Capítulo 17: La hija de Ares la lía parda

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El combate empieza. Kyle y yo nos movemos por todo el campo dando brincos. Por ahora, me estoy dedicando a esquivarlo, para que se crezca y piense que tiene todas las de ganar. Me muevo a toda velocidad, y el no se queda corto, atacándome para probarme, girando sobre sí mismo y haciendo piruetas en absoluto necesarias. Es gracioso verlo.

Puedo ver la cara de Izzy un segundo durante una de sus piruetas. Es una máscara de amor y sufrimiento. Por desgracia, ese segundo pasa, y ya no veo otra cosa que la espada de Kyle precipitándose sobre mí. Decido atacar, alzo una espada para detener su enbestida, y con la otra le lanzo una estocada directa al costado. Gracias a sus reflejos, consigue esquivarlo. Nos separamos, respirando pesadamente, y ataco de nuevo, sin darle tiempo a reaccionar. Salto sobre él con una espada en guardia y la otra apuntando a su corazón.

Desvía mi golpe con su espada, pero nada puede hacer para evitar que caiga encima suyo y le envíe de culo al suelo. Se levanta con un gruñido de dolor, y duda. Sonrío, viendo su cautela, y hago girar las espadas en mis manos mientras ando en círculos.

-¿Listo para perder, hermano?- Sin darle tiempo a responder, hago una complicada finta, arrebatándole la espada de un golpe, y tirándole al suelo con una patada giratoria. Kyle impacta contra el suelo, y alzo los brazos en son de victoria.

-¡He ganado!- Veo un destello por el rabillo del ojo y pego un salto, pero es demasiado tarde. El cuchillo que Kyle me ha arrojado se ha clavado en el muro detrás de mí. Si hubiera querido, me habría matado. Le miro con admiración, y a continuación me enfado conmigo misma.

-¿Qué decías hermanita?- La cara de Kyle es la viva imagen del orgullo. Siento un acceso de ira, pero lo calmo en seguida. Sonrío con una mueca.

-La próxima vez no podrás ganar. Esto no volverá a suceder. Nunca más me pillarás desprevenida, hermanito. Bien hecho.- Guardo mis espadas y le ayudo a levantarse. Una vez de pie, me abraza y se ríe.

-Ha sido mucho más difícil de lo que pensaba. Te han enseñado bien, Ella. Pronto serás mejor que yo.- Me sonríe con complicidad, y recoge sus ganancias de las manos de Héctor.

-Así me gusta, Kyle. ¿Véis? El hijo de Niké siempre sale victorioso.- Román nos sonríe bromeando, y recoge su dinero.- Sin embargo, la próxima vez apostaré por Ella.

-Gracias por eso, Román.- Me acerco a la puerta, y salgo en dirección a pegarme una buena ducha.

Cuando salgo, me encuentro con Bianca, que viene hacia mí corriendo.

-¡Ella! Ya he terminado. Y, ¿Adivina qué?- Espera en silencio, ansiosa por mi respuesta.

-¿Qué has descubierto?- La sonrío, esperando buenas noticias.

-¡Ya sé donde está el templo de Hera!- Sus ojos brillan de alegría e inteligencia, y un sentimiento de cariño y orgullo se apodera de mí.

-¿Dónde?- Digo sorprendida.

-Mejor si os lo cuento a todos a la vez. Así no tengo que repetirlo.- Asiento con un gesto y nos dirigimos a buscar a los demás.

-¡Héctor! ¡Te espero en cinco minutos en la sala central! Bianca sabe donde se halla el templo de Hera.- Grito a través de la puerta del vestuario de los chicos.

-¡Estaré allí en tres!- Sonrío dulce y sigo andando.

-Hacéis una pareja muy cuqui.- bianca me mira de reojo sonriendo de una manera que hace que me ponga roja.

-¿Sabes lo mejor de todo? Que todavía no me ha preguntado de salir, formalmente al menos. Indirectamente supongo que sí lo ha hecho.- Bianca me mira con la boca abierta, y yo simplemente me encojo de hombros.

Hijas de Dioses: La maldición de HeraclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora