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—¿J-Joel?—mi voz salio en un susurro ronco.
La impotente figura de Joel estaba de pie junto a la cama. Las maquinas zumbaban debido a que las había desconectado todas de su cuerpo en un intento de levantarse. Estaba ahí, de pie, pálido, doblado ligeramente hacia adelante de dolor, con aquellos preciosos ojos cafés fijos en la nada, los labios resecos y partidos, y expresión confundida.
—¿Erick?—dijo. Su voz ronca lleno mis oídos enviando una sensación de alivio a lo largo de mi cuerpo.
Estaba vivo. Esta despierto. Estaba parado frente a mi después de todo lo que le había pasado. Las lágrimas se precipitaron por mis ojos mientras enfermeras y doctores intentaban hacerlo recostarse de nuevo.
—¿P-Puedes venir a abrazarme?—su voz entrecortada me quebró aun mas.
Me obligue a caminar por la habitación, tropezando con todo lo que tenia a mi paso. Me detuve frente a el y aspire su aroma. Su altura se imponía ante a mi y enrede mis brazos alrededor de su cintura con cuidado. Sabía que tenia varias costillas rotas. El enredó sus brazos a mi alrededor y me apretó con fuerza.
Sollozos se escaparon de mis labios de forma alarmante. Me sentía roto, cansado, aliviado, dolido..., todo lo que había aguantado a lo largo de esas dos semanas, salió de mi cuerpo en aquel llanto alarmante.
—Estas vivo. Estas bien. Estas despierto. Estas aquí. Estas abrazándome. No te perdí. ¿No es un sueño?—dije contra su pecho mientras lloraba desconsoladamente.
El aspiro mi aroma lentamente.
—¿No estoy muerto?, ¡Dios!, ¡Creí que moriría y lo unció en lo que podía pensar era en ti, en Lissa y en mi mamá! —dijo con la voz entrecortada.
—¡Joven Pimentel!, ¡Recuestese inmediatamente! —ordenó un medico.
—¡Te amo, Joey!, ¡Te amo!—dije, ignorando a los alarmados médicos de nuestro alrededor.
—Aqui estoy, Erick. No me he ido. No me iré. Te necesito y te amo—murmuró aferrándome con mas fuerza a su pecho.
Me aparte de el y lo obligue a recostarse de nuevo. El aferro mi mano mientras yo intentaba correr hacia Patricia y Lissa pata avisarles que ya había despertado.
—N-No te vayas, por favor—susurro con miedo en la voz.
Acaricie su mejilla y lo besé delicadamente en los labios—Nunca. A ningún lado.—prometí.
~
El día no fue como yo esperaba. Se habían llevado a Joel todo el día para hacerle análisis de todo tipo y comprobar que no había nada de gravedad en su sistema. Que se estaba recuperando correctamente.
Patricia y Lissa estaban tan eufóricas como yo. La felicidad irradiaba de nosotros y, cuando le dijimos a Ivan que Joel había despertado había abrazado a Patricia levantándola del suelo mientras le daba vueltas ppe toda la espera.
Las risas no se hicieron esperar y una punzada de emoción me recorrió.
La pesadilla por fin había terminado.—Hola...—susurré al pie de la puerta de la habitación de Joel.
El fruncio el ceño confundido. —¿Esta todo en orden?, estas muy tímido.
El corazón me dio un vuelco. Lo cierto era que no sabía como comportarme ahora. Estaba tan temeroso de que todo fuera producto de mi imaginación o un sueño que sentía que si me acercaba demasiado, desaparecería.
—T-Tengi miedo de que todo sea un sueño—admití, sintiendo el nudo en mi garganta.
—Ven a besarme y comprueba que no es así.—murmuró.
Una sonrisa perezosa se extendió por su rostro y me eché a correr tirándome sobre la cama con cuidado de no lastimarlo.
Abrace su cuello y hundí mi cabeza en el hueco entre su hombro y su mandíbula aspirando su aroma y su calor.
—Debo oler como mierda—se quejó mientras enredaba sus manos en mi cuerpo.
Aspire su aroma una vez mas.
Olía a hospital.—Hueles a manta de hospital—dijo con una sonrisa en el rostro.
—Eso debe ser sexy—se burló.
Yo reí contra su cuello y el besó mi cabeza.—¿Sabes que quiero ahora mismo?—dijo.
—¿Qué?—susurré, embriagado por el calor de su cuerpo.
—Una enorme rebanada de pizza del restaurante italiano del centro—dijo.
Sonreí y dije—En cuanto salgas de aquí, iremos por dos enormes rebanadas de ahí, para cada uno.
—Tenía tanto miedo—susurró. Sus manos se tensaron a mi alrededor—. Cuando escuche el claxon del auto y los gritos de todos, supe que iba hacia nosotros, entonces, lo último que pensé fue en ti. En nuestro primer beso. En la primera vez que hablamos, aquella tarde en la que tu presencia me golpeó como un camión diciéndome: “Idiota, aquí esta tu razón para seguir”.
Alcé mi cabeza para mirarlo.
—Eras un idiota cuando te conocí—murmuré con nostalgia.
—Lo sigo siendo; la diferencia es que ahora soy un idiota enamorado. ¿Sabes que fue lo primero en lo que pensé cuando escuche tu voz por primera vez.
—¿Qué?—pregunte con curiosidad.
—Pensé... “Pimentel, un jodido ángel ha entrado a tu habitación. Comportate—dijo con una sonrisa tonta en los labios.
Una risita de escapó de mi.—No te comportaste para nada.—me quejé.
—Soy un idiota, ¿Que esperabas?—bromeó.
—Te amo, Joel—murmuré.
—Tambien te amo—susurró.
Nuestros labios se encontraron en el camino. Entreabrí mis labios para darle entrada a mi boca pero el no profundizó el beso.—Mi aliento debe ser horrible.—se quejo contra mis labios.
Ignorando su comentario profundice el beso. Un sonido en lo mas profundo de su garganta me erizó los vellos de la nuca y su lengua invadió mi boca.
La sensación familiar me llenó de emociones. Nuestro beso se volvió urgente. Intentando absorber el dolor que había crecido en mi pecho, sus manos se entrelazaron con las mías y la danza de nuestros labios se ralentizó.—Joe...—susurré.
—¿Si?—dijo el con una sonrisa.
—Eres el amor de mi vida—las palabras salieron de mis labios antes de que pudiera pensarlas, las sentía. Realmente las sentía.
Besó mi frente con ternura y dijo.—Tu eres el amor de mi vida, Erick.
sebxshui c:

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Blindly »joerick
Fiksi Penggemar❝ Mereces algo mejor que un maldito ciego.❞ • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • Historia original de Sam Leon.