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Aquella mañana me levante tarde.

No había escuchado sonar él despertador y me maldije todo él camino rumbo a la escuela. Estaba completamente furioso lo ser tan descuidado. No volvería a pasar toda la tarde en casa de Joel; la universidad era importante para mi y no iba a descuidarla.

Al llegar a la escuela, era tan tarde que él profesor de Química no me dejo entrar a él salón. Otro motivo para ponerme furioso, había pasado casi toda la noche terminando él proyecto y no iba a poder entregarlo por haberme quedado dormido.

Me desplome en él suelo y apoye la cabeza entre mis manos, intentando relajarme.

–¿Que haces aquí Er?– aquella voz tan familiar me hizo levantar la cabeza.

Mi mejor amigo, Yoandri se encontraba de pie a mi lado con una sonrisa burlona en él rostro.

–Smith no me dejo entrar– respondí haciendo una mueca de fastidio.

Él negó con la cabeza.

–Tienes suerte de que tenga hora libre, ¿vamos a desayunar?.

Mire mi reloj y comprobé que aun era temprano. Me levanté y caminamos hasta la cafetería del campus.

Después de pedir un generoso desayuno, nos sentamos en una pequeña mesa a comer y charlar.

Yoyo no paraba de hablar del chico que había conocido él fin de semana: Ivan Lam.
Al parecer lo había invitado a salir él próximo fin de semana y no paraba de hablar sobre él.

–¡Es tan lindo!– dijo dándole un sorbo a su café. Yo sonreí.– Me dijeron que solía ser un patán de primera, pero que después del accidente que tuvo con sus amigos, cambio.

–¿Tuvo un accidente?– pregunte intentado meterme en aquella conversación con mi amigo. Me encontraba completamente absorto en mis pensamientos.

–Si, automovilístico. Iba con sus amigos y, a lo que escuche, uno de ellos falleció y otro quedo ciego.– dijo Yoyo con pesar.

Sentí un extraño escalofrío recorrer mi cuerpo.

–¿Q-Qué?– tartamudeé.

–Si, bueno, él chico que murió se llamaba Jackson Wang y él que quedó invidente Joel Pimentel.

Sentí que él estómago se me revolvió en ese instante.

–¿J-Joel?, ¿Joel qué?– dije intentando calmar él temblor en mis manos.

–Pimentel– repitió – ¿Por qué?– negué con la cabeza energéticamente.

No podía ser él mismo Joel, ¿O sí?, él apellido de Patricia era “De Leon”. Tenía que ser otro Joel pero, ¿Cuantas posibilidades habían de que fuera alguien diferente?.

–Por nada– murmuré.

Aquella tarde, al terminar las clases, me dirigí a casa. No podía dejar de pensar en lo que me había contado Yoandri. Quizás seria bueno preguntarle a Joel que había pasado aquel día de su accidente. No sabia que tan mal podría reaccionar, pero tenia que intentarlo.

Tome una ducha rápida, para después salir de mi casa y tomar él autobús rumbo a casa de Joel.

Al llegar, toque la puerta y me recibió Patricia. Su expresión reflejaba angustia y fruncí él ceño intentando averiguar que sucedía.

–¡Erick!– exclamo con preocupación.

–Hola, ¿Que sucede?, ¿Esta todo en orden?– dije mirándola con cautela.

–Patricia frotó su cara con angustia– Moví él banquito. Fue un accidente, y...– ahogó un sollozo.Yo ya podía imaginar lo que venia a continuación– , cayó. Sangro de la nariz, y yo...

No pudo continuar.

Subí las escaleras rápidamente sin poder esperar a que terminara de contarme algo que no quería escuchar de su boca, sino de la de él. Moví él pomo de la puerta intentando abrirla. Estaba cerrada con llave.

Toque la puerta con brusquedad, pero nadie abrió.

–¡Joel, abreme!– dije comenzando a sentirme mas ansioso de lo que ya me sentía.

–¡Largate de aquí!– grito con furia desde él interior de su habitación. Yo di un respingo al escucharlo hablar así.

No se parecía en nada, al Joel que había estado conmigo la tarde anterior.

–No me voy a ir, abreme– dije intentando sonar tranquilo.

–¡¿Que no entiendes que quiero que te largues de aquí?!, ¡Ya probaste tu punto!, ¡Soy un maldito inútil, ahora largate al carajo de aquí!.

Él corazón comenzó a latirme fuertemente dentro del pecho. Patricia estaba a mi lado y la mire.

–¿Tienes llave de esta habitación?.

Ella me miro dudosa pero me entregó un llavero.

–Es la única plateada– indico.

Tome la pequeña llave plateada y la introduje en la cerradura, abriendo él cerrojo al instante. Cuando abrí la puerta, tuve que volver a cerrarla porque un zapato salio disparado en mi dirección. Él golpe sordo en la madera de la puerta me hizo dar un salto y chille. Si no hubiera reaccionado tan rápido, me habría golpeado en él rostro.

–¡¿Que demonios pasa contigo?!– chille con la voz una octava mas arriba de lo normal.

Nadie respondió.

–¡Lanzame lo que quieras, no voy a irme!– solté de pronto enfurecido.

Entre a la habitación y otro zapato voló en mi dirección. Me agache justo a tiempo para esquivarlo.

–¡Deja de actuar comí si tuvieras cinco años!– chille en su dirección.

–¡Nadie te pidió que entrarás!, ¡Largate de una maldita vez!– espetó enfurecido.

–¡Eres un imbécil!– grite encolerizado.

Él silencio invadió la habitación. Mi pecho bajaba y subía al ritmo de mi pesada respiración. Estaba furioso. Completo y absolutamente furioso.

–Le dijsite imbécil a un ciego– siseo.

–rei amargamente– Le dije imbécil, a un imbécil.

Pude ver como su cuerpo se tensaba por la rabia que sentía. Pero no me importaba. Yo solo intentaba ayudarle y él se comportaba como si yo fuera la culpable de todos sus problemas.

–Largate– soltó con voz grave y amenazante

–Quiero que sepas que si me voy, no volveré nunca– dije intentando tranquilizarme.

–Nadie te ha pedido que vengas, en primer lugar– hablo con amargura.

–No va a haber nadie en esta ciudad, que este dispuesto a ayudarte si no cambias tu actitud– comencé –Deja de comportarte como una víctima, porque no lo eres. Mejor dale gracias a la vida que estas vivo, no como Jackson Wang.

–¿Q-Qué dijiste?– tartamudeó.

En ese momento comprendí lo que acababa de hacer y me quede completamente mudo mirándolo.

–¿D-Donde supiste lo de Jackson?– dijo con la voz entrecortada. Yo no logre responder.

Si pudiera haberme fulminado con la mirada, lo hubiese hecho, estoy seguro.

Tenia él rostro completamente desencajado y, a pesar de tener la mirada fija en la nada, podía notar él coraje en sus ojos.

–¡Maldita sea, Erick, responde!– espetó.





Blindly »joerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora