Preparativos

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La noticia del incidente de Helsinki llegó a manos de Tony a través del periódico matutino, al cual Steve estaba suscrito. Tony solía leer todos los encabezados del mismo, si encontraba uno interesante, leía todo el artículo. También devoraba los suplementos semanales de ciencia y tecnología; y las reseñas de libros y películas. Steve hacía lo mismo, excepto por el suplemento de ciencia; lo que él devoraba era los reportes de los deportes, en especial del béisbol. Tony le apartaba la sección, para que no le interrumpiera mientras él leía lo demás. Hace unos días atrás, había pensado que era una tarea un poco pesada, pero ahora que Steve no estaba, extrañaba esa pequeña rutina, simple y de viejo matrimonio.

Esa mañana, quizá por nostalgia, separó la sección, incluso antes de mirar los encabezados; y la dejó a su lado, justo en el lugar de la mesa donde Steve solía sentarse. Su ausencia, aunque corta, estaba causando estragos. El mal humor y la tristeza se intercalaban en una sucesión casi continua. Se decía, constantemente, que se trataba de algo hormonal. O quizá, era un sentimiento amplificado por sus bebés, quienes extrañaban a su padre. ¿Era posible verse contagiado por los sentimientos de sus pequeños? No lo sabía. Lo que si sabía era que sus sentimientos los afectaban a ellos. Así que intentaba distraerse, ya fuera con trabajo o saliendo con Nat al cine o al parque. Pero la noche siempre llegaba y un lado de su cama estaba vacío y frío. Entonces, volvía a extrañarlo.

Como decía, apartó la sección deportiva y reacomodó las páginas del periódico para comenzar su lectura. La noticia del incidente de Helsinki estaba en las primeras páginas. El congreso de ciencia y tecnología realizado en dicha ciudad, había sido interrumpido durante un intermedio por un ataque terrorista. Había pocos detalles al respecto, puesto que, tras una explosión, todo mundo salió corriendo del recinto. El caos y la confusión reinaron; y nadie se preocupó de nada, más que de salvar sus vidas. La información sólo mencionaba que en la sala donde se produjo el evento se encontraban personalidades como el Dr. Bruce Banner, el magnate Anthony Stark y el líder de Latveria, Víctor von Doom; quienes, según los reportes, no habían sufrido heridas de gravedad.

No decían nada de Steve, y eso le puso los nervios de punta.

No tardó en llamar a Nat, prender la televisión y sintonizar cualquier noticiero matutino. Nat llegó en menos de diez minutos y él, ya estaba en crisis.

—Calma, Tony. Si hubiera pasado algo, ya lo sabríamos—intentó tranquilizarlo.

—¿Por qué estás tan segura?

—Porque las malas noticias siempre vuelan.

Tony no estaba muy convencido. Permaneció sentado en el sofá, mordiéndose las uñas de una mano, mientras que con la otra intentaba comunicarse con Steve. No obtenía respuesta alguna de su parte ni de Pepper ni de Rhodey.

—¿Le llamaste a Bucky? —preguntó a Nat.

—Sí, pero tampoco contesta. Ni siquiera suena.

—¡¿Cómo puedes estar tan tranquila?!

Nat intentó explicarle que por lo general las cosas eran así. La ausencia de noticias, podía ser una buena señal, claro que la certeza era mejor, y era por eso por lo que pugnaba Tony. Y lo peor del caso era que nadie, ninguno de los que estaban en Helsinki contestaba las llamadas, ni mucho menos, era capaz de marcar para informarle las cosas.

—Mira—le dijo Nat finalmente—, voy a comunicarme con el director Fury; tal vez, él tenga noticias, al menos de Sam o Carol.

—Hazlo—pidió Tony.

Nat asintió y estaba a punto de marcar cuando escuchó la puerta de la entrada abrirse. Tony no lo notó, inmerso en las noticias de la televisión y maldiciendo cada vez que tenía oportunidad. Nat sonrió cuando vio a Steve aparecer bajo el arco que daba a la sala, éste le devolvió la sonrisa y se llevó un dedo a los labios para pedirle silencio; ella asintió y le vio acercarse al respaldo del sofá con sigilo.

El inesperado despertar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora