Prueba

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Cuando Pepper entró en la mansión Stark, sabía qué encontraría en ella, o más bien, a quién.

Sharon la esperaba sentada en la sala. La televisión estaba encendida, pero Pepper no prestó atención al programa. El cuerpo de su amigo descansaba contra los cojines, vestía pantalones deportivos de algodón y una simple camiseta, sobre la cual, Pepper notó, estaban las placas de identidad de Steve, aquellas que Tony había llevado persistentemente desde que había vuelto de su "misión" como Ironman. Sharon levantó la vista hacia ella cuando se paró en frente y le impidió ver la televisión.

—¿Qué?—le dijo— Supongo que ya lo sabes.

Pepper sonrió. Sharon no era tonta, y había aprendido que si algo había entre ella y Tony era una comunicación casi mental. No había movimiento de éste que ella no supiera y viceversa; además, ambos eran muy precavidos, previsores y sabían cuidarse las espaldas mutuamente.

—Sí, lo sé—Pepper se giró sólo un poco para tomar el control de la televisión y apagarla.

Sharon no protestó, cambió de posición en el sofá, pero mantuvo el fastidio en su expresión corporal.

—¿Los contratos siguen en pie?—Preguntó.

—¿Crees que lo están? En este momento, no son necesarios.

Esta vez, fue Sharon quien sonrió.

—Tal vez, ahora, son más necesarios—dijo—. Podría volver a mi cuerpo en cualquier momento; y eso, quizá, no le guste a Tony o a Steve.

Pepper levantó una ceja. No dijo nada, esperó a que la otra continuara, mentiría si dijera que no había pensado que le diría eso. Sharon se tomó su tiempo, jugueteó con las placas de Steve girándolas entre sus dedos y en última instancia mordiendo el margen de una como si nada.

—También deberían pensar en que puedo hablar con Steve; contarle la verdad sobre su amorcito. No creo que lo pase bien. Mejor aún, ¿qué tal si le digo que el bebé es de Stark y no suyo? Sería divertido.

—Eso es una...

—Sí, sé lo que dirás. Pero esto es superviviencia.

—En tu caso es sacar partido. Aunque, ciertamente, no estarías mintiendo. Ese bebé sí es de Tony.

—¿Quién podría creerlo? —Sharon soltó las placas— Steve no. Sabe lo mucho que me gusta Stark... gustaba, porque ahora que lo conozco... sólo hay una cosa que me gusta de él.

Pepper rodó los ojos.

—Escucha. No puedes acercarte a Steve, es el trato ¿recuerdas? Al volver al cuerpo de Tony, se restablece todo a como estaba. Si cometes una falta, adiós tarjetas de crédito y "vida al estilo Stark".

—Pruébame.

—Pruébame tú y veremos quién sale peor. Las cartas poder que me dio Tony siguen vigentes, ni creas que nos deshicimos de ellas. Tengo más control en la vida de Tony, que él mismo y por ende, de la tuya.

Sharon chasqueó la lengua y suspiró con exasperación. Volvió a sujetar las placas de Steve.

—¿Vienes por esto? Dile a Stark que no se las daré. Quiero los contratos, así que dile que lo piense. En su cuerpo o en el mío, aún puedo firmar.

Pepper rodó los ojos, una vez más. No dijo nada ya, con un suspiro se alejó, dispuesta a ir por unos papeles de la empresa que se habían quedado sobre el escritorio del despacho. A sus espaldas escuchó el parloteo de la televisión. Siempre había pensado que Tony era infantil, y lo era, pero de una manera casi tierna. Al menos, muchos de sus berrinches inspiraban eso y al final, no podías enojarte con él. Pero Sharon... ella era infantil en el sentido malicioso, una niña llena de malevolencia, y no había otra reacción que pudiera tener hacia ella que no fuera la del desprecio.

El inesperado despertar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora