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La velada fue muy cómoda, haciéndome olvidar mis pensamientos acerca de esa noche.
Joel comió mas de lo que lo había visto hacer jamas y nunca soltó su mano de la mía. Se la paso besando mi frente, mis labios y mis mejillas mientras me abrazaba territorialmente, como si hubiera sido yo él que hubiera pasado un mes en la cama de un hospital.

—Quiero otra rebanada de pizza.—se quejó mientras besaba mis labios.

—¿Otra?, Joe has comido mas de lo que hemos comido Ivan, Yoandri y yo, juntos.—dije sonriendo con diversión.

—¡Tengl hambre!—dijo haciendo un puchero.

Una risa salio de mis labios mientras enredaba mis dedos en su cabello.
Tras otros cuarenta minutos de charlas y todas, Yoandri nos llevo a casa de Joel.

Caminamos por él pórtico de su casa mientras él buscaba las llaves en los bolsillos de su pantalón. Su mirada fija en la nada denotaba tranquilidad. Mi corazón salto dentro de mi pecho cuando recordé lo que me había traído a esa situación en primer lugar.

—¿Ya vas a decirme que sucede?, ¿Por qué quisiste dormir en mi casa?—pregunto mientras abría la puerta.

Él silencio y la oscuridad lo invadieron todo. Joel tomó mi mano mientras me conducía a la sala.

—Quería estar contigo—dije.

Joel se detuvo y se giró hacia mi.

—¿Esta todo bien?—pregunto frunciendo él ceño.

—S-Si—tartamudeé, nervioso—¿Y Lissa?—dije cambiando él tema.

—Salio con sus amigas, probablemente vuelva muy tarde o quizás mañana. No lo se, se vuelve loca cuando mi mamá no esta en casa—dijo haciendo una mueca indiferente.

Sin decir una palabra mas enrede mis brazos en su cuello presionando mis labios contra los suyos. Él recibió mi beso con gusto mientras yo inclinaba mi cabeza hacia un lado para darle mas acceso a mi boca.
Nuestras lenguas se encontraron en el camino y la sensación de vértigo que causaban sus besos me invadió junto con algo mas. Algo nuevo, diferente y absolutamente hermoso.

Cuando nos separamos, él apartó un mechón de cabello de mi cabello mientras sus nudillos rozaban mi mejilla.

—Te amo tanto, Erick—dijo con un brillo tierno en la mirada.

Mi corazón se saltó otro latido y, entonces, lo supe: Necesitaba a Joel en mi vida de todas las maneras en las que pudiera tenerlo.
Acerque mi cuerpo al suyo lentamente mientras mis manos abandonaban su cuello para deslizarse por sus brazos. Él me sostuvo contra su cuerpo enredando si brazos en mi cintura.
Comenzamos a mecernos lentamente. Al compás de una melodía que no existía mas que en nuestras mentes. Sus labios rozaron la piel de mi mejilla mientras deslizaba si rostro hacia mi mejilla susurrando.—Gracias por estar aquí conmigo.

—Te amo, Joel—murmuré.

Su aliento me ponía la piel de gallina mientras rozaba la piel sensible de mi cuello. Su cabello me hacia cosquillas en la mejilla entonces, susurré.—Hazme él amor.

Joel se enderezó rápidamente. La emoción y la duda surcaban su rostro mientras yo esperaba su respuesta.

—¿Q-Qué?—susurró en un hilo de voz.

Trague saliva ruidosamente mientras sentía él rubor subir por mis mejillas y mis manos comenzaron a temblar con nerviosismo.—E-Estoy listo—susurré.

—¿E-Estas seguro?—tartamudeo él.

Una sonrisa nerviosa cruzo mi rostro mientras decía.—Si.

Una torrente de emociones cruzaron él rostro de Joel y no pude descifrar ninguna de ellas. ¿Felicidad?, ¿Miedo?, ¿Nervios?..., quizás un poco de todo.

Presionó sus labios contra mi frente y tomo mi mano entrelazando nuestros dedos. Me llevó escaleras arriba y cuando llegamos a su habitación encendió la lampara de noche que se encontraba junto a su cómoda.

La media luz creó un ambiente romántico y mi estómago se encogió de los nervios mientras él enredaba sus manos en mi cintura. Comenzamos a bailar nuevamente hasta que me relajé; él susurraba canciones a mi oído y me sorprendí al descubrir que no desafinaba para nada.

Sus labios de posaron en mi mejilla mientras me cantaba otra canción romántica. Sus manos se deslizaron por mi espalda en caricias delicadas mientras depositaba besos dulces en mi cuello mientras tarareaba.
Incline mi cabeza hacia un lado para darle entrada a mi cuello y él siguió su camino hasta que dejo de cantar mientras besaba mi cuello lentamente. Como si tuviera toda la noche para hacer esto.—Tan dulce—susurro en voz baja.

Sus labios encontraron los míos y sus manos se deslizaron por mi espalda hasta que ahuecaron mi trasero suavemente. Sus manos subían y bajaban por mis piernas aún cubiertas. Su boca nunca abandonó la mía.

—¿Estas seguro?—preguntó con la voz enronquecida.

—Completamente...—susurré seguro.

Estaba listo.

Blindly »joerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora