Extraño

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Aquella mañana, tres días después de la partida de Steve, Tony despertó con una extraña sensación.

Había trabajado arduamente durante esos días, convirtiendo la cochera de su "marido" en un taller improvisado. Pronto se dio cuenta que era ese el lugar donde Steve debía de realizar pequeños trabajos de compostura casera, tenía herramientas y una mesa de trabajo, así que fue relativamente sencillo adecuarla a su necesidades.

Papper le había dicho que los miembros del consejo de su empresa estaban cada vez más nerviosos por el coma en el que su cuerpo estaba sumergido. Ciertamente, pensó, Tony, había cumplido un mes en ese estado. Comenzaba febrero y nada parecía dar esperanzas. Pero, volviendo al tema del consejo, había un par de problemas más. Uno de ellos era que no estaban muy conformes con la carta poder que Pepper les presentó, firmada por él, en donde ella sería su voz, es decir, tenía todos los derechos y facultades que tendría Tony sobre la empresa. Era una carga menos para él, pero para el consejo era casi una afrenta, puesto que ninguno había sido considerado para presidir la mesa en su lugar, y Pepper tenía muy pocas acciones para ello. Otro era que Industrias Stark no podía dejar de mostrar novedades, y aunque contaba con un área científica y de desarrollo propias, siempre eran los diseños de Tony los más redituables e importantes, y se avecinaba una comisión del ejercito; así que tenía que apurar los avances de su proyecto en curso.

Hasta el momento, Tony había logrado ajustar algunas partes de la armadura que fabricaba, pero, definitivamente, la casa de Steve no era un buen lugar para hacerlo, durante esos tres días había tenido un conato de incendio. Afortunadamente los rociadores de agua funcionaron bien, pero no pudo evitar que el sonido de la explosión que provocó aquello, llegara a oídos de los vecinos, en especial de Natasha, quien acudió a verle nada más ocurrido. Tony se había inventado un problema con la estufa, y reiteró, en más veces de las que le hubieran gustado, que todo estaba bien.

Cansado de ello, la noche anterior a la mañana que nos referimos, llamó a Pepper, pero al no encontrarla, le dejo un mensaje para que le llamara al día siguiente. Esa misma noche se desveló revisando sus diseños en la laptop con ayuda de Jarvis, y para cuando fue a dormir hizo la misma pregunta que había hecho las otras tres noches:

—¿Alguna noticia de Steve?

Y Jarvis, que se había colado en el sistema de la agencia en la que trabaja Steve, contestó lo de siempre:

Nada, señor.

En la habitación de Sharon, Tony se quitó el pantalón y así se internó entre las sabanas. 

Entonces, llegó la mañana, con sus brillantes rayos de sol entrando por la ventana y dándole en la cara. Pero no fue eso lo que lo despertó, sino el dolor agudo que le atravesó el vientre. Era como si alguien dentro de él le estrujara esa parte del cuerpo. La molestia comenzó suave, sólo como pesadez e incomodidad, hasta había sentido algo de calor y se había quitado las mantas de encima; pero pronto, mutó de esa manera sórdida e inexplicable. Se dobló sobre sí mismo, indeciso sobre si eso era dolor de estómago o no, se decantó por los segundo. Abrió los ojos y se incorporó en la cama.

—Jarvis...—llamó intentando bajar de la cama.

—¿Sí, señor?—contestó la IA.

Pero Tony no habló de inmediato; al levantarse, se dio cuenta que había dejado un rastro de sangre en las sábanas blancas. Sintió una punzada en el pecho; y el susto creció y subió por sus extremidades. No tuvo tiempo de racionalizar, su mente olvidó todo.

—¡Estoy muriendo! ¡Jarvis!

Aterrado buscó de dónde venía la hemorragia.

—Jarvis, me desangro, llama a Steve...

El inesperado despertar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora