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Tony sintió el respaldo del sofá contra su espalda, y el cuerpo de Steve aplastándole suavemente, hasta podía decir con gentileza, contra los cojines. El beso no se había roto, por el contrario, había aumentado su cadencia. Tony se concentró en el calor de la boca de Steve, en el roce de su lengua contra su paladar, en el choque accidental de sus dientes, y en las leves mordidas sobre sus labios. No pudo evitarlo, sus manos rodearon la espalda de Steve y se aferraron a su playera. De esa manera, pensó, el beso duraría un poco más. Así habría sido, si un llanto no los hubiera expulsado de ese pequeño mar de sensaciones.
Se separaron renuentemente y un segundo después, compartieron una pequeña risa. Steve se incorporó liberando a Tony de su pseudo prisión y fue a ver quién lloraba. Se trataba de Johnny.
—Hey, buddy, ¿qué sucede? —le dijo, al tiempo que lo levantaba para arrullarlo.
Tony respiró profundo para recuperar el aliento y también, se acercó al moisés.
—Tal vez, el pañal—dijo y tendió las manos, automáticamente.
Steve no dudó y le entregó al pequeño. Se daba cuenta que había ciertas cosas que Tony retenía y hacía inconscientemente.
—Ya casi es hora de su biberón, iré a preparárselos—dijo Steve.
Tony asintió y localizó la pañalera sobre el sillón. Cuando se hizo cargo del pañal de Johnny entró en la cocina y se acercó para ayudar a Steve con las botellas, la fórmula y todo lo demás. Steve no objetó, ¿por qué lo haría? Hace un par de días, eso era casi una rutina, parte del día a día.
—Hará frío—dijo Tony mirando por la ventana de la cocina.
Steve estuvo de acuerdo. Los copos de nieve caían de tal manera que parecía que el cielo entero estaba deshelándose.
—¿Te apetece un chocolate caliente?
Tony sonrió.
—¿Tienes?
—No, pero puedo hacer un poco para ti.
Tony asintió contento, pero sintió que eso ya lo había escuchado antes. Prepararon los biberones y mientras Tony revisaba la temperatura de la leche, dejando caer un poco en el dorso de su muñeca, Steve sacó unas tablillas de chocolate y leche del refrigerador.
—Traeré a los niños—dijo Tony y corrió a la sala por el moisés. Así podían estar los cuatro, corrección, los cinco (contando a Dodger), en la misma estancia. Y mientras el chocolate se hacía, ellos podían alimentar a los gemelos.
Así lo hicieron, se sentaron cada uno con un bebé en su regazo y le dieron de comer. Mientras lo hacían, en la estufa, las tablillas de chocolate se derretían en la leche. Dodger apreció la escena echado cerca de ellos y se sintió tan tranquilo que no temió exponer su vientre, y quedarse dormido un ratito, escuchando las voces de sus amos.
—¿Qué tal estaba la fiesta? —preguntó Steve, ahora que, al parecer, el cielo estaba a su favor y la nevada impediría que Tony decidiera marcharse en cualquier momento.
—Iba empezando, pero te aseguro que sin mí ahí, debe estar muy aburrida.
Steve rió.
—Ya lo creo que sí.
Tony sonrió y bajó la vista hacia el pequeño entre sus brazos, que bebía muy a gusto del biberón.
—Si hubieras ido, te habrías divertido—dijo Tony.
—Me habrías concedido una pieza.
—Ja, ja ¿te refieres a un baile? —Steve asintió— ¡Qué anticuado suena! Pero me gusta.
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El inesperado despertar a tu lado
FanfictionTony tiene un accidente. Steve vive con un accidente. San Pedro es muy voluble. Y bueno, los pecados no siempre se pagan en el infierno. STONY Segunda portada por cielispeed (@Dianithaspeed) Tercera portada por @diaboros Cuarta portada por @Sever...