Al principio, Tony no había entendido por qué, además del vestido rojo para la fiesta, Pepper había comprado también uno más sencillo y formal. Lo entendió el día de la ceremonia de nombramiento. Como ésta era de carácter más serio no podía ir tan extravagante.
—Después—le dijo Nat—, venimos a cambiarnos.
Tony se sentía más cómodo en ese vestido negro de corte lápiz, que con aquel otro rojo, pero seguía siendo un vestido; a parte, quizá lo más molesto eran las zapatillas, un poco más bajas que las que usaría horas después, y aun así ya sentía los pies molidos.
También, tuvo que preocuparse por cuidar las formas cuando se usa un vestido, fue otro de los protocolos femeninos en los que Nat y Pepper le habían instruido. Vaya que ser mujer no era nada sencillo. Estaba a punto de tirar la toalla pero se dijo que sólo sería un día. Acaso, se preguntó, esa era la lección que tenía San Pedro encomendada para él. Imposible saber, a menos que hablara con el dicho Santo, quien, dicho sea de paso, no había vuelto a aparecer ni en sus sueños.
Sea como sea, estaba ahí en la ceremonia de nombramiento, agradeciendo estar sentado. A su lado estaba Natasha, resplandeciente como siempre; y a su alrededor otras esposas, y esposos, también, de los oficiales que recibían sus nombramientos o eran invitados.
Todo fluyó de manera común y aburrida. Los oficiales de más rango mencionaban a otro, así como su nombramiento y felicitaciones. El mencionado subía al estrado, toma un papel y saludaba de mano al otro, recibía un aplauso; y pasaban al siguiente. Así, mecánicamente, hasta el fin de los tiempos.
Tony casi se duerme en un par de ocasiones. Pero despertó definitivamente cuando fue el turno de Steve. No lo había visto esa mañana, él había tenido que marcharse antes, pero si había visto su uniforme colgado pulcramente en un gancho la noche anterior. Se había devanado los sesos para imaginárselo con eso encima, pero la realidad superó a su imaginación, por demás privilegiada. Tuvo que aceptar que se veía elegante y muy guapo con ese uniforme colmado de insignias. Le sonrió mientras aplaudía como todos los demás y le habría chiflado, si aquello no fuera, como ya dije, demasiado formal. Vamos que hasta Tony Stark tiene sus límites.
Al terminar la ceremonia, se reunió con Steve, quien le presentó con el famoso Fury, su jefe.
—La recuerdo rubia—dijo el hombre después de tomarle de la mano.
Tony sonrió.
—Es que soy otra—dijo—. Steve se divorció de Sharon y se acaba de casar conmigo—añadió en broma, claro que no estaba seguro de que el hombre lo entendiera. Por su parte, Steve sonrió, posiblemente divertido con aquella ocurrencia.
Fury, sin embargo, no pareció convencido del todo. Le miró con atención, como si estuviera seguro de que los rasgos que conocía eran los mismos. Tony estaba seguro que Sharon debió haber ido un par de veces a ese tipo de ceremonias, al menos al inicio de su relación con Steve, al menos en las ocasiones en las que podía sentirse protagonista, como quizá lo fue cuando aquel ascendió de rango.
—Natasha Rogers—dijo Steve para despejar o confundir más a Fury—, mi nueva esposa.
Tony sonrió, contento de ser secundado en su idea con tanta facilidad. Fury frunció el ceño, Tony casi le vio intenciones de quitarse el parche que cubría uno de sus ojos, como para comprobar lo que Steve había dicho.
—No sabía que se había vuelto a casar, capitán—le dijo—, es más, ni siquiera sabía que se había divorciado.
—Preferimos ser discretos. Ya sabe, suelen hacerse escándalos y chismes innecesarios.
ESTÁS LEYENDO
El inesperado despertar a tu lado
FanfictionTony tiene un accidente. Steve vive con un accidente. San Pedro es muy voluble. Y bueno, los pecados no siempre se pagan en el infierno. STONY Segunda portada por cielispeed (@Dianithaspeed) Tercera portada por @diaboros Cuarta portada por @Sever...