6

5.7K 746 116
                                        

–¡Maldita sea, Erick, responde!– espetó.

¡Mierda, mierda,mierda!, Pensé para mis adentros.

¿Acaso no podía haber sido mas estúpido?, era evidente que aquel Joel del accidente que me hablo Yoandri, era él mismo Joel que tenía frente a mi.

–Yo...–no era capaz de formular una respuesta.

–¡No sabes absolutamente nada de lo que paso esa noche!, ¡Nadie lo sabe!, ¡No estabas ahí!– parecía que gruñía entre palabras–, no sabes lo que hubiera dado por tomar su lugar.

Abrí los ojos con sorpresa.
¿Quería morir?, ¿Acaso quería desaparecer?, ¿Tan poco valía su vida?.

–Joel...– intente enmendar lo que había hecho, pero él me interrumpió.

–Yo iba manejando.–dijo. Su voz se escuchó completamente quebrada y él corazón se me quebró en mil pedazos.–Era yo quien conducía él auto. Yo lo mate.

Abrí la boca para decir la boca, pero la cerré inmediatamente. Mi mente en ese momento era un caos terrible. Quería abrazarlo, quería gritarle que era un estúpido por querer morir, quería llorar.

–Merezco lo que me paso y si estoy vivo es porque la vida se encarga de recordarme a diario que yo lo maté...

–¡Callate!– lo interrumpí con la voz entrecortada por él nudo que tenía en la garganta– ¡Tu no lo mataste!, ¡Fue un accidente!.

–¡No fue un estudio accidente, maldita sea!– grito él. Bajo él tono de su voz, hasta casi ser un susurro– si no hubiese bebido...Si no hubiera sido tan imbécil, Jackson estaría vivo y yo podría ver. No merezco tu ayuda ni la de nadie. No merezco ser feliz.

Las lágrimas se agolparon en mis ojos al ver su expresión de dolor y frustración. Tenia todo él cuerpo tenso y las manos apretadas contra él edredón de su cama.

–Agradezco lo que intentas hacer, pero no quiere tu ayuda– me dijo en voz baja y ronca– Ahora, por favor, vete.

Me obligue a tragar él nudo que se había formado en mi garganta.

–No merezco que me trates de esa forma– murmuré intentando no llorar.

–Lo irónico aquí es que no tengas ni un poquito de orgullo. Te trato de la mierda y sigues aquí, ¿acaso te tienes tan poco amor propio?, ten dignidad y vete de aquí– soltó con la amargura pintándole la voz.

Me estaba echando y yo estaba escuchándolo. Se estaba comportando como un imbécil. Debía irme y sin embargo, no podía mover los pies.

–Bien– dije con la voz entrecortada por él nudo que yacía en mi garganta. Una lágrima salió de mis ojos, pero la seque rápidamente con él dorso de mi mano mientras salia precipitadamente de la habitación.

–¡Erick!– grito Patricia desde la sala pero yo era incapaz de mirarla. Abrí la puerta de la entrada y salí casi tropezando con los pies.

Comencé a caminar rápidamente por la calle mientras me regañaba mentalmente.

No llores, no llores, por él amor de dios, Erick; no llores. Repetía para mis adentros.

Golpeé con un cuerpo a unos cuantos metros de los Pimentel, disculpándose sin alzar la vista.
Unos brazos me rodearon lentamente y él gesto me tomó por sorpresa. Alce la vista, y pude mirar a Lissa abrazándome con ternura y comprensión.

–¿Estas bien?– preguntó apartándose un poco para mirarme a la cara.
Estoy segura de que mi aspecto era terrible, porque hizo una mueca y tomo mis manos con firmeza.–¿Fue Joel, cierto?– comencé a negar con la cabeza intentando parecer normal– No me engañes, se que mi hermano puede llegar a ser un imbécil –me miro con aprehensión –Solo, por favor no lo abandones.– frunci él ceño confundido por su comentario.– Joel es un completo imbécil a veces. Suele intentar ahuyentar a las personas con sus estupideces pero, has logrado hacer en él en un día que cualquiera de nosotros en casi un año. No lo abandones ahora. Es demasiado estúpido como para notarlo pero, te necesita. Aquel idiota llamado Joel Pimentel, te necesita – hablo mirándome con intensidad.

Yo no comprendía aun, porque tenían tanta fe en mi. No podría ayudar a Joel.  No si él seguía con sus estúpidas actitudes.

–Me tengo que ir– murmuré. Lissa me dio un cálido apretón en las manos y sonrió tiernamente.

Me di la media vuelta y di un par de pasos antes de volverme hacia ella y decir.

–Lissa, no voy a volver.

–Hizo una mueca triste– Lo se.

Asentí lentamente y seguí mi camino.

Esa noche, fue la primer noche que llore por un chico.
Jamas lo había hecho. Me burlaba de las personas que dejaban de dormir, por llorar desconsoladas por alguien que no los merecía; esa noche yo había llorado por él. De frustración por su actitud, de coraje conmigo mismo por permitirle tratarme como basura, por creer que yo era capaz de ayudar a un chico como él, y por ser tan imbécil y creer que él podría agradecerlo.






La semana siguiente fue un completo martirio. Había días en los que solo quería correr a casa de Patricia e intentar hablar con Joel pero sus palabras me frenaban. Tenia razón, necesitaba tener un poquito de amor propio, y no buscarlo, así tuviera que arrancarme todos y cada uno de los cabellos que yacían pegados a mi cabeza por la ansiedad.

Había pasado ya una semana y media desde él incidente con Joel, comenzaba a asimilar la idea de que él no quería ser ayudado y que, por mas que yo quisiera, no iba a poder hacerlo, si él no lo permitía.

Me encontraba sentado en la silla detrás del aparador de la tienda de abarrotes que mi madre tenía. Ella había salido con papá a surtir las cosas que hacían falta en la tienda, y yo me había quedado atendiendo.

Las ventas estaban muy flojas a esa hora del día, así que decidí comenzar a leer. Tenia la mirada inmersa en él libro, y toda mi concentración puesta en las letras cuando escuche la campana de la entrada sonar.

Salí de la ensoñación y puse un pequeño papel en la hoja que me había quedado, pata no perder la pagina. Al dejar él libro en la vitrina, tumbe un par de botes de sopa instantánea, maldiciendo en voz baja al agacharme a recogerlos. Estire la mano por la rendija, intentando alcanzar un bote de debajo de la vitrina y lo alcancé después de varios intentos.

–¿Erick?– dijo una voz ronca impresionantemente  familiar. Me levante bruscamente y golpeé mi cabeza en él borde de la vitrina y caí al suelo, sosteniéndome la cabeza, sobandome mientras cerraba mis ojos.
Los abrí después de unos segundos, y me congelé al verlo ahí, de pie, con él ceño fruncido, en un gesto confundido. Insoportablemente atractivo.

–¿Joel?– dije abriendo los ojos como plato. Él corazón comenzó a latirme fuertemente contra las costillas.

¿Que demonios estaba haciendo aquí?

Blindly »joerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora