Ella...
Héctor me coge la cara con ternura. Mi respiración se agita, me quedo mirando a sus bonitos ojos marrones, de la tonalidad del chocolate. Me atrapan. Su rostro se va acercando lentamente, y por fin, sus labios tocan los míos, acariciándolos suavemente antes de sonreir y apartarse ligeramente.
Sonrío con los labios entreabiertos, le miro, y le beso, dulcemente. Es mi forma de disculpa. El me corresponde, y ríe en mis labios.
-Deberíamos ir dentro.- Murmura en mi mejilla, su aliento jugando con mi pelo.- no es que quiera, pero nos están esperando.
Asiento ligeramente, apenada. Él me agarra de la barbila, me besa de nuevo, y me levanta con cuidado. Suelto un quejido. No me acordaba de los enormes moratones que debo tener. A la mierda el romanticismo.
-¿estás bien? ¿Te duele mucho?- Frunce el ceño por la preocupación.
-No, solo me ha estampado contra la pared un Dios inmortal. Estoy estupendamente.- Gruño sarcástica. Y esta es mi forma de combatir el dolor. Sarcasmo a tope. Me pego mentalmente por ello.
Héctor ríe y camina hacia el compartimento.- Me encanta cuando te pones sarcástica. Me gustaría verte en una competición de insultos originales.
-En eso te ganaría seguro. Soy la mejor inventando insultos absurdos e hirientemente graciosos.- Ríe de nuevo, y yo también, hasta que una punzada me atraviesa la espalda, y me retuerzo de dolor.
-Ya llegamos, ya llegamos, aguanta. Ahora te revisa Bianca.- Héctor se apresura a entrar por la puerta del compartimento, y me deposita en uno de los asientos.
Inmediatamente me veo rodeada por Kyle, Izzy y Bianca. Cierro los ojos por el dolor de otra punzada.
-Todos, ¡Apartaos! Héctor, dala la vuelta con cuidado. Izzy, saca el material. ¡Venga!- Bi se pone a dar palmadas al aire, y me río, pero me detengo bruscamente. ¡Odio el maldito dolor!
-Agua, Bi, dame agua.- Murmuro como puedo. Bianca asiente, y mientras Héctor me coloca boca abajo, me da una botella de agua.
Reprimo un gemido, y llevo la botella a mi espalda, derramando parte del líquido sobre ella. El dolor se atenua.
-¿Mejor?- Asiento y Bianca se dispone a examinarme. Tras mirar un poco y tocar aquí y allá, me mira.
-Bueno, el agua ha hecho parte. Pero aún tienes unos moratones de tamaño extra. Toma algo de ambrosía, eso ayudará. Por fortuna, la columna no la tienes dañada.- Sonríe y me da un trocito de ambrosía.
Me lo tomo, y me incorporo lentamente. Izzy nos mira sonriente.
-¿Qué? ¿Ya habéis hablado?
Kyle...
Me acabo de despertar, miro alrededor, y no veo a nadie en el compartimento. Intento despejarme, y oigo ruidos fuera. Me apresuro a abrir la puerta, medio dormido, y me encuentro con Ella en el suelo, rodeada por Izzy, Bianca y Héctor. Estoy tan dormido, que lo único que se me ocurre decir es.
-Eh chicos, ¿Qué me he perdido?- Y todos se hechan a reir.
Me quedo flipado en la puerta, hasta que se calman e Izzy se levanta y arrastra a Bianca hacia la puerta para explicarme todo mientras Héctor y Ella hablan.
-¿De qué tienen que hablar Ella y Héctor?-Pregunto con el ceño fruncido. Mi lado de hermano sobreprotector sale a la luz.
-De nada que te importe. Ahora, ¿Quieres saber lo que ha pasado o no?- Miro a Izzy.
Todavía me pongo nervioso en su presencia. Pensé que después de un año se me habría pasado, pero no. Hay siguen los sentimientos. Fui un tonto al decir que no, pero por aquel entonces, era como mi hermana. Jamás había pensado en ella de esa manera.
-Es mi hermana, y es mi uno de mis mejores amigos. Tengo derecho a saberlo.- Frunzo el ceño ya completamente despierto.
-Tú lo sabrás si ellos quieren decírtelo. Y ahora, ¡callate!- Izzy me fulmina con la mirada.
Bianca apoya la mano en su hombro y la hecha para atrás.
-Cálmate Izzy. Yo se lo cuento.- Después de lanzarme la conocida mirada de "Ten cuidado con lo que haces" o "No la cabrees más", Bianca me resume todo.
-¿Y nadie me ha despertado?- Mi cara debe ser un poema.
-No había tiempo para eso. Y de todas formas, ¿No eres capaz de despertarte solito?- Izzy saca a pasear su ironía.
Eso me hace sonreir tristemente. Echo tanto de menos el tiempo en el que eramos inseparables.
-Ya sabes que no. Soy una marmota durmiendo.- Creo ver una pequeña sonrisa en su cara, pero desaparece tan rápido que creo que la he imaginado.
A veces, cuando no puedo dormir, sueño con decirle que la quiero. Luego recuerdo que ella me odia. Seguro que a escondidas me llaman imbécil. Yo también me lo he llamado a mi mismo.
En ese momento, la puerta se abre, y entra Héctor con Ella en brazos.
Ella...
Miro a Héctor disimuladamente, mientras enrojezco. ¡Sagrado Poseidón! ¿Desde cuando enrojezco por tonterias? O mejor dicho, ¿Desde cuando me pongo colorada por nada? Esto está poniéndose muy mal para mí. Voy a perder mi reputación de sangre fría.
Héctor rueda los ojos en mi dirección y sonríe a su hermana.
-Si, hermanita. Hemos hablado largo y tendido.- Ironiza el final de la frase, y una risita sale de mi boca. ¡Mierda!
-Oh, oh, oh. Aquí ha pasado algo.- Izzy nos mira con una ceja levantada, y lanza una mirada a Bianca de "te lo dije".
-¿Y qué se supone que ha pasado?- Pregunto haciendo comillas en el "se supone".
Las fulmino con la mirada, y articulo un "luego os cuento", que solo Bi capta. Da un codazo a Izzy y murmura algo en su oido.
-Que más os vale haberos aclarado, porque si no intervengo yo.- Izzy me guiña un ojo y se apoya contra la ventana.
-Ahora, estaos tranquilitos hasta que lleguemos, que quiero dormir algo.- Murmuro y me tumbo. Estoy muy cansada.
Lo malo, es que eso a los sueños les da igual.
ESTÁS LEYENDO
Hijas de Dioses: La maldición de Heracles
FantasyA Ella siempre le ha faltado algo en su vida. Un padre. Pero, al descubrir quién es, se ve obligada a irse a un nuevo lugar, donde una maldición la perseguirá y se verá obligada a luchar o morir. Entrenada desde la infancia, tendrá que tomar decisio...