sonrisa.

— Desea uno señorita? — Pregunto el hombre a lo que recibió un movimiento de cabeza por parte de Lucy —. Este le encantará — Le entrego uno de color celeste.

Lucy dejo a Raksha en el suelo causando que este se escondiera entre medio de sus piernas al sentirse incómodo en ese tamaño. Al probar un bocado en su rostro comenzó a formarse una sonrisa al conocer el delicioso sabor de aquella golosina.

— Por lo que veo le ha gustado. Bien señorita necesito que me pague — Lucy se mantuvo confusa y miró al hombre.

— Pagar? Que es eso? — Pregunto a lo que el hombre la miro algo confuso y nervioso al mismo tiempo.

— Con dinero, es algo que debes realizar cuando consumes algo y como lo ha hecho debe pagar el algodón de azúcar — Dijo el hombre a lo que Lucy negó.

— No tengo dinero — En ese momento el hombre la miro con algo de seriedad en su rostro y se acercó a ella.

— Si no tiene dinero, esto no es suyo — El hombre intento quitarle el algodón de azúcar pero Lucy se resistió causando una discusión entre ellos.

Lucy decía que el algodón de azúcar era de ella y el hombre decía que si lo consumía debía pagarlo. Raksha por su parte deseaba saltar encima de aquel hombre pero se detuvo y espero alguna señal por parte de su humana.

— Es mío...— En un movimiento brusco las gafas de sol que Lucy tenía cayeron al suelo dejando a la vista sus ojos.

El hombre al verla por un momento sintió miedo pero cuando iba hablar Lucy se molestó con él y lo miro fijamente, los ojos del hombre quedaron hipnotizados con los de Lucy y poco a poco un color brilloso comenzó aparecer en sus ojos.

— Mis gafas — Dijo la chica y el hombre sin decir nada ni expresar algún gesto en su rostro levantó las gafas para entregárselas a Lucy.

La chica confundida las tomo y se las coloco de inmediato para luego tomar a Raksha e irse lo antes posible de ese lugar.

Cómo la noche estaba apunto de acercarse la chica y su guía decidieron regresar al departamento para no preocupar a Spencer.
La sonrisa de Lucy no abandonaba el rostro de la chica al igual que su alegría olvidando aquel mal momento con el vendedor. Cuando ingreso al departamento sus nervios se apoderaron de ella al ver a Spencer de brazos cruzados y con una mirada de molestia.

— Spencer...— La chica fue interrumpida por la mujer.

— Donde te metiste? Lucy te he dicho miles de veces que no debes salir de aquí y sin mí, no sabes lo preocupada que estaba por tí, Clary! — Dijo la mujer dejando confusa a la chica cuando la llamo de otra manera.

— Clary? Quién es ella? — Pregunto Lucy a lo que provocó los nervios de Spencer.

— Eso no interesa. No volverás a salir en tu vida me oíste, estás castigada! — Eso molesto a la joven y decidió enfrentar a la mujer.

Ya no era una niña para recibir un castigo y menos de una mujer a quien había conocido hace poco tiempo. A pesar de confesarle su molestia a Spencer la mujer se negó y le repitió que no volvería a salir pero esta vez su mano se posó fuertemente en la mejilla de la chica.

— SOY TU MADRE CLARY!!! — Cuando dijo eso y reaccionó ante la bofetada que le había dado a Lucy sus ojos reflejaron arrepentimiento.

Lucy la miro con sorpresa y sus ojos cristalizados, huyó de casa junto a Raksha ignorando por completo los llamados de Spencer. Ella y Raksha dejaron de correr cuando estuvieron alejados por completo del departamento.

— Señorita tiene algo de comer? — Pregunto una mujer quien se mantenía sentada en el suelo.

— No lo siento — Dijo Lucy y tomo asiento junto a ella.

La mujer la miro con una sonrisa y luego al tigre quien permanecía aún con el tamaño de un gato.

— Cuales son sus nombres? — En ese momento Lucy pensó si revelar su verdadera identidad o continuar fingiendo.

— Lucy y él es Raksha — La mujer los miro con una cálida sonrisa —. Cuál es el suyo?

— Lila — Dijo la mujer.

Ambas se mantuvieron hablando por un momento hasta que unos voces pusieron nerviosa a la mujer, un grupo de hombres se acercaba a ellas y al darse cuenta de la nueva presencia, con intensión de causar un daño a las dos mujeres los hombres comenzaron amenazarlas.

— Vete Lila, no queremos problemas contigo — Dijo uno de los hombres enseñando una navaja —. Queremos darle una bienvenida a esta hermosura.

— Ve Lila, yo me encargaré de ellos — Con seguridad la chica se levantó del suelo y miró a su mejor amigo.

La mujer tomo sus cosas y huyo antes de ser lastimada por aquellos sujetos. Lucy en cambio miro a Raksha para luego asentir. El tigre volvió a su forma normal y fue el primero en atacar a dos de los sujetos mientras que Lucy lo ayudaba con el otro.
Luego de un par de golpes que Lucy y Raksha lograron recibir, uno de los hombres logro herir la pata de Raksha con la navaja causando que él y su humana gritaran de dolor pero cuando Lucy grito comenzó a soltar una fuerte energía dañando a los sujetos.

— Raksha...— Se acercó a su tigre y acaricio su pelaje mientras sollozaba.

Pensaba que era su último aliento y por eso sí moría debía hacerlo junto a su mejor amigo, pero una luz deslumbró sus ojos causando que los cerrará por completo.

— Señor he encontrado a la chica...