La luz de la habitación provenía de una pequeña lámpara de luz ambarina que reposaba sobre el escritorio. Sobre éste, también, había varios papeles, encima de los cuales había un vaso de whisky a medio beber y un cenicero casi repleto.
Víctor von Doom observó, de nuevo, la foto impresa en una de las hojas. Se trataba de la foto de un joven militar, lo suficientemente apuesto como para ser un dolor de cabeza. A un lado de la foto había una serie de datos inútiles, todos acerca de su carrera militar. Números impresionantes, resultados de primera, pero ninguno le servía para nada. Ni un solo dato personal había podido obtener, excepto su nombre, pero ese ya lo sabía de antemano.
—Steven G. Rogers—murmuró—¿Qué es lo que tienes? ¿Qué hay en ti que hizo cambiar tanto a Tony?
No obtendría respuesta y sabía, perfectamente, que era insano seguirlo pensando. Le había dado demasiadas vueltas en la cabeza ya, como para entender que la respuesta no llegaría. No había método científico, ni magia que pudiera controlar el amor, ni siquiera, la magia que él aprovechaba tanto.
Ya lo había intentado.
Hacer daño a la distancia. Encender las velas negras, invocar a las damas de la noche, o a los ángeles oscuros. Pero ese hombre, ese tal Rogers, tenía una marca blanca. No podía tocarlo, no así. ¿Qué lo protegía? Preguntárselo, sólo aumentaba su migraña. Pero eso no lo amilanaba; siempre había maneras de crear agujeros negros que se tragaran la luz.
Apartó el cigarrillo de sus labios y presionó la punta encendida sobre la hoja de papel, justo en el centro de ese rostro serio, pero a la vez amable.
Cuando no podía controlar algo, Víctor, optaba por su segundo recurso: eliminarlo. Sólo que, por alguna razón, está vez, no parecía ser tan sencillo.
Dejó caer la hoja al piso y apagó el cigarro en el cenicero. Después, suspiró y tamborileó los dedos sobre la mesa. Ni siquiera estaba seguro de lo que estaba haciendo, o más bien, por qué. Por lo que sabía, Tony y el dichoso capitán estaban separados. ¿Por qué, entonces, se sentía tan amenazado por el capitán? ¿Por qué no le causaba la misma sensación que Potts, por ejemplo? : ella siempre había estado rondando a Tony. ¿Por qué ese hombre? Precisamente era por eso, quizás, porque se trataba de un hombre, y con todo y eso había logrado lo que él no: significar para Tony más que un amigo.
Eso.
Llámenle envidia, orgullo herido, celos... Era eso lo que lo movía. Jamás, algo, había sido tan personal.
Detuvo el tamborileo de sus dedos y apretó un botón. De inmediato se encendió una pantalla a su lado.
—Iván—dijo y esperó.
***
La nueva base de Hydra estaba relativamente cerca de los Fiordos, no se habían movido de Noruega, sólo se habían trasladado a la frontera con Suecia y Finlandia. De nuevo, se trataba de una montaña, pero la base era más primitiva que la anterior. A Vanko eso no le importaba; estaba acostumbrado a trabajar en malas condiciones.
Cuando recibió la llamada de von Doom, estaba terminando con la programación de las microfibras que le habían comprado al monarca de Latveria. Estaba orgulloso de eso, por supuesto. Así que, cuando accionó el aparato que Víctor había deslizado en su abrigo el día del escape, sonrió.
Víctor pensó que esa imagen era desagradable, pero no dijo nada al respecto. Tenía que ir al grano, porque sólo tenía un par de minutos, antes de que Hydra se diera cuenta de que había bloqueado, nuevamente, su sistema de vigilancia.
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El inesperado despertar a tu lado
FanficTony tiene un accidente. Steve vive con un accidente. San Pedro es muy voluble. Y bueno, los pecados no siempre se pagan en el infierno. STONY Segunda portada por cielispeed (@Dianithaspeed) Tercera portada por @diaboros Cuarta portada por @Sever...