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Maratón 3/5

Joel suspiro pesadamente. Parecía frustrado, enojado, ¿triste?

—¿Por qué no ves que no soy bueno para ti, Erick?—murmuró con voz dolida.

Cerré los ojos con fuerza mientras reprimía las ganas que tenia de echarme a llorar. Era increíblemente doloroso escucharlo hablar de esa forma. ¿Acaso me creía idiota?, ¿Acaso creía que con un “no eres tu, soy yo”, todo iba a arreglarse?, lo creía mas inteligente y creativo.
Una risa amarga me alcanzo mientras los hilos de mis pensamientos llegaban a lugares mas oscuros y crueles.

—¿Por que haces esto?, ¿Crees que con un “No eres tu, soy yo” va a desaparecer lo que siento.—espeté de pronto furioso.

—¿Eso crees?, ¿Crees que estoy utilizando un viejo truco para hacerte sentir mejor?—dijo alzando la voz.

—Creo lo que escuchó y veo.—hable con desden.

—¿De que sirven, entonces, que te diga lo que siento o pienso si de todas formas vas a creer en lo que “ves”, y lo que “escuchas”—dijo con crueldad.

—Esto no se trata de mi— comencé a decir apretando mis manos en puños para reprimir el temblor de mi cuerpo.

—¡Claro que se trata de ti maldita sea!—grito interrumpiendome. Su cara comenzó a tornarse roja del coraje.—¡Todo esto es por ti, carajo!

—¡Perdon por hacer todo esto tan difícil, entonces!—grite de vuelta. Mi voz se entrecortó y me quede mudo. No podía permitir que me escuchará sollozar. Las lágrimas caían por mi rostro, pero esta vez no las detuve.

—Erick, no hagas esto. No quiero estar mal contigo.—dijo intentando relajarse.

No soportaba estar a su lado ni un segundo mas.—Adios Joel.

Me di la media vuelta y salí de la habitación precipitadamente.
Tenia que poner distancia entre el y yo.

—¡Erick!, ¡Erick!...—lo escuche gritar desde el interior de la habitación, pero yo era incapaz de volver. Estaba completamente herido. Le había abierto mi corazón y el lo había roto. Una vez mas.




—Quita esa cara, te dejaré escoger la música hoy—dijo Yoandri mientras subíamos a su auto. Me dejaría en la biblioteca que quedaba cerca de su casa. Sonreí ante su comentario. Tenia casi dos semanas sin ir a casa de Joel. Patricia me había llamado varias veces y siempre le mentía diciendo que la tarea me estaba comiendo vivo pero que, cuando estuviera libre, iría de nuevo para ayudar a Joel.
Eso no es mentira, cuando me sintiera listo para verlo, iría.

Me sentía completamente destrozado, pero intentaba demostrar lo contrario a toda costa. Había sufrido un desamor, pero no iba a dejar que la gente me viera llorar por él. Cuando llegamos a la biblioteca, me despedí de el, con la promesa de que iríamos ese fin de semana a “ahogar las penas” a alguna discoteca. No era un fanático de aquellos lugares, pero le daría el gusto de llevarme a bailar.
Subí las enormes escaleras del viejo edificio y entre en busca del libro que leería para hacer el informe de literatura. Lo tome y comencé a leer.

Esta absorto en mi lectura, cuando de pronto, mi teléfono comenzó a sonar. Atraje la mirada acusadora y reprobatoria de los lectores que se encontraban a mi alrededor. Mire el celular y vi el nombre de Patricia en el identificador de llamadas. Desesperado por acallar el sonido, conteste en un murmuro.

—¿Diga?

—¿Estas evitándome?—la voz ronca de Joel hizo que el corazón me diera un vuelco.

Me quede congelado en ese momento, demonios, si estaba evitándolo.

—N-No—tartamudeé mintiendo.

—¿Porque no has venido?—dijo con un toque de reproche en la voz.

—Tengo demasiada tarea Joel—dije entre dientes. La bibliotecaria me veía fijamente con su mirada de “Cuelga el teléfono o sal de aquí”—Estoy en la biblioteca, tengo que colgar.

—Ven.—pidio con autoridad.

—Joel, por favor. Debo colgar—siseé suplicante.

—¡Ven!—suplico el.

—¿Para que Joel?—dije dolido y en voz baja.

—Quiero estar contigo—murmuro.

Mi corazón comenzó a latir a un ritmo frenético. ¿Por que mierda temía que ser tan lidno conmigo si sabia lo que yo sentía por el?

Cerré los ojos con fuerza antes de hablar. —Mañana.

—¿Promesa?—dijo el.

—Promesa...—respondi.






El día amaneció completamente lluvioso. Odiaba ese tipo de clima. Me recordaba aquel episodio de mi vida que tanto me había traumatizado. Tenia ocho años cuando mi mamá había caído por la calle en un día de tormenta. Estaba tan asustado en aquel entonces que no supe que hacer; había estado a punto de morir por la hipotermia porque nos habían encontrado muchas horas después.

Cerré los ojos intentando apartar esos horribles recuerdos, así que me levanté y tome una ducha caliente, me vestí con un pantalón de algodón holgado  una camisa vieja de manga larga y unos botines. Seque mi cabello y lo despeine un poco hacia un lado, colocándome sobre este, un gorro tejido. En la escuela, Yoandri me felicito por haber dado el “Gran paso” de arreglarme, pero cuando le cobre que vería a Joel, casi me da un puñetazo.

—¡Maldición, Erick!, ¡¿Vas a dejar que Joel te diga cuando quiere verte y cuando no?!

Suspire pesadamente.—Las cosas no son así, Yoandri. Solo iré a ayudarlo, como siempre.

—Porque el te lo pidió —bufó.

No me atreví a replicar. Sabia que tenia algo de razón, sin embargo no quise decir mas. El día paso increíblemente lento y, cuando por fin salí de clases, tuve que ir a casa pata ayudar a mamá con la tienda.
Alrededor de las seis de la tarde, llegue a casa de Joel. Toque al timbre y esperé a que abrieran, lo cual sucedió casi al instante.

—¡Erick!—dijo la voz de Lissa.

Salto a mis brazos cálidamente y me sorprendí por su gesto.

—¡Lissa!—respondí abrazándola.

—¡Me da gusto que estés aquí!, ¡Joel estaba de un humor terrible porque no venias!—exclamó exasperada.

Sonreí sin saber que decir, y ella me jalo escaleras arriba mientras gritaba.—¡Joel!, ¡Erick esta aquí!

Estuve a punto de decir algo, pero Lissa entro conmigo corriendo a la habitación. Abrí los ojos como platos al verlo. Estaba únicamente en un bóxer negro realmente ajustado, su cabello caía húmedo y pesado sobre su cara.

—¡Lissa, joder!, ¡Toca la puerta!—gruño Joel ligeramente ruborizado mientras buscaba algo con que cubrirse.

No podía apartar mi vista de el. Era tan insoportablemente... Perfecto.

Blindly »joerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora