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Los días pasaban. Unos mas lentos, otros mas rápidos; y pronto, sin siquiera darme cuenta, había pasado un mes.

Un mes, en el que lo poco que sabia de Joel era lo que escuchaba por Ivan o Yoandri.
Riki y yo nos habíamos vuelto buenos amigos. Le costo un poco de trabajo entender que yo no quería tener absolutamente nada con nadie, pero cuando lo aceptó, su amistad se convirtió en un pilar increíble en mi vida.

Ni una sola llamada, ni un solo mensaje,... Absolutamente nada proveniente de Joel. Habia visto a Patricia un par de veces en casa, charlando con mi mamá, pero cada que trataba de abordarme, le rehuía con algún pretexto bobo.

No había dejado de trabajar.
En cierto modo, el ir a la escuela en las mañanas y trabajar por la tardes, me mantenía distraído y ocupado.
Lejos de mis tortuosos pensamientos sobre Joel.

—Joe va a operarse—dijo mi mamá mientras lavaba los platos de la cena.

Me congele al instante.
Esperaba escuchar cualquier cosa, menos eso. ¿Joel de verdad iba a operarse?, ¿Iba a hacerlo? Una extraña sensación de dolor y alegria se apoderó de mi pecho. Cerré mi ojos con fuerza mientras inhalan aire, intentando recuperarme de la impresión.

—¿T-Te lo dijo Patricia?—tartamudeé.

—Si. Quería decirtelo ella misma, pero no llegaste temprano.

—Eso es...—comence a decir —eso es genial.

—Al parecer, Joel y su papá arreglaron su problema hace unos días —continuo mi mamá.

Él plato que lavaba se me resbaló de las manos y cayó al suelo rompiéndose en mis pedazos.

—¡Jesús!—excalmo mi madre.

—¡Lo siento!, ¡Lo siento!, ¡Lo tengo!, ¡No te muevas!, ¡Ya lo limpio!—dije saliendo precipitadamente en busca de una escoba..., y aire fresco.

En cuanto sali al patio, sentí él nudo de mi garganta extenderse.
Estaba tan feliz, tan eufórico, tan triste.
Me habría encantado compartir todo esto con el; y el no me quería cerca. El no me quería en su vida y se había encargado de demostrármelo una y otra vez a lo largo de este mes.

Ni una llamada.
Ni una sola jodida llamada. Eso era suficiente para que yo supiera que Joel no me quería en su vida. Dolía. Y dolía pero que cualquier maldita cosa en la vida, pero tenía que vivir con ello.
Cuando entre a la cocina, limpie el desastre e inmediatamente, subi a no habitación.

Me meti a la ducha y lloré.

Creí que lo había superado. Había tenido una semana entera sin llorar. Habia sido demasiado bueno para ser verdad. Estaba terriblemente feliz por Joel y, horriblemente destrozado por no poder estar ahí. A su lado.

Comprendía que la relación se había roto; y que, por mas que yo lo quisiera, no volvería a ser lo mismo.
Él y yo no podríamos estar juntos sin sentir él peso de las acciones del otro, y eso nos arruinaría.
Me arrastre a la cama después de ponerme él pijama y puse la alarma en mi celular. Tenia que levantarme temprano en la último semana de clases.
Pasaría él verano en Corea en la casa de mi tía. Dos meses alejado de la realidad me harían mucho bien.

Él estridente timbre me mi teléfono me sobresalto.
Estire mi mano hacia el mueble junto a mi cama. No sentia que hubiera dormido mucho. Se sentían como cinco minutos. Tome el teléfono entre mis manos y abrí un ojo para apagar la alarma.

Él corazón me dio un vuelco.
Las manos comenzaron a temblarme y sentí un nudo formarse en mi garganta. En la pantalla se veia un nombre.

Joey

¡Me estaba llamando!, ¡Dios mío!, ¡Me estaba llamando!, ¡Me llamaba!, mi pecho se hundió y cerré los ojos con fuerza antes de responder.

—¿D-Diga?

Él silencio se hizo del otro lado de la linea.
Fue un silencio tan grande que creí que me había colgado.

—Hola—dijo la voz ronca de Joel.

Todo mi cuerpo se tensó en respuesta y un escalofrío me recorrió la espina dorsal.

—H-Hola—tartamudeé, luchando contra mis lágrimas.

—¿Te desperté?—preguntó.

Despegue el telefono de mi rostro y vi el reloj. Eran las tres de la mañana.

—No—menti, pobremente.

—Mentiroso—susurro el mientras reía lentamente.

Mi pecho brincó ante el sonido de su risa. ¡Extrañaba tanto el sonido de su risa!. El silencio se hizo ente nosotros y no supe que decir.

—¿Como estas?—pregunto.

—Muy bien—menti.

—Me alegro mucho...

Él silencio lo invadió todo.

—Voy a operarme él viernes y..., me encararía que estuvieras ahí—susurró.

Mi pecho se hundió. Yo quería estar ahí. Necesitaba estar ahí.—E-Esta bien. Estare ahí.—prometí.

Él silencio se hizo una vez mas.

—¿Erick?—dijo el con la voz entrecortada.

—¿Si?

—Me gustaría poder hablar contigo antes de la operación.

—Si..., a mi también.—dije.

—Bien. Entonces...

—Te veo..., pronto—dije.

—Eso espero.

Blindly »joerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora