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–¿Joel?– dije abriendo los ojos como plato. Él corazón comenzó a latirme fuertemente contra las costillas.

¿Que demonios estaba haciendo aquí?

Lucia diferente. Sus ojos lucían cansados, su cuerpo derrotado y sus manos movían nerviosamente él bastón blanco de un lado a otro, pero aun así se veía terriblemente atractivo. Vestía unos vaqueros ajustados junto a un jersey color rosa pastel. Sus ojos parecían mas cafés que otros días, quizás era porque no se encontraban en la penumbra de su habitación.

Me levante del suelo lo mas rápido que pude, obligándome a despertar de la ensoñación en la que entraba cuando lo veía.

–¿Q-Qué haces aquí?.

Una mueca de indecisión apareció en su rostro, la cual me pareció extrañamente encantadora. ¿Como lo hacía?, ¿Porque no podía seguir furioso con él, como lo estaba hace unos días?.

–¡Erick!– la voz de Patricia, seguido de la campanilla de entrada, me sobresaltaron gas tanto como la presencia de Joel en la tienda.

–Mi madre me trajo– hablo Joel haciendo una mueca, una punzada de decepción, me recorrió él cuerpo, mientras fingía una sonrisa delante de Patricia. Seguramente ella venia a visitar a mi madre, y había obligado a Joel, venir aquí.

–Oh...– articulé –Mi mamá no esta, Patricia.

–fruncio él entrecejo confundida– Solo vine a dejar a Joel. Tiene que hablar contigo; vendré a recogerlo mas tarde, ¿Esta bien?.

Alcé ambas cejas con sorpresa y asombro. Esperaba todo menos eso. ¿Sobre que tendría que hablar Joel conmigo?.

–C-Claro– tartamudeé.

Estaba seguro, que me encontraba mas sonrojado que de costumbre.

Rodeé la vitrina, y me coloque junto a  Joel, inseguro de tomarle la mano para guiarlo a la silla en la que yo me encontraba sentado hace unos minutos, pero él busco a tientas mi mano, y se la di con algo de nervios. Patricia me dirigió una sonrisa que no pude descifrar, y salio del local haciendo sonar la campanilla. Dirigí hacia él otro lado de la vitrina a Joel, y lo hice sentarse.

Nos quedamos en silencio unos instantes. Era realmente incómodo, haber querido decirle tantas cosas estos días, y no tener él valor de decir ni una sola de ellas ahora que lo tenia frente a mi.

Los ojos de Joel bailaban de un lado a otro como si tratase de evitarme, a pesar de que no podía ver, pero su mirada lucía nerviosa. Apretó él bastón entre su dedos y hablo en voz baja.

–Tenia mucho tiempo sin salir de mi habitación.

Aquel comentario me tomo por sorpresa completamente.

–¿De verdad?– pregunte frunciendo él ceño. Joel sonrió tristemente.

–Cuando tu vida cambia de forma tan radical, lo que menos quieres es que la gente que te conocía, te vea. No quería que me preguntara que había sucedido, así que decidí no salir mas– se encogió de hombros, intentando restarle importancia a su comentario, pero podía escuchar él dolor escondido en su voz.

Frunci en ceño. Se que debí de haber dicho algo alentador, pero lo único que salio de mis labios fue un cruel y estúpido comentario.

–¡Que inmaduro!.

Me lleve rápido una mano a la boca por haber dicho semejante estupidez, sin embargo, él no se molesto como creí que lo haría.

–Tengo diecinueve años Erick. No esperes que actúe con madurez. Nunca he sido maduro y me temo que nunca podré serlo– dijo en voz baja. Una media sonrisa tiro de mis labios.

–La madurez no te la dan los años, sino las experiencias.

–A veces suelo comportarme como un niño de cinco años– sonrió con diversión– ya sabes. Suelo lanzar zapatos al aire y cosas así.

La sonrisa de mis labios se ensanchó.

–Las rabietas de un niño de cinco años, no son lo mío– admití.

–Pude notarlo– suspiro– Escucha Erick. Lamento mucho haber sido un idiota. No era mi intención hablarte como lo hice, pero estaba molesto...– su mirada e torno triste, y un pequeño puchero, que me arrancó una sonrisa tierna, se formo en su boca– Creí que, por fin, podría hacer cosas por mi cuenta, como levantarme y prender la televisión, y...caí. Volví a sentirme un verdadero inútil.

–No fue tu culpa– dije en voz baja.

–Tampoco la tuya– alzo ambas cejas– y sin embargo, te culpe.

Aquello me tomó por sorpresa completamente.

–¿M-Me culpaste?– tartamudeé asombrado.
Él asintió.

–Te culpe por devolverme una fe que no debía tener. Te culpe por hacerme querer levantarme de la cama y hacer otra cosa que no fuera esperar s que cayera la noche para morir mas pronto– suspiro pesadamente.

Baje un instante la mirada mientras meditaba sus palabras.

–¿Crees en él destino?– pregunte en voz baja.

Joel inclino la cabeza hacia un lado, mientras fruncía el ceño con confusión.

–¿A que viene eso?–dijo.

–¿Crees o no en él destino Joel?–pregunte nuevamente.

Él pareció pensarlo un instante.

–Si–respondio finalmente.

–Mi madre siempre me ha dicho que, las casualidades, no existen. Que la vida siempre te pone en él lugar correcto, la hora correcta, por él motivo correcto. Quizá esto solo sea destino...– suspire y añadí– él que tu y yo estemos aquí, quiero decir.

Joel sonrió tristemente.

–El destino puso en tu camino a un chico con muchos problemas– dijo.

–El destino puso en tu camino a un chico que sabe afrontar los problemas con mucha destreza– me mofe.

Por primera vez en todo él tiempo que llevamos hablando, una sonrisa se dibujo en su rostro. Una sincera. Aquella que marcaba los hoyuelos de sus mejillas y hacia brillar sus preciosos ojos cafés.

Blindly »joerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora