Latitudes

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Junio 20 | NY | 15:30.

Un auto elegante y brillante se detuvo justo frente a su acera, frente a la cerca blanca que rodeaba el jardín. Sharon apartó la cortina un poco al escuchar al motor detenerse. Sonrió al ver a la persona que se había apeado del automóvil. No reconocerlo habría sido estúpido, le había visto por algunas semanas justo frente al espejo.

Tony Stark franqueó la cerca y avanzó por el caminito que llevaba hasta la puerta. Sharon aguardó quieta y sonriente a que el timbre sonara. Cuando lo escuchó rió por lo bajo, y se tomó su tiempo para abrir. Le aparecía curioso que fuera a verla, aunque, seguramente no era a ella a quien iba a ver.

—Hola—le dijo cuando abrió la puerta, se colgó de ella y le sonrió—, si vienes a buscar a Steve no está.

Tony le miró con el ceño fruncido, se notaba molesto e impaciente. Le tomó del hombro y le empujó ligeramente para abrirse paso al interior de la casa. Su casa, hasta el día anterior.

—Eso ya lo sé—dijo al pasar.

—Vaya, qué modales. No te he invitado a pasar, Stark.

—No me importa.

Tony atravesó el vestíbulo hasta la sala y, sin decir nada más, se sentó en uno de los sofás. Miró a su alrededor con cierto disimulo, no quería que la nostalgia tan prontamente adquirida se le notara en las pupilas, o que la sensación de pérdida, se le escapara de la piel. Esperó a que Sharon cerrara la puerta y lo alcanzara ahí.

—Se nota que conoces mi casa—dijo Sharon y se sentó en la sala también, en el sillón de enfrente, de manera que entre ellos sólo estaba la mesa de centro—. Bueno, si sabes que Steve no está, supongo, entonces, que es a mí a quién quieres ver.

—Créeme que no lo haría si no fuera importante.

Sharon sonrió y se apoyó en uno de los cojines.

—Supongo que es sobre Steve, ¿cierto? ¿Quieres saber que me dijo cuando me vio?

—¿Lo viste entonces?

—Sí, por supuesto. Me despertó con una horrible canción.

Tony sonrió levemente, pues sabía que era una de las formas en las que Steve lo despertaba; la otra manera... no era apta para niños, y agradecía que no hubiera sido esa la técnica para esa mañana.

—Aparentemente tenía una misión—continuó Sharon sin notar el gesto del ingeniero—. Espero que tarde en ella, así puedo acostumbrarme de nuevo a esta casa y hacerme a la idea de tener que soportarlo.

—No tendrás que hacerlo.

—¿Qué quieres decir?

—Era de eso de lo que quería hablarte.

Sharon ladeó el rostro, extrañada.

—Te gustan los tratos, ¿o no? —Tony se desabrochó otro botón de su saco, para ponerse más cómodo.

—¿Qué quieres, Stark?

—Mmmh, para empezar, ¿qué tal un café?

***

Junio 21| Moscú| 15:30.

Bucky frunció el ceño por enésima vez en la noche. Natasha, quien lo veía por el reflejo del espejo, echó a reír.

—Deja de poner esa cara.

—¿En serio tienes que usar eso? —refunfuñó el sargento desde la cama.

—¿Esto? — Natasha se dio la vuelta y ciño su cintura con sus manos—. Es un vestido como cualquier otro, querido.

Bucky rodó los ojos.

El inesperado despertar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora