Tony dio un respingo. Se había quedado dormido hecho un ovillo en el sillón de la habitación destinada a Steve. Se talló los ojos y se estiró un poco, luego, miró la hora en el reloj de pulsera, era más de medianoche, y si las cosas hubieran resultado como lo había planeado, en ese momento, quizás, estaría en su cuerpo. Sin embargo, ese pensamiento no acudió a su mente. Levantó la vista, la habitación estaba en penumbra, la poca luz que se filtraba lo hacía a través de la ventana, por la que se colaban las luces de la calle. Tony se levantó y cruzó la habitación, pasando por enfrente de la cama de Steve, y miró tras la ventana.
Nevaba. Los copos de nieve caían lenta y suavemente, acumulándose abajo, en la calle. Tony suspiró y se frotó los brazos, ciertamente hacía frío esa noche.
—¿Tienes frío, Steve?—preguntó, pero sus palabras se perdieron en un silencio profundo e impenetrable.
Suspiró y se dio la vuelta, al tiempo que esbozaba una sonrisa.
—Claro, como estás bien arropado, qué vas a tener frío— caminó hacia la cama, apoyó las manos ligeramente en el borde del colchón, y así, se inclinó hacia Steve—. Iré a pedir una manta a las enfermeras, no quiero morir de hipotermia, ¿crees que sea bueno pedir dos?
El silencio, de nuevo, fue la respuesta que encontró. La comisura de los labios se derrumbó un poco, pero la recompuso de inmediato. Sonreía, aunque sabía que no tenía caso, que era completamente inútil, sonreía, por si de pronto, Steve despertaba.
Cuando llegó junto con Natasha al hospital, las recibió un hombre que respondió al nombre de Nick Fury, y lo primero que les dijo, como si eso pudiera calmar los ánimos de las dos mujeres, fue que tanto el capitán Rogers, como el sargento Barnes, estaban vivos. Bendito consuelo, pensó Tony, eso no le explicaba porque Steve estaba ahí, no le decía si estaba grave o si ese estado podía pasar de vivo a... no vivo.
—Quiero verlo—exigió y fue coreado por Natasha.
—El médico tiene que autori...
—Quiero verlo—repitió—, no voy a esperar a que la burocracia me permita comprobar que tan vivo está.
Fury le miró con gesto adusto, pero eso no amaino para nada a Tony, y no retrocedió ni un paso.
—Dinos cuáles son sus habitaciones, Fury—exigió Natasha—; y no me digas que no lo sabes, porque eso sería mentira. Además, estoy segura que puedes aceptar la responsabilidad de nuestra visita ante los médicos, ¿o no?
Fury parecía estar a punto de lanzar un improperio, pero tras suspirar, les dijo dónde estaban sus maridos. Las habitaciones estaban una al lado del otra, y antes de abrirlas, ambas se miraron como infundiéndose valor entre ellas.
Steve estaba dormido, al menos eso pensó Tony cuando lo vio. Parecía tranquilo y cómodo. Cuando se acercó, pudo ver las huellas de la misión en su rostro. Tenía un evidente hematoma en la mejilla y otras pequeñas heridas en el rostro, incluyendo un corte en el labio inferior. Sin darse cuenta, Tony posó suavemente la palma de su mano en la frente del capitán y la deslizó por su cabello.
—Hey, no es hora de dormir—le dijo, intentado que su voz pareciera animada.
Pero Steve ni siquiera movió una ceja. Tony frunció el ceño y entonces, la puerta se abrió. El médico, el mismo médico que lo había atendido durante el coma, le saludó con un suave cabeceo y sonrisa.
—¿Está en coma?—preguntó Tony, nada más verlo, para él ese era el medico de todos los que caían en sueños profundos.
—Sólo está inconsciente, esperamos que despierte pronto—explicó el médico—. Sra. Rogers, parece que siempre nos encontramos en malas situaciones.
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El inesperado despertar a tu lado
FanfictionTony tiene un accidente. Steve vive con un accidente. San Pedro es muy voluble. Y bueno, los pecados no siempre se pagan en el infierno. STONY Segunda portada por cielispeed (@Dianithaspeed) Tercera portada por @diaboros Cuarta portada por @Sever...