Capítulo 1: Persecución en Bristol

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Hoy, mi madre y yo nos vamos de crucero. Cuando me lo dijo me extrañó, pues nunca ha querido viajar, pero dice que este año es especial. Tenemos todo preparado. La verdad, voy a echar de menos New York, pero estoy encantada de poder ver Europa. Mi madre siempre habla de España, pero yo nunca he estado. Debe ser genial.

A la hora indicada, mi madre y yo subimos al inmenso barco que nos espera, y poco después zarpamos. Yo me quedo en la borda, mirando las olas. Me encanta el mar, es tan relajante. De pequeña, creía oír voces que procedían del mar, y a menudo veo caras o figuras que me miran desde el agua. Hace tiempo que dejé de pensar si estaba loca.

Me asomo sintiendo la brisa marina en la cara, y observo el mar. Me parece ver figuras, pero como siempre, no estoy segura. Es curioso, pero estar en el agua me hace sentir segura. Me encanta.

-Ella.- la voz de mi madre me sobresalta.

-¡Mamá! Que susto me has dado.- me aparto de la barandilla y me acerco a ella. Está apoyada en la puerta de entrada, con su rebelde pelo agitándose detrás de ella.

Siempre me ha parecido muy guapa. Guapa y fuerte. Una luchadora.

-Perdona cielo, no quería. Solo venía a decirte que he reservado una sala de gimnasio. Te espero allí en media hora.- Mi madre se da la vuelta tras dedicarme una sonrisa y se va.

Yo suspiro. Sé que no vale la pena discutir. De todas formas, me gusta entrenar. Aunque sinceramente, preferiría quedarme un rato más en la borda. Pero también sé que cuando mi madre dice "entrenamiento" se transforma y se vuelve un sargento en grado superior.

Al entrar en la sala, lo primero que veo son las típicas colchonetas, y todos los accesorios típicos de nuestros entrenamientos. Mi madre ya está allí. Suena música tecno, nuestra favorita para entrenar, y enseguida me motivo.

Cuando salgo, empapada en sudor, me dirijo inmediatamente a las duchas. Y luego, directa al comedor. ¡Por todos los dioses mitológicos! ¡Me muero de hambre!

No espero a mi madre, solo pillo algo de ensalada, y una hamburguesa y me lanzo sobre ello.

Esa tarde, mi madre y yo nos dedicamos a recorrer el barco, y a tomar el sol en la enorme piscina de cubierta. Bueno, yo nado y ella toma el sol. Cuando oscurece, estoy tan agotada que me voy directa a la cama.

dos semanas más tarde...

Me despierto completamente despejada, cosa bastante rara. Yo siempre parezco un zombie recién levantada. Parece que estar en el mar me revitaliza, y eso me encanta.

Empiezo la mañana con estiramientos y algunos ejercicios más. Luego, bajo a desayunar con mi madre. Hoy está previsto que lleguemos a la costa Inglesa. Luego bajaremos hacia Galicia, rodeando España. No se porqué, mi madre no quiso seguir la ruta original por Italia y Grecia.

Al llegar a la costa, bajo ilusionada. Mi madre ya ha estado en Bristol, así que me hace un tour por la ciudad. Es precioso.

Debería haber sabido que todo estaba resultando demasiado perfecto.

Esa noche, salimos a cenar a un restaurante. Al entrar, noto como mi madre se pone tensa, y mira con cara de angustia a una chica sentada de espaldas a ella. No noto nada raro en ella, es baja, muy estrecha de hombros, y con una larga cola de reptil saliendo de debajo del abrigo. Un segundo... ¿COLA?

Me quedo alucinada, y me froto los ojos pensando que lo he soñado, pero no, ahí sigue. Miro a mi madre para ver si lo ha visto, pero en ese momento, el ser, porque no tiene otro nombre, se gira hacia nosotras, haciendo un ruido como si estuviera oliendo algo. Puedo ver su cara durante un momento, parece un dragón.

Hijas de Dioses: La maldición de HeraclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora